OPINIÓN

El poder del sobreentendido

por Héctor Concari Héctor Concari

La neozelandesa Jane Campion se dio a conocer en 1993 con su tercer largometraje, un film inteligente y sensible, llamado El piano, historia de una mujer muda que viaja a los lejanos mares del sur con su hija. Le valió una merecida Palma de Oro en Cannes. Su filmografía posterior (una adaptación de Henry James, Retrato de una dama, una narración sobre los desprogramadores de afectos a los cultos, Holy Smoke o el thriller In the cut) no carecieron de interés, pero no tuvieron el mismo reconocimiento que su film premiado. Más suerte tuvo, en cambio, con la  serie Top of the lake que produjo y escribió, ambientada la primera temporada (2013) en su natal Nueva Zelanda y la segunda (2017) en Australia. En ambas, la detective interpretada por Elizabeth Moss tenía que manejar casos de singular crueldad (menores violadas y embarazadas, u obligadas a prostituirse) lo cual la obligaba a enfrentarse a su propia vulnerabilidad de mujer violada. Lo curioso es que, a pesar de lo escabroso del tema, Campion mantenía en todo momento un tono firme evitando la muy obvia tentación folletinesca o amarillista.

El poder del perro es en este sentido coherente con esta obra anterior. El planteamiento es simple. En la Montana de principios del siglo 20 dos hermanos rancheros comparten un mismo negocio. Uno de ellos se enamora de una viuda dueña de una posada y se casa, aceptando en el paquete a su hijo afeminado que vive con ella. Ambos son rechazados por el segundo hermano, situación agravada porque todos comparten el mismo techo. La clave del título, que  envuelve toda la película, está en una cita bíblica brevemente aludida. “Liberame de la espada y a mi preciada vida del poder del perro”. Palabras más palabras menos, libérame de la violencia y salva mi vida del odio (mal símil para los amantes de los perros pero en fin…). Porque más allá de la muy tenue anécdota, que se disuelve entre largos periplos en los paisajes de Montana que Campion homenajea con felicidad, la directora, muy en su estilo, sabe ir construyendo la trama oscura que crece entre los personajes. El nuevo marido ahoga en el trabajo los problemas que la convivencia le trae, la esposa hace lo propio en el alcohol, lo cual deja enfrentados a dos hombres que buscan desconocerse para evitar confrontarse a su atracción mutua. Y en torno a ellos crecen los peligros, las enfermedades y el enfrentamiento a un entorno no siempre amigable en un contexto que se define por la masculinidad. Más importante que lo que la anécdota, o más bien la falta de ella, revela, es siempre lo que no se dice. No sabemos por qué se suicidó el primer marido de la mujer, ni cuál era el ascendente del tan admirado mentor de los hermanos, también fallecido. Tampoco el ántrax es un enemigo que aparezca en primer plano, aunque finalmente defina la historia.

La habilidad y la sabiduría narrativa de Campion está en armar un rompecabezas en el cual lo que se muestra es lo que menos interesa. Por el contrario, el verdadero protagonista es el poder del perro, ese lado oscuro del alma que impide que los verdaderos sentimientos se manifiesten y que termina por gobernar la vida de los personajes, llevándolos si no a su perdición por los menos hacia su infelicidad. Porque lo que prima en la película es la constante del cine de Campion. La incapacidad de sus personajes por ser felices, la esclavitud permanente de su pasado y del universo siempre masculino, que los oprime. Esto es válido para la heroína de El piano, para la dama de Henry James o las víctimas de los cultos que el desprogramador busca curar sin éxito. Y por supuesto para su detective de Top of the lake, que es tan víctima como las víctimas que trata de rescatar.

No hay, en el fondo, un verdadero rescate, la vida arrastra a los personajes, generalmente a la deriva, llevados por las circunstancias, a menudo fortuitas que se los llevan. Pero la forma en que Campion es capaz de narrar estas historias, evitando puntillosamente cualquier estridencia, subrayando sin nunca enfrentar directamente los detalles que revelan la trama, es admirable. Por supuesto que todo esto se ampara en actuaciones magistrales. Una gran película, que no debiera pasar desapercibida entre tanta intrascendencia en Netflix.

El poder del perro (The power of the dog). Estados Unidos. 2021. Directora Jane Campion. Con Benedict Cumberbach, Kirsten Dunst, Jesse Plemons. 05