La insistencia en reformar lo irreformable ha erosionado el metabolismo del sistema y lo está llevando a un punto de no retorno. No es Venezuela, pero pudiera ser su futuro a la vuelta de unos años. Es su “alma gemela”, Cuba, de acuerdo con el economista y demógrafo cubano Juan Carlos Albizu-Campos.
La población de la isla antillana cayó entre 2022 y 2023 en 18% para ubicarse en 8,62 millones, por causa principalmente de la migración. Las propias autoridades cubanas admitieron hace unas semanas que la caída es de 10% y el número de habitantes es menor a 10 millones. El discurso oficial siempre, durante 6 décadas, minimiza los impactos negativos y exagera los positivos.
Albizu-Campos concluyó un estudio sobre los efectos del éxodo masivo en su país desde 2021 para cubrir el hueco que dejan las estadísticas oficiales. El punto de partida es la cifra aportada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), recientemente actualizada, que registra la llegada de 850.000 migrantes cubanos desde 2022. El saldo migratorio real puede ser incluso mayor, porque la CBP no suma los 110.000 cubanos que se beneficiaron del parole humanitario que comenzó en 2023, ni tampoco a quienes han emigrado con otro tipo de visados.
“El descenso de la población ha continuado. Estamos asistiendo a un proceso que yo he dado en llamar de vaciamiento demográfico”, dice Albizu-Campos. Un proceso que se agrava con una caída considerable del número de nacimientos y un aumento de la mortalidad.
Faltando un trimestre para el final de 2024, el demógrafo cubano, vinculado al Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD), calcula que con toda seguridad se superará el número total de emigrantes hacia Estados Unidos del año pasado, que fue de 260.000 personas, lo que confirmaría que la oleada migratoria se encuentra en “una meseta sostenida desde 2022”. Solo en diciembre del año pasado las autoridades estadounidenses registraron 25.048 cubanos en puntos fronterizos y en lo que va de este año 66.000 han sido interceptados por la Guardia Costera en el mar.
Mientras muchos se van, como en nuestro país, la esperanza de vida de los que se quedan es cada vez menor, 7 años entre 2011 y 2021. La mortalidad materna repunta los niveles de 1935-1940 y 42% de los niños de 0 a 5 años, según datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), sufre pobreza alimentaria severa o moderada.
“Hay una situación de emergencia que está más allá de una emergencia sanitaria, es una crisis humanitaria. Y es grave, y está cada vez más cerca del punto de implosión”. Es Cuba, según el diagnóstico de Juan Carlos Albizu-Campos. Pero pudiera ser Venezuela.
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