Por primera vez en nuestra historia Venezuela vive a plenitud el poder de crear posibilidades. Contra todas las predicciones propias de un país hundido en una crisis devastadora que ha arrasado todo lo que se había construido en las últimas décadas, surge una nueva fuerza avasallante que empuja a la gente a correr, buscar salidas, por muy oscura que parezca la noche, por muy negativo que haya sido el pasado reciente y el presente que aún nos domina.
Pareciera que se ha perdido el miedo, pueblos enteros, humildes, sumidos en la desesperanza responden con una fuerza y energía inusitada a las llamadas que les hace un nuevo liderazgo, gente que no se siente atemorizada por el poder de las armas, las amenazas, la represión y por la perdida de unos supuestos beneficios o dadivas cuyo precio ha sido el más alto del mundo, transformar un país próspero, con libertad, en un dominio autocrático manejado por un cada vez más pequeño grupo de vendedores de falsas promesas, propulsores de venganzas y destrucción tal como ha ocurrido en todos los rincones el mundo donde han asumido el poder. Obligan a los pueblos a entregar su libertad, ceder antes las presiones de facto, asaltan medios de comunicación, invocan tragedias y desgracias colectivas. Aún en Latinoamérica subsisten poderes autoritarios respaldados por las armas y por leyes que consagran poderes despóticos, por ideologías culpables de grandes genocidios en los países que han logrado someter a sus dominios.
De forma casi silenciosa, callada y sabia esta nueva conciencia se ha expandido entre la gente, se manifesto claramente cuando se acudió a votar en las elecciones primarias, dando muestra de valor, dignidad, se ratificó posteriormente cuando se pretendió obligar al país a participar en un evento electoral que consideraron ajeno a sus intereses y una forma embozada de crear falsas solidaridades. Ambos actos hacían patentes el ánimo de legitima desobediencia civil que privaba en todos los estratos del país, uniendo de forma consensuada y libre a los distintos grupos sociales.
Esta rebelión de conciencia de los venezolanos ha sido un acto heroico pues significa dar la espalada a un Estado, una institución que es dueña de todo, propietaria del petróleo, de la industria que lo maneja y del poder centralizado que distribuye la riqueza generada como una forma de ejercer y alimentar su poder autocrático. Los venezolanos se erigen con una nueva fuerza ciudadana frente a los que controlan las armas, a los que ejercen el poder oscuro de la represión y muestran las cárceles como el destino seguro de quienes actúan con rebeldía frente al autoritarismo que dispone de la vida de los ciudadanos “Organizaciones como Foro Penal y Justicia, Encuentro y Perdón estiman que, en la actualidad, hay entre 286 y 319 personas privadas de libertad por motivos políticos en Venezuela. Entre 2014 y 2023 se han producido alrededor de 15.700 detenciones arbitrarias por motivos políticos en Venezuela, según Foro Penal”.
Una de las formas indispensables para que los pueblos puedan lograr enrumbar sus países a la libertad es conocer, comprender el sentido de las ideologías políticas que pretenden dominarlos, perpetuándose en el poder. No podemos estar de espaldas a la historia, desconocer experiencias reales de sociedades sometidas a la ideología socialista esclavizadora, estamos obligados a reconocer la suerte de países como la denominada Unión Soviética, un estado que se constituyó con base a la aplicación de la ideología marxista y que representó un duro y penoso trance para la población sometida a este régimen. Tal como ocurre hoy en la cercana isla de Cuba donde se ha pretendido erigir una sociedad con base comunista que ha constituido uno de los grandes fracasos de Latinoamérica en los momentos actuales y un doloroso pasaje para su población. No es cierto que la lucha de clases es el motor de la historia, tampoco es verdad que emprender, ser empresario es una condición enemiga del trabajador, es lo contrario, es su ámbito de expansión y creación de posibilidades de aprender, ganar y contribuir. Tampoco es cierto que la propiedad es hija del robo. No nace de la sustracción a otros. La propiedad es un derecho humano que abarca nuestra propia vida, la propiedad de ser uno mismo, el proyecto de vida. La propiedad de las cosas que contribuimos a crear y como cúspide, la propiedad de la libertad humana que es inalienable.
Es imprescindible y una responsabilidad comprender lo que ha pasado en Cuba, la prisión en que se ha convertido este país hermano, tan cercano a nosotros y del que solo esperamos que nazcan, se generen algunas posibilidades de poder vivir en libertad. Importante también conocer la historia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, 15 países que se entregaron bajo el embrujo de promesas que se transformaron en un camino al cadalso.
La URSS nació como producto de la revolución comunista rusa de 1917 fue oficializada en 1922, integrada por un estado compuesto por repúblicas socialistas. Se mantuvo 69 años en el poder, de 1922 a 1991. Vladimir Lenin fue su primer líder. Tras su caída, las 15 repúblicas se separaron en un proceso que duró desde 1989, con la caída del muro de Berlín, a 1991. Es útil para los venezolanos conocer los antecedentes de los países integrantes de la denominada Unión Soviética e intentar comprender cuál ha sido la suerte de este socio de hoy del régimen venezolano que pretende asentarse en el país y convertirse en un factor decisivo de poder político.
La posibilidad de cambiar hay que crearla, no brota de la naturaleza, se deriva del conocimiento, de la voluntad de poder. Hasta ahora hemos sido un país que se ha dejado conducir por ciertas ideas que contribuían a su debilitamiento, se han colocado las apuestas en manos del Estado como una institución capaz de lograr un control total, convertido en dueño de la fuente de riquezas naturales del país, ha despojado la posibilidad de los ciudadanos de participar como propietarios de la riqueza nacional, proceso que hemos denominado “la expropiación de ventajas comparativas al ciudadano” asombrosamente se ha impedido a los ciudadanos formar parte de lo que podría llamarse “el negocio petrolero”. Es nuestra historia reciente.
Lo que surge en esta nueva etapa que debe comenzar en corto tiempo es una certeza, si el estado controla la propiedad, concentra el poder económico y subordina el Estado de derecho, seremos una autocracia cerrada de poder concentrado en una fracción que actúa de espaldas al país y roba los derechos al ciudadano.
No se puede controlar la búsqueda de la posibilidad de cambio que nos anima después de los fracasos repetidos, es la lección que recibimos hoy, crear posibilidades es gestar realidades. Se torna de forma imprescindible fortalecer las organizaciones civiles de todo tipo, políticas, económicas, culturales, científicas, artísticas, que expresen las aspiraciones e ideales ciudadanos, jerarquizar nuestros anhelos de cambio como punto de partida para lograr acuerdos movilizadores, hay que crear las posibilidades de poder. Si no exponemos y luchamos por lo que queremos nunca cambiaremos. Las giras de María Corina son gestoras de posibilidades, la gente participa libremente, sin convocatorias, saben que deben estar ahí.
Es notorio que en algunos países latinoamericanos se están consolidando nuevos liderazgos que rompen briosamente con pasados ignominiosos. En Argentina irrumpe Javier Milei contra los 70 años de peronismo que lograron arruinar al antiguamente llamado “Granero del mundo” un país con amplia extensión territorial y una población generada como producto exitoso de mezclas entre Europa y América. Igualmente se constata una de las mejores experiencias de la posibilidad de éxito para Latinoamérica a partir del gobierno de Luis Lacalle Pou un gobernante que actúa como un ciudadano común, responsable, que conduce a su país por el camino de la democracia y el éxito económico. Igualmente celebramos la liberación de la violencia dominante en el Salvador por su presidente Bukele y la construcción de una de las más grandes bibliotecas en este lado del mundo.
En Latinoamérica podemos aspirar junto a los países que se están moviendo, debatiendo, convirtiendo posibilidades en realidades, a tender el lazo que parecía ser reservado a sociedades que tejen el hilo conductor que enlaza la razón a lo místico, las escuelas de Nueva Delhi y las investigaciones en Harvard y Yale pueden servir de guías. Somos libres ante ambas posibilidades, podríamos lograrlo, hacer real la posibilidad. Hay datos contundentes del salto de los países que enseñan que el ser humano es naturaleza, biología y espíritu, es la gran oportunidad que se comprueba cada día. La muestra más reciente que he encontrado de esta real posibilidad fue la fotografía de Luis Lacalle Pou sentado en una acera de una avenida de Montevideo conversando con sus amigos, dueños de un taller mecánico, como un ciudadano más, porque en realidad lo es. La foto cruzó como un relámpago en la mente porque reflejaba amistad, confianza, respeto, ciudadanía en una mezcla perfecta. Muy lejos de la imagen de mandatarios armados, con el pecho poblado de charreteras sin méritos que las respalden, rodeados de guardaespaldas, distantes y separados de sus conciudadanos.
Hay que despojarse de las engañosas ideas socialistas culpables de la miseria, de la desaparición de millones de personas y avanzar hacia un mundo donde entendamos la importancia del comercio como una fuerza unificadora de pueblos que intercambian en paz y acaban con la guerra, al fin lograr entender la lógica del mercado que no es lo que siempre nos han dicho “el lugar donde el pez grande se come al más pequeño. Sino el lugar de intercambio natural y pacifico donde exponemos los mejor que hacemos, adquirimos lo que necesitamos y aquello que aspiramos. Un lugar como Hayek dijo “ el mercado aquel espacio o relación donde tu supuesto enemigo puede ser tu amigo”. Imprescindible también, valorar la escuela básica como la institución fundante del sistema educativo, encadenada a la posibilidad de aprender a trabajar y pensar en todos los niveles, abstractos y concretos. Una escuela unificadora de la capacidad protectora de la familia, donde los maestros sean una vanguardia buscadora de conocimientos y promotores de valores ciudadanos. Una sociedad donde las armas sean para defender los derechos ciudadanos y la libertad. Esta posibilidad es “posible” si nos empeñamos en lograrlo.
Para hacer posible la posibilidad tenemos que soñar y actuar, no basta solo con intenciones estas tienen que plasmarse en realidades. Por lo pronto propongo tres cosas, complejas y sencillas a la vez:
– Consagrar los mejores jueces del mundo, dignificarlos y respetarlos como portadores de la ley que nos ordena y orienta. Al fin ser gobernados por la ley.
– Convertir la escuela básica en el espacio responsable de nuestras nuevas generaciones que puedan expandir su potencialidad física, maravillados al poder entrar al mundo de la razón, amar la ciencia, las matemáticas y su lengua, nuevas generaciones que empiecen a descifrar los misterios que descubre el avance científico.
La tarea es crear una escuela tejedora inicial de nuestro mundo espiritual con plena conciencia de lograr seres humanos cargados de valores, actitud creativa, capaces de conmoverse ante las manifestaciones artísticas de cualquier género. Libres para cultivar nuestro ingenio y tesón, investigar, sentirse seres humanos para crear y a la vez respetar todo lo que representa valores.
– Y, en tercer lugar, pero no último convertirnos en un país de gente productiva, generadora de riquezas, orgullosos de tener la oportunidad de trabajar como la base del crecimiento económico. Es poder entrar plenamente en la “Ética del trabajo” en la búsqueda de rentabilidad y dejar la maliciosa “Ética rentista” que nos hacia esperar, pasivamente el momento de participar en el reparto, sumisos y de espaldas a nuestras potencialidades y creatividad.
Acercarnos al poder de crear posibilidades es la gran oportunidad que tenemos hoy los venezolanos. Lo hemos ganado en buena lid, resistiendo y aprendiendo.