La situación epidemiológica del país se mantiene en estado de alerta permanente. Las alarmas epidemiológicas no cesan, en virtud de la incapacidad del régimen de aplicar las adecuadas políticas de salud o el control sanitario para frenar el avance de enfermedades reemergentes que están azotando a la población venezolana y en casi todos los estados del país.
El paludismo o malaria sigue siendo el ejemplo más emblemático cuando nos referimos al desastroso panorama epidemiológico del país. En los años cincuenta y sesenta, esta enfermedad fue controlada en Venezuela gracias a la lucha del doctor Arnoldo Gabaldón, ilustre médico venezolano.
Nuestro país se convirtió en ejemplo en América Latina como uno de los que logró reducir de manera significativa e importante el número de casos para la época hasta erradicar la enfermedad en gran parte del territorio nacional, motivo por cual Venezuela recibió un reconocimiento internacional.
No obstante, en los actuales momentos estamos en la dirección contraria a todo el éxito alcanzado en el siglo pasado. Muy tristemente Venezuela en los actuales momentos forma parte de los primeros 16 países del mundo en los cuales se reporta el mayor número de casos de paludismo y ocupa actualmente el primer puesto en América Latina como el país que ha fracasado totalmente en el control de esta enfermedad.
Según información oficial ofrecida a la Organización Mundial de la Salud, en el año 2017 se reportaron 411.000 casos acumulados de malaria y ya para esa fecha e incluso antes de la misma, nuestro país ya ocupaba el primer puesto en relación con el número de casos en la región. De acuerdo con expertos y cifras extraoficiales, el año 2018 cerró con un número aproximado de 1 millón de casos y se pronostica que 2019 pudiera cerrar con 2 millones de casos de paludismo. Por si fuera poco, Venezuela es el país que exporta más casos hacia el resto de la región, muy especialmente a Brasil y Colombia, los cuales están siendo muy afectados por este grave problema y esto por supuesto se explica por la migración forzada que se ha incrementado de manera progresiva y rápida en los actuales momentos. No obstante, 6 países de Latinoamérica han reportado casos de paludismo desde Venezuela.
El programa de vigilancia y control de la malaria por parte del organismo responsable del mismo el cual es el Ministerio de Salud comenzó a verse afectado a partir del año 2000 y es cuando desde el año 2012 prácticamente dejó de funcionar de manera progresiva hasta llegar a esta situación desastrosa a escala nacional y prácticamente regional, de manera que el paludismo ocupa un papel importante con relación al contexto de la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela.
Si se tiene una vigilancia epidemiológica adecuada, programas sanitarios dirigidos al control del vector o del mosquito transmisor de la enfermedad y se mantiene la disponibilidad de un diagnóstico y tratamiento oportuno se pueden obtener resultados efectivos para el control de esta enfermedad que ha sido el reflejo de las pésimas o inexistentes políticas sanitarias en Venezuela. Pero estos tres componentes para un adecuado programa sanitario desaparecieron de manera progresiva desde 2012.
Desgraciadamente el país sigue en control de un sistema político corrupto, autoritario e ineficiente que ha ocasionado el avance de enfermedades que se han extendido a escala nacional y regional, por lo cual pudiéramos concluir, según el análisis derivado de cifras y estimaciones de expertos en esta materia, que Venezuela se ha convertido en un país exportador de epidemias.
La extensión del paludismo en todo el país es dramática, ya dejó de ser una enfermedad confinada a los estados que se han asociados al área minera. Debido a la afluencia de personas de otros estados a dichas zonas, que han contraído la enfermedad y regresan a su lugar de origen, ha contribuido a que exista paludismo en otras entidades de Venezuela.
Epidemiólogos muy reconocidos han confirmado que en al menos 18 estados del país hay casos de paludismo. Recientemente se confirmaron 33 en el sector Agua Clara de la parroquia Canoabo, en el municipio Bejuma, estado Carabobo. Al parecer, se estableció un cerco epidemiológico, pero, como siempre, se mantiene hermetismo en la información por parte de las autoridades. En fin, las alertas epidemiológicas no se detienen, el paludismo avanza por toda Venezuela y se extiende más allá de nuestras fronteras, convirtiéndose en una amenaza permanente para los países de la región y seguirá su inexorable camino mientras se mantenga esta pesadilla en nuestro país.