OPINIÓN

El plan del FMI para rescatar a los países pobres: ¿funcionará?

por Moris Beracha Moris Beracha

Recientemente el Fondo Monetario Internacional dio una noticia que podría considerarse alentadora en medio del caos que aún representa la pandemia. Su previsión de crecimiento económico global para 2021 sigue siendo de 6%, igual que en abril. Esto quiere decir que por ahora no prevé un retroceso.

Sin embargo, ese porcentaje está sujeto a ciertos condicionantes. La directora gerente del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, lo expuso claramente: es crucial incrementar el ritmo de vacunación para poder consolidar esa recuperación.

Tarea nada fácil tomando en cuenta la inequidad que ha habido en la distribución de vacunas contra el covid-19 y la imposibilidad de satisfacer la demanda mundial de dosis para combatir la pandemia, ante la rápida expansión de la variante delta.

De hecho, el organismo lo reconoce a su manera. “Ahora está previsto que algunos países crezcan más rápidamente (que lo previsto en abril) y otros más lentamente. La diferencia está principalmente en la rapidez y la efectividad de las vacunas, y la capacidad de añadir espacio fiscal”, dijo Georgieva durante una charla organizada por el centro de estudios Peterson Institute for International Economics en Washington.

Ente esa realidad, para el FMI es importante que se priorice la vacunación “como política económica”. “Está muy claro que, al ritmo al que vamos hoy, no vamos a acabar con la pandemia tan pronto como es necesario. En otras palabras, para finales de 2022”, advirtió Georgieva en ese momento.

Recordó que el FMI y otros organismos multilaterales han pedido a la comunidad internacional que invierta 50.000 millones de dólares, con el propósito de facilitar el acceso a vacunas en países desarrollados y financiar otras medidas que aceleren la salida de la crisis sanitaria.

En su informe de abril, el FMI atribuyó esa recuperación de 6% a los fuertes repuntes en Estados Unidos y China, para los que pronosticó avances del 6,4% y 8,4% este año, respectivamente, pero dejó claro que la crisis del covid-19 ha dejado cicatrices en los países emergentes, como una creciente desigualdad y un aumento de la pobreza.

Efectivamente, la pandemia ha empeorado las divisiones. Las naciones desarrolladas de América del Norte y Europa están encaminadas hacia recuperaciones sólidas, pues han usado sus recursos financieros para rescatar sus economías y reservar enormes pedidos de vacunas. Los países pobres están enfrentando la continua devastación del coronavirus, casi completamente desprotegidos y con recursos limitados debido a sus deudas cada vez mayores.

De allí que el FMI esté impulsado una nueva iniciativa para cerrar la brecha. Propone que se emitan 650.000 millones de dólares en fondos de reserva, con lo que crearía dinero que los países en estado crítico podrían usar para prioridades como comprar vacunas, financiar servicios médicos y liquidar deudas.

Es decir, los funcionarios del fondo están desarrollando un plan en el que los Estados miembro más ricos transferirían algunas de sus reservas a los países más pobres para permitirles reducir su deuda y ampliar los programas de combate a la pobreza.

Sin embargo, crear nuevas reservas tendría un beneficio limitado para los países pobres, a menos que las naciones más prósperas les transfirieran de manera voluntaria parte de sus tenencias financieras, lo cual el FMI espera poder propiciar. Queda por ver si esto simplemente se queda en buenas intenciones o se cristaliza esta ayuda tan necesaria para los países más necesitados, los cuales también deben poner de su parte en el saneamiento de sus economías y finanzas.