Al descubierto de Maria Schrader es la primera gran película de la época posterior al #MeToo. Por ese motivo, lleva la responsabilidad a cuestas de narrar su origen con inteligencia, antes que proclamas morales. Y lo logra con inteligencia y una brillante puesta en escena.
Uno de los puntos que más sorprenden de la película Al descubierto es su elegancia sobria. No solamente al narrar varios casos que podrían haberse beneficiado de una mirada más estridente o urgente. También, la solidez ecuánime de su puesta en escena.
La directora Maria Schrader es consciente de que la película es, quizás, la más grande después del movimiento #MeToo y sus consecuencias. La más elaborada, inteligente y en especial, la más meticulosa al narrar los hechos. De modo que toma decisiones sobre el guion de Rebecca Lenkiewicz que favorecen la sensación de épica anónima y basada en el trabajo duro.
Como adaptación cinematográfica de un libro de no ficción, el filme de Schrader elabora una versión cuidadosa sobre los testimonios que rodean al caso Harvey Weinstein. La puesta en escena es detallada para mostrar redacciones, oficinas. El ámbito en que el periodismo real prospera y se muestra. No hay exageraciones para mostrar la valentía de las víctimas —aunque lo muestra al subtexto— o el poder de su decisión de relatar sus historias de violencia.
Schrader es consciente de que la opinión acerca de los casos que rodearon la caída de la producción sigue fresca en la memoria colectiva. También, que la visión de lo ocurrido con el movimiento que rodeó las declaraciones y confesiones de las víctimas necesita un entorno sobrio para comprenderse. Particularmente, luego de los grandes debates públicos que enfrentan su importancia e incluso, el actual juicio del abogado principal, que acaba de finalizar. Para el momento de la filmación de la película, todavía el juicio era una posibilidad lejana, pero, en cierta forma, inevitable. De modo que Al descubierto muestra el terreno inquietante en que se construyó una lucha legal semejante.
Como en Todos los hombres del presidente de Alan J. Pakula, el largometraje de Schrader es una percepción sobre el trabajo duro detrás de un triunfo. Del elaborado esfuerzo de corroborar, profundizar y lograr que la versión de las víctimas fuera escuchada. En una de las escenas más inquietantes de la película, una de las mujeres agredidas intenta contar su historia.
La cámara no enfoca su rostro, sino sus pies cruzados y tensos, tan rígidos que la piel se enrojece a medida que las palabras describen un hecho de crueldad dolorosa. La voz de la testigo es monocorde, lenta, pero poco a poco, el dolor se expresa en pequeños titubeos y temblores. Es entonces cuando el punto de vista del relato se hace poderoso. Schrader enlaza su llanto lento y pesaroso al fondo, con la sensación de confesión deliberada y necesaria.
La cineasta construye una versión que prefiere las escenas sensibles antes que discursos elocuentes o artificiales. Hay un elemento decididamente realista en las secuencias que muestran a las periodistas interpretadas por Carey Mulligan y ZoeKazan, detrás de sus escritorios. De pie, junto a archivos polvorientos o solo conversando en voz baja, desconcertadas por la envergadura del caso que comienza a tomar forma.
Una historia real en medio de dolores y temores
Al descubierto es también el recorrido de la verdad a través de medios y circunstancias turbias. Puede parecer un punto de vista idealizado e incluso inocente, hasta que el guion muestra su poder. Megan Twohey (Mulligan) y Jodi Kantor (Kazan) son dos periodistas del New York Times acostumbradas a la investigación puntual. Esto es, el recorrido cuidadoso y bien planteado a través de una colección de pruebas que deben ordenar para encontrar un indicio de la verdad.
El largometraje sorprende por evitar embellecer la labor del periodista. Incluso, en una época que ofrece incontables recursos técnicos a su disposición, el valor del trabajo individual es mucho más importante. El guion, además, utiliza la misma técnica del libro homónimo para sostener la tensión en su narración. La atención de la premisa está enfocada en cómo pudieron un grupo de víctimas luchar contra el por entonces todopoderoso Harvey Weinstein. Pero a la vez, la manera como el periodismo de investigación logró rebasar todo tipo de escollos y obstáculos a través de paciencia y una dedicación sostenida.
El trabajo de inteligencia de ambas periodistas es, sin duda, la percepción más elaborada y bien construida sobre el entorno que rodeó al caso. El argumento muestra la presión, la sensación de peligro inminente que rodea a los periodistas que profundizan en casos complejos. En el caso de Twohey y Kantor la batalla es incluso más incómoda. Ambas son mujeres que deben descubrir los fallos en las versiones de las víctimas. Que, a la vez, deben tener la suficiente neutralidad como para encontrar contradicciones en testimonios. “A veces tengo la sensación que me traiciono de alguna forma”, dice la Twohey de Mulligan, agotada y afligida. “Les debemos ser creíbles”, responder la Kantor de Kazan, con lágrimas en los ojos.
Una película para una nueva época
Uno de los puntos más desconcertantes del filme es la forma en que la tensión se acumula poco a poco. Este es un thriller de suspenso periodístico al que le lleva más de una hora mostrar todo su poder. Pero cuando lo hace, conmueve por su eficaz uso de recursos para narrar. No se trata solo de mostrar hasta qué punto el periodismo de investigación sigue siendo pilar fundamental del mundo de la prensa. También, como un caso de las víctimas de Harvey Weinstein, tuvo que atravesar un escenario brutal.
Entre el descrédito, las amenazas y los temores, las víctimas se convirtieron en el centro del interés de uno de los periódicos norteamericanos más respetados. Pero, a la vez, en el centro esencial de cómo construir un sistema que permitiera a las mujeres heridas y aterrorizadas, encontrar justicia.
Al descubierto es una elegante versión sobre las connotaciones acerca de la verdad en el mundo contemporáneo. Pero también analiza el nacimiento de un movimiento de enorme influencia en la memoria colectiva. Por ese motivo, sabe que su recreación de un momento único debe mostrar la sofisticada dureza de la búsqueda de la verdad. Quizás, uno de sus mayores atributos.