Las notas de prensa están llenas de actos. Los hechos cumplidos hacen las noticias nacionales e internacionales. Las ideas deben hacer fila en los análisis y artículos de opinión.
El pasaje al acto, es decir, el momento en que una intencionalidad se convierte en acción, fue motivo de un trabajo especial esta semana en El Nacional en relación con las características que definen al delincuente venezolano que, lamentablemente, va dejando su marca en nuestra América, opacando las múltiples virtudes de la migración decente. Pasan al acto muy rápido; los bandidos nacionales no la piensan dos veces antes de actuar y según Roberto Briceño-León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, esto es debido, entre otras cosas, a la pérdida de valores y la alarmante impunidad que potencia las actitudes violentas en estas tierras enrojecidas en revolución.
“El criminal venezolano es frío, calculador, impulsivo, no tiene remordimientos ni sentimientos de culpa”, dice la psicóloga forense Silvia Rojas, comandante de la Policía Nacional de Perú, donde ha causado gran impacto el asesinato y descuartizamiento de dos jóvenes a manos de venezolanos.
Sin ningunas ganas de agregar leña a este fuego, y pasando un poco del contexto psiquiátrico, con el permiso de Freud y Lacan, vamos usar este concepto de pasaje al acto en un sentido más amplio, pero igual en la arena internacional.
Un número no revelado de tropas estadounidenses será enviado a Arabia Saudita por decisión del presidente Donald Trump tras el ataque a dos de sus más importantes refinerías a mediados de septiembre, que tanto Washington como Riad atribuyen a Irán. «Será un despliegue moderado», adelantó el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, aunque adelantó que su país «trabajará para acelerar la entrega de armamento» (BBC Mundo, 21 de septiembre, 2019). Si esto no es un pasaje a la acción, está muy cerca. Dudamos que un anuncio de este tipo no se concrete. El respaldo a Arabia Saudita en este episodio coloca a Estados Unidos a un paso de un enfrentamiento directo con Teherán. Y al mundo en alerta nuclear.
Entretanto, una acción contundente fue emprendida por los jóvenes a lo largo y ancho del globo para defender la Tierra del calentamiento global.
Algunas de las manifestaciones más numerosas se celebraron en Berlín, Londres y Melbourne, (Australia) con cerca de 100.000 participantes en cada una según los organizadores.
«Somos nosotros los que estamos haciendo la diferencia; si nadie actúa, entonces lo haremos nosotros», dijo la reconocida activista sueca Greta Thunberg a la multitud reunida en Nueva York. (BBC Mundo, 21 septiembre, 2019).
Para qué molestarse en comparar. No hace falta decir más. El pasaje al acto define a posteriori al sujeto que actúa, lo deja encadenado a ese acto que le da un nombre, un status, un signo imaginario, una marca. Si no, pregúntenle a Trudeau, el primer ministro canadiense, por su black face de hace muchos años, que ahora le hace una morisqueta a su ya comprometida popularidad. Uno es lo que hace. Las consecuencias, para bien o para mal, van mucho más allá.
Con la mira en Venezuela, no puedo sino enfatizar la importancia de la conciencia. No actuemos como criminales. El acto es como tal indiferente a su futuro. Nosotros no podemos darnos ese lujo.