El Perú demostró que es posible combatir la corrupción y el abuso de poder por la vía democrática.El mensaje a la comunidad internacional es claro, rechazamos las interferencias de quien intente obstaculizar a la justicia peruana o romper el equilibrio de poderes.Luchamos para enderezar el rumbo del país, buscando erradicar la corrupción, combatiendo el totalitarismo.
Los países que rechazan las medidas democráticas parecen temer su propio fracaso; se rehúsan a perder su injerencia sobre el Perú como posición estratégica en el corazón de Sudamérica. Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Colombia, México y Argentina, desconocen a Dina Boluarte; sólo dos países del bloque, Brasil y Chile han reconocido la nueva presidencia y con ello, la democracia.
El caos y el terror que azotan al país son producto de agitadores, no más de 8 mil, que azuzan a la población. Actúan en complicidad con agrupaciones terroristas, narcotraficantes, minería ilegal y otros grupos delictivos, financiados y organizados por círculos radicales internacionales.El objetivo es claro, buscan el terror y la división de los peruanos, cobrando vidas humanas, destruyendo instalaciones, devastando activos críticos nacionales con daños que van costándole al país más de 300 millones; fondos que deberían emplearse en las poblaciones necesitadas, llevando salud, educación, luchando contra el hambre y creando oportunidades para apartarlos de la miseria; pero a los grupos radicales no les interesa.
No olvidemos el auténtico reclamo de las poblaciones abandonadas del país, una vez más usadas como “carne de cañón” por grupos delictivos y terroristas, instrumento de los agitadores que buscan crear el caos.
Dejemos de lado los discursos de odio con los que nos engañaron durante más de 16 meses, grave secuela que aún sufrimos. La única prioridad de Pedro Castillo fue polarizar a los peruanos dividiéndonos. El discurso final, ese 7 de diciembre, demostró su indolencia ante las poblaciones vulnerables, cuyas demandas nunca fueron atendidas; les robó a los peruanos, pero abusó de los sectores más necesitados.
Los lemas son claros, no quieren a Dina Boluarte, pero no aceptarán a un gobernante democrático; reclaman a Pedro Castillo, para continuar desestabilizándonos; piden cerrar el Congreso, para acabar con el orden democrático y el equilibrio de poderes; quieren una Asamblea Constituyente, para cambiar las reglas de juego y llevarnos hacia el autoritarismo.
Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia tienen una constante: son gobiernos autoritarios que suprimen a la oposición política y las libertades civiles. Han sido acusados de usar la violencia, intimidación contra opositores políticos, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil. Sus elecciones se ven empañadas por denuncias de fraude y manipulación, sus autoridades electorales han sido denunciadas de parcialidad a favor del partido gobernante; la corrupción es generalizada y atentan contra los derechos humanos; el poder judicial carece de independencia. El control excesivo sobre la vida política, económica y social los caracteriza.
Eso es lo que representa Evo Morales, quien cruza nuestras fronteras con su discurso divisionista, atentando contra nuestra soberanía, buscando fracturar nuestro territorio.Enfrentamos además el inminente peligro del repliegue estratégico de los movimientos terroristas quienes amenazan con nuevos atentados.
La situación es compleja. Los peruanos tenemos que unirnos para erradicar la violencia y el divisionismo; pero también para luchar contra la desigualdad, para sacar de la pobreza a los peruanos que siempre sufren las peores consecuencias de los nefastos gobiernos. Necesitamos construir un futuro más justo para todos.
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