En beisbol se le llama “utility” a todo aquel pelotero que es capaz de jugar varias posiciones. Para Maduro y su equipo económico, pareciera que el petro es eso mismo. Desde su anuncio oficial en el primer trimestre de 2018 hasta la fecha, se ha dicho que será una criptomoneda, una unidad de cuenta, una suerte de título de deuda y también como una moneda.
Primero nos lo vendieron como criptomoneda. Supuestamente el activo subyacente iba a ser miles de millones de barriles de petróleo, luego cambiaron el White Paper (suerte de partida de nacimiento) para incluir, aparte de los barriles de petróleo, aluminio, oro y diamantes. A pesar de ese respaldo, a la fecha, la información que se tiene es que no se producido el primer barril de petróleo en el campo asignado al petro. Por otra parte, cuando se analiza la supuesta composición del valor del petro, este debería tener uno mucho mayor al que se publica. También llama la atención que luego de más de año y medio de anunciarse la creación de esta criptomoneda, no hay una sola noticia de alguna empresa extranjera o país que quiera hacer negocios utilizando el petro como parte del pago.
Por otra parte, obligaron a que los precios y cuentas de ahorro y corriente, debían estar expresados en petros y que el salario mínimo se indexaría al valor del petro (esto luego se cambió, algo que también ayudó a minar la confianza que se podía tener en el petro). En Brasil, un factor crucial para abatir la hiperinflación que vivieron, fue la puesta en práctica de un robusto plan de estabilización que tuvo en su segunda parte como buque insignia la introducción de una unidad de cuenta que ayudaría a quebrar las expectativas inflacionarias de la población (obviamente hubo una reforma fiscal importante, una renegociación de la deuda y convocar a los mejores economistas del país al inicio para sentar las bases del plan). Les confieso que pensé que Maduro estaba intentando copiar ese plan, sin embargo, eso no fue así. Hasta los momentos, el intento de uso del petro como unidad de cuenta ha sido mediocre, desordenado, sin ningún tipo de credibilidad ni incentivos para hacerlo.
Adicionalmente, algunos han sostenido que el petro podía ser un título de deuda, pues trataron de que países o empresas lo adquirieran con la promesa de pago de la República de Venezuela. Algo que estaba destinado al fracaso. Recordemos que Venezuela está en default, no paga sus deudas financieras, ¿entonces cómo alguien en su sano juicio va a cambiar divisas por un título de un país en default? No hubo demanda de petros.
Y ahora parece que nos están vendiendo el petro como una nueva moneda, como sustituto del bolívar, lamentablemente estaría naciendo con los mismos problemas que se han acumulado con este: se está ofreciendo rellenar “huecos fiscales” a base de petros. Llámese como se llame una moneda, si usted en medio de una recesión brutal y una hiperinflación emite esa moneda sin un plan antiinflacionario de calidad y creíble, que ataque fuertemente el problema fiscal que aqueja al país desde hace tanto tiempo y que pueda recobrar la demanda de dinero (nacional), esa moneda será despreciada por la población (en su lugar buscarán alguna que les brinde confianza, como las divisas).
Debemos tener en cuenta que el petro está sancionado (adquirirlo trae un riesgo financiero y de sanciones). Países que compran petróleo venezolano no han querido pagar con petros, a pesar de fuertes incentivos en descuentos (riesgo reputacional).
Maduro y su equipo económico tendrán que salir del clóset con el petro, este no puede ser una criptomoneda, una unidad de cuenta, un título de deuda o una moneda, al mismo tiempo. Al final, todo indica que el petro será utilizado como unidad de cuenta. La falta de demanda por el petro los llevará a tomar la decisión. Sin embargo, pretender que su implementación tenga el mismo éxito que tuvo Brasil con su plan de estabilización que acabó con la hiperinflación es algo difícil de predecir, más aún cuando la credibilidad de quienes toman las decisiones en el área económica en Venezuela sea tan baja (agregando sanciones, default y un escenario de producción petrolera sombrío).