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El orgullo que envanece

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Un concepto demasiado alto de sí mismo es como una trampa mortal, escupe todo bien preciado y ensucia el cristal por el que se miran las situaciones. Agrava los sentimientos negativos frente a los eventos, y distorsiona lo que se recibe de nuestros pares en lo que al fundamento se refiere, confundiendo así pérfidos con amigos.

Ventura propicia es la noción sabia, porque para los de corazón puro será como un escudo, pero aquellos en cuyos pensamientos maliciosos reposan noches y días, heredarán la vergüenza y serán exhibidos. Al contrario, balanza de paz son las palabras de quienes infunden aliento ante las fricciones de proceso, como heraldos del cielo en medio de tiempos donde la indiferencia resulta radioactiva.

Hallar gracia no fingida para expresarse refleja transparencia y abre las puertas del palacio, para tener amistad con el rey, uno insustituible, no belicoso. Ese, que se pasea desbordando corrección amorosa y fatigando la maldad con tiempos de quebranto, donde los corazones se vuelven a Él. Una amistad así, te recuerda la corta estancia por los corredores terrenales y la largura de días en las dimensiones celestes. Te enseña cómo funciona la vida y avergüenza los sueños de grandeza frente a los propósitos del Eterno.

Hay tanto y tan poco en el corazón del hombre, apenas se tocan dimensiones que resultan ser pequeñas muestras de lo que realmente es grande. Por ejemplo: los descubrimientos que son solo sutiles avances del conocimiento oculto en todo lo que vemos; o el accionar humano con determinación, como muestras del matiz de los recónditos pensamientos. En ocasiones, considero que si se soñara con justicia se necesitaría mucho menos, y se viajaría ligero.

En esta ocasión, mi corazón fenece meditando sobre lo sigiloso que resulta el orgullo y la fragilidad que esconde, cómo es posible que donde se derrama una gracia especial también se construya una torre, desde la cual, se pretenda vigilar la gracia recibida a nivel del mar. Es como cuidar sal en tamices, la perdemos;  tal regalo se nos escapa entre los dedos. Puesto que si algo recibimos no fue nuestro, mantengamos la humildad antes que sea cerrada la fuente de tal don, sometiéndonos a dolor.

Mi madre expresó una frase en lo que serían sus últimos tiempos, ella dijo: “No siempre hay que ser fuerte”. Mostrar vulnerabilidad caracteriza la humanidad y empatiza con la  verdad, un corazón afligido se nota en los rostros de sus portadores y una afrenta se ve como señal iridiscente en el talante. Sus palabras me marcaron hasta las lágrimas, y en momentos de desaires y reproches ocultos, saltan con campanillas en su andar.

Hablando con sinceridad, cada cual lidia con su orgullo, con la imagen que tiene de sí mismo, y lo que otros le intentan adjudicar, pero en el fondo sufren tanto el hipotético descrédito como la desaprobación, lo cual esconden tras una fachada de orgullo, que es como vestido de ignición y en presencia de una pequeña flama, se encienden exponiendo su propia corporeidad.

Ante todo estímulos de fuego, que nuestros vestidos sean fibrosos, llenos de apresto y humildad, para marchar ligeros, reteniendo lo bueno y escurriendo lo imperfecto.

@aleliinssey20

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