Algunos “analistas” o fundamentalistas “verdes” repiten de forma cansina que estamos llegando a presenciar “la muerte del petróleo” o el fin del uso del petróleo, a través del famoso peak petrolero. Incluso van más allá en sus afirmaciones e indican que “no se utilizará gas natural”.
Ciertamente, en un punto de la historia humana se dejará de utilizar carbón, petróleo y gas; pero definitivamente no será en esta generación. Me adscribo a la corriente de pensamiento que indica que para sustituir completamente el uso de combustible fósil y reemplazarlo por renovables e hidrógeno, por ejemplo, aún faltan un par de generaciones. Unos 30 años de mayor desarrollo tecnológico.
La producción petrolera mundial en 2023 mostró un incremento de 1%, alcanzando un promedio de 100 millones de barriles de petróleo por día. Sigue siendo un negocio rentable, pese a sus elevados costos de producción, porque cada vez habrá más petróleo por descubrir pero en reservorios que exijan mayores costes operativos de recuperación del hidrocarburo.
Los principales productores en esta economía global son: Estados Unidos, producción promedio de aproximadamente 19,4 millones de barriles por día (bpd, dato 2023), gracias principalmente al desarrollo de la tecnología de fracturación hidráulica (fracking) impulsada por el presidente Trump. Los totalitarios de Rusia: llegaron a producir alrededor de 10 a 11 millones de bpd. Naturalmente Arabia Saudita: líder de la OPEP, cerca de 9,7 millones de bdp, tomando en cuenta recortes de producción por decisiones de geopolítica económica (1 millón de bpd desde julio de 2023 hasta finales de 2024); Canadá: 4,6 millones de bpd (en reservas de arenas bituminosas); Irak: 4,3 millones de bpd, aún recuperándose de la dictadura de Sadam, que destruyó la infraestructura productiva; China: 4,2 millones de bpd que naturalmente no le alcanzan para cubrir ni su propia demanda; Irán: 3,6 millones de bpd y Brasil: 3,4 millones de bpd; entre otros países.
La pregunta que me hacen siempre los amigos de la prensa o jóvenes estudiantes de universidades que atienden cursos de alta gerencia y liderazgo en negocios de la industria energética latinoamericana es si en algún momento llegaremos a ese «peak oil» (pico petrolero) y la respuesta que les digo, taxativamente, es que no será mañana. No será en esta generación y sencillamente porque, de acuerdo con la definición de peak oil, no será posible que el petróleo se agote completamente, sino que la extracción del hidrocarburo será, ciertamente, cada vez más difícil y costosa.
El señor M. King Hubbert predijo en 1956 que la producción de petróleo en Estados Unidos alcanzaría su pico en la década de 1970, lo cual ocurrió aproximadamente en la fecha señalada. Sin embargo, factores como la tecnología de fracking han alterado estas predicciones para Estados Unidos. Y vean, ahora es el principal productor de petróleo del mundo.
Definitivamente ocurrirá un peak oil, pero probablemente para ello falta un par de generaciones, como ya anticipé. De todas maneras, el avance de la tecnología está logrando que se extraiga petróleo con menor daño ambiental y con nuevas técnicas de manera que pensar en llegar a que haya cero petróleo bajo la superficie es algo que honestamente no creo que lleguemos a presenciar.
Ante esos hechos surge la Transición Energética: vale decir que no esperamos que “se agote el petróleo”, sencillamente estamos construyendo un nuevo paradigma energético: usar un mix energético responsable, sostenible y renovable: con petróleo, con gas, con más solar, eólica, hidro y nuevas energías (como hidrógeno).
Si bien es cierto que apuntamos, como sociedad, a una transición hacia una economía global con emisiones netas cero de gases de efecto invernadero que necesariamente implique la reducción del uso de combustibles fósiles, incluyendo el gas natural.
Sobre el gas natural un par de consideraciones que siempre hago: tampoco se acabará y continúa siendo importante como puente de transición entre fósiles y renovables.
Es «combustible puente» debido a que emite menos CO2 que el carbón y el petróleo y reemplazar de la noche a la mañana la actual infraestructura existente (plantas, gasoductos, plantas de regasificación, terminales LNG, etc) representa una inversión significativa. Me temo que no habrá ningún líder tan loco que decidas abandonar la infraestructura del gas natural poque ello implicaría nefastas consecuencias a su economía.
Y volvemos al mismo concepto que el petróleo: aunque el gas natural puede continuar siendo utilizado por un tiempo como parte de una estrategia de transición energética, su uso a largo plazo se espera que disminuya significativamente porque habrá – y está ocurriendo actualmente- un significativo avance de la tecnología para afianzar la energía renovable (solar, eólica, hidro, hidrógeno, etc) tanto en su producción como en su almacenaje (este es un punto por completar: ¡cómo almacenar electricidad!).
En resumen, la inventiva humana, la resiliencia y la alta proactividad en negocios y tecnología nos va a permitir diseñar una nueva estructura energética global que nos permita usar menos fósiles, más renovables y buscar, en algún momento, eso que Tesla llamaba la energía libre. Pero eso es otro tema y de ello conversaremos otro día.
@BorisSGomezU
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