Escribo este artículo después de haber visto el desfile inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio. Estoy literalmente llorando a moco tendido después de haber visto la selección de Venezuela pasar por la pantalla de mi televisor.
43 venezolanos (el número 44, Gabriel Maestre, tuvo que renunciar a la selección de boxeo porque el 7 de agosto tendrá una pelea profesional) representarán a nuestro país. Sus historias hablan de trabajo, esfuerzo, responsabilidad, entrega, sacrificios, orden, dedicación, mística… todo lo que nos hace falta para sacar el país adelante. Quienes desfilaron se ganaron a pulso el cupo para la cita entre los mejores del mundo. Atrás quedaron los años de multitudinarias “selecciones” (que no eran tales, porque en el cuadro final quedaban detrás del perrocalentero que estaba afuera de los estadios… ni siquiera detrás de la ambulancia, porque la ambulancia estaba adentro).
Aquel país rico que podía darse el lujo de tener los mejores entrenadores, simplemente no tenía en sus prioridades formar a sus atletas. Lo que sí tenía era dinero para botar. Ahora que somos un país requetepobre, tenemos quizás una de las mejores selecciones que jamás haya ido a los Juegos Olímpicos.
El Diario entrevistó a los atletas y sus historias son aleccionadoras, bellas, edificantes. Yulimar Rojas es, definitivamente, quien tiene la probabilidad mayor de traernos una medalla. “Mis logros son de Venezuela”, declaró. “Ha sido muy difícil, pero no imposible. Si yo me hubiera enfocado en las dificultades no sería campeona del mundo. Yo estoy aquí haciendo todo lo posible porque quiero dejar huellas y que la gente sepa que todo lo que nos proponemos lo podemos conseguir”. ¡Qué generosidad la suya de decir que sus logros son del país, cuando la historia ha sido que sus logros han sido “a pesar” del país, como los de casi todos los que están allá en Japón!
El velerista Andrés Lage, quien vive en Europa, duerme en su camioneta. “Lo más difícil de la carrera ha sido mantenerme en Europa sin apoyo de nadie”, le contó al periodista Manuel R. de El Diario. Trabaja limpiando un McDonald’s hasta las 11:00 pm, para ganarse una hora extra. En las tardes trabaja en una tienda deportiva y los fines de semana en un club de vela enseñando a niños.
No así el caso de Daniel Dhers, quien a pesar de que lleva años viviendo fuera de Venezuela, se propuso no olvidarse de dónde viene. “Me he dado cuenta de que con el deporte le puedo dar unas pequeñas alegrías a Venezuela”.
La barloventeña Ahymara Espinoza es otra de las que llega a Tokio con una historia de esfuerzo sobrehumano: “Con mi sueldo de docente a veces no me doy abasto para surtir en la cena, para comprar proteínas o para los zapatos, sin mencionar los gastos por las medicinas de mi mamá. Si bien agradezco que tengo una beca, simplemente no alcanza y eso también hace que no pueda cubrir muchas necesidades básicas”.
Yulimar Rojas, Robeilys Peinado, Orluis Aular, Daniel Dhers, Andrés Lage, José «Chema» Carrasco, Armando Velásquez, Emerson Rodríguez, Luis Arias, Edson Valencia, José Verdi, Robert Oramas, Willner Rivas, Ronald Fayola, Fernando González, Eliecer Canelo, Héctor Mata, Rubén Limardo, Antonio Díaz, Anriquelis Barrios, Elvismar Rodríguez, Karen León, César Amaris, José Güipe, José Félix Quintero, Oscar Ariza, Rosa Rodríguez, Irismar Cardozo, Nalek Korbaj, Yoel Finol, Julio Mayora, Yusleidy Figueroa, Naryury Pérez, Keydomar Vallenilla, Julio Ienmma, Claudymar Garcés, Andrés Madera, Paola Pérez, Jhonattan Vegas, Alfonso y Alberto Mestre (sí, hijos de Alberto), Ahymara Espinoza, Jeserik Pinto y Eldric Sella, quien es venezolano, pero participa en la selección de refugiados, hecho que añadió un fragmento más a mi roto corazón: decirles “gracias” se queda corto. Decirles el orgullo que me producen, también. Ustedes son parte de ese país que se niega a morir y que no morirá mientras cuente con gente como ustedes. Que su ejemplo sea la luz que ilumine nuestro futuro.
@cjaimesb
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