¿Incurablemente criminal?
Fue decepcionante, muy decepcionante. Tal vez decepcionante y triste. Sí, porque también fue triste, muy triste. Escuchar a mi amigo de tantas batallas explicarme que la Venezuela que dejé hace ocho años no es la misma, que el chavismo permeó su médula social, que ya no había nada que hacer, fue decepcionante y además triste.
¿Será posible? ¿Será que seremos un país incurablemente criminal para siempre?
No, no lo seremos.
Yo no soy eso ni lo seré jamás
Lo dudé, no lo niego, no poder colocar mi oído sobre el pecho de mi tierra me impide reconocer el pulso de su corazón. La duda me duró poco, un país no solo lo representa su territorio y la gente que en él vive, un país es su cultura, su música, su comida y –¿cómo no?– también la gente que vive fuera de él, la gente que se ha visto obligada a padecer el destierro.
Venezuela no es el chavismo ni lo será jamás. Yo no lo soy ni lo seré.
¿Y tú?
La mezcla de la maldad
Sin embargo, hay que reconocer que el chavismo, esa mezcla dañina de robo, narcotráfico, tortura, criminalidad, sadismo, nuevorriquismo sórdido, tiranía y crueldad, existe. Está ahí, siempre ha estado. Llegó hace siglos con los primeros piratas conquistadores y ha permanecido entre nosotros.
Aparece cada cierto tiempo, nos roba, nos devasta, nos tortura y nos arruina.
Chávez, Maduro y Cabello son eso.
Los piratas del Caribe
El chavismo y su cúpula de –piratas– ladrones y asesinos son parte de la crueldad antropológica venezolana que tanto ha dañado al país. Son los filibusteros que llegaron, violaron, asaltaron nuestra riqueza y se fueron. Representan la barbarie que Gallegos describió en Doña Bárbara. Una barbarie que nos devastó, pero que no nos aniquiló.
Venezuela está viva en ti, en mí y en muchos como nosotros, aún respira, cree, sueña, ¡se inspira y lucha! No han logrado aniquilarla.
Esa Venezuela eres tú.
Si queremos renacer
Por eso se hace vital que ese otro país que también somos, el chavista, tenga que ser reconocido y estigmatizado con indoblegable abominación. Si queremos renacer como nación, si queremos recuperar la libertad y la democracia (la civilidad), hay que abominar al chavismo.
Lo hizo Alemania con el nazismo, Italia con el fascismo y la Europa del Este con el comunismo.
No hacerlo es criminal.
La Venezuela que también somos
Si lo que dice mi amigo es verdad, que el chavismo está incrustado en la médula ósea de nuestra sociedad, la otra Venezuela, la que también somos, la que eres tú: la trabajadora y digna, la creativa y generosa, la noble y ética, tendrá que luchar e imponerse para encapsular y extirpar el cáncer chavista.
Sin duda, lo tendrá que hacer. No hay opción.
¿Lo haremos? Sí.
No es un acto de fe, es convicción
En el destierro he conocido una Venezuela extraordinaria que aprendió la lección. Una Venezuela educada y honesta, muy talentosa y cívica, una Venezuela que anhela volver para originar, crear y emprender, una Venezuela que ha entendido que el socialismo y su peor versión: el chavismo, son una peste y hay que erradicarlos.
Quizá mi amigo, secuestrado como está, no lo entiende, pero otros sí. Mi decepción y tristeza se desvanecen cuando me encuentro a la Venezuela del exilio. Esa es la Venezuela de mi esperanza. Estoy absolutamente seguro de que esa Venezuela volverá y prevalecerá.
No es un acto de fe, es una convicción.