Los páramos de Durí, Tuñame, Estapape y Cabimbú y los pueblos de la Mesa de Esnujaque, Jajó, La Quebrada Grande y Santiago, junto a sus aldeas y campos, sólo ven al Municipio – la Alcaldía y el Concejo – como la alternativa para resolver los problemas cotidianos de los derrumbes en carreteras y caminos, al agua para consumo doméstico y para el riego de las sementeras, la iluminación en medio de este desastre que es la energía eléctrica, la escuelita o el dispensario abandonados por el gobierno regional y nacional.
Allí, como en algunos otros municipios, la gente logró elegir auténticos líderes comunitarios para estos cargos, y a pesar de las graves e inconstitucionales restricciones de recursos que han sufrido, reciben la confianza de sus comunidades y así, entre todos, logran avances para mejorar en algo la calidad de vida local.
Frente a la mediocridad generalizada del gobierno, su sectarismo y corrupción, estos municipios logran resolver problemas urgentes y emergencias, sumando esfuerzos y recursos, y hasta se atreven a trazar estrategias de largo alcance, como aquí que sueñan con seguir siendo unas comunidades rurales pero innovadoras, en una sabia combinación de tradición y vanguardia, de local y global. La lugarización, en síntesis.
Las experiencias sufridas en todos estos años nos obligan a repensar las alternativas al centralismo estatista sofocante y ruinoso. El mega-Estado concentrado ha traído mucha ruina a la nación venezolana, despreciando los enormes recursos que tiene el territorio, y causando irritantes privilegios de unos pocos lugares frente a las carencias generalizadas.
En la Constitución están las competencias del poder público municipal, que son muchas, de los estados, que son pocas, y en el poder nacional que son muchas, pero que en el socialismo del siglo XXI se tomó la de los otros poderes. Hoy los municipios están arruinados, pero tienen la responsabilidad frente a sus electores, los estados tienen recursos y hacen con ellos lo que les plazca, en cambio el poder nacional tiene casi todo y ya vemos cómo entre la ineficiencia y la corrupción sus frutos son las carencias de todo tipo.
Aplicando el principio de la subsidiariedad establecido en la Constitución, se debe avanzar hacia una verdadera trasformación del modelo de federalismo, para ir hacia uno más descentralizado y teniendo a la sociedad y al municipio como base, tal como lo establece el Estado subsidiario del plan “Tierra de Gracia” de la candidata de la unidad democrática María Corina Machado.
Hoy las ciudades y los términos municipales están tomando el protagonismo de su transformación y muestran un enorme dinamismo, sus autoridades y líderes sociales se reúnen en congresos regionales y mundiales, sectoriales o temáticos: ciudades sostenibles, inteligentes, tecnológicas, creativas, ciudades globales, turísticas, ciudades culturales, redes de ciudades pequeñas, intermedias y mega ciudades, y muchas otras. Las entidades multilaterales y muchos otros tipos de organizaciones crean programas de cooperación que apoyan todos estos procesos, en el convencimiento que el desarrollo urbano y local impacta la gran mayoría de la población y que de su suerte depende mucho la de cada día más gente.
En un mundo interconectado y cada día más y más orientado a las conexiones locales – globales, nuestro país debe avanzar hacia una nueva descentralización, que por diversas vías, ponga en el dentro de estos procesos a la sociedad civil y a las entidades locales. Desde los municipios nació Venezuela, a partir el cabildo de Caracas el 19 de abril de 1810 y los movimientos juntistas de los otros municipios, desde ellos y las bases locales debe reunirse la energía diversa y heterogénea que lleve a las nuevas realidades de una nación de bienestar.