Apóyanos

El Nacional en primera persona

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Semana  de mi cumple cincuenta y dos años en esta septuagenaria universidad  que enseña las exigencias de la libre comunicación escrita. Ingresé de asomada pues el título de Licenciatura en Letras que otorga mi adorada, hoy destruida Universidad Central de Venezuela, no acredita ni prohíbe explícitamente para ejercer la pedagogía ni el periodismo. Y llegué furiosa a través de Cartas a la Redacción, tan necesarias, respondiendo a unas declaraciones burocráticas del muy importante, prestigioso  intelectual Juan Liscano, entrevistado el día anterior a media página, donde aseguró que la juventud venezolana era floja, indiferente, ajena a los procesos culturales que adelantaba la democracia estrenada once años atrás.

Profesora de Literatura en liceos públicos y privados, para ese momento nueva en el Instituto Pedagógico que forma en diversas áreas a los profesores de la Educación Media, podía comprobar que aquel alumnado en su mayoría proveniente de las clases sociales más necesitadas de la provincia rural  y las urbes estadales estaban allí sufriendo privaciones a granel, habitando en curtidas pensiones y pobres residencias estudiantiles  capitalinas, con dificultades extremas para adquirir libros y materiales imprescindibles en su correcta preparación. Pero veía con agrado cómo  aquellos humildes recién llegados a nuestro departamento carecían del  dinero para comprar periódicos y recogían centavos para editar por un rudimentario mimeógrafo en hojas exténsiles, una revista llamada Helios (Sol), donde se estrenaban en el derecho a expresar por escrito, con dibujos y  caricaturas múltiples, sus reclamos y fragmentos creativos.

La indignada pero respetuosa carta fue publicada de inmediato en el diario   dirigido por Arturo Uslar Pietri y recibí vía telefónica la invitación a ingresar  con artículos, al inicio colaboradora ocasional, luego columnista semanal y así sucesivamente. AUP, además, me sugirió preparar dos reportajes urgentes, el primero sobre las desastrosas condiciones del oscuro local llamado Biblioteca Nacional que peligrosamente contenía valiosos y raros ejemplares a punto de dañarse. Y otro sobre el fenómeno de  alarmantes  migraciones planetarias, que comparadas con las actuales eran mínimas. Estímulos para ejercer este servicio con breves interrupciones, una motivada por la censura de un director a quien interrogué y alegó que se reservaba el derecho estatutario del periódico a rechazar opiniones, en mi caso, las vinculadas al judaísmo. Me marché y fui recibida sin condiciones en El Universal ayer conservador, hoy oficialista y regresé cuando el represor salió de EN. Tiempo después otro advenedizo en el cargo consideró que mis notas eran prescindibles en el nuevo diseño que comandaba, fui admitida de inmediato por Teodoro Petkoff para crónicas culturales en  su Tal Cual y al asumir su segundo turno Ramón J. en la dirección de EN, fui solicitada y volví.

De Uslar Pietri traté de aprender a sintetizar cada tema en cuartilla y media, de ambos Otero a respetar los distintos criterios, de Arístides Bastidas a simplificar educativamente lo complejo, de Oscar Guaramato a redactar sobre la marcha las noticias del día, de Miyó Vestrini a sensibilizar poéticamente la producción cultural, de R. J. Velásquez  a historiar el presente a través del ayer vislumbrando el mañana, de Argenis Martínez a envidiar con admiración sostenida su talento para el difícil arte que implica editorializar, en fin, es larga la lista de los grandes maestros, parcial por este corto espacio, pero habrá  la ocasión para uno largo que detalle su dimensión exacta incluidos nombres básicos de los quipos coordinados en las etapas de recepción, redacción, elaboración y de oficinas para atender al público. Quienes por décadas llevamos en mano los escritos a su antigua y actual sede pudimos apreciar desde muy cerca su mística laboral en un ambiente de cordial familiaridad con propios y ajenos. No por casualidad su fecha anual de aniversario reunía en taima festiva al  enorme, libre  país político, económico y cultural, sin distinciones.

¿Por qué ahora tanto me importa  dejar esta constancia  del yo-me-mi-conmigo que a muy pocos interesa y puede disgustar a muchos?

Pues contra la barbarie cuartelaría y palaciega, la bestialidad del garrote, el vacío cerebral y moral  de testaferros domesticados al mandato de Cuba,  al dominio criminal con o sin uniformes de la mafia narcomilitarista, prosigue la unidiversidad del civilismo, concepto fundacional de EN que por encima de sus ciclos en diferentes entornos políticos ha sabido corregir a tiempo sus errores de enfoque cuando percibe amenazada la libertad de expresión. Porque así es la naturaleza liberalista, por paradoja cada día más amenazada y débil en la globalizada Era Ciber.

Y por eso mismo conviene que retornen algunos expertos opinantes idos de su quehacer y de su vasto laboratorio mediático preservado en archivo seguro. Cualquiera sea la respetable causa de su ausencia notoria en las emisiones de su web, al igual que sucede con el actual partidismo político, es el momento urgente de unir las energías individuales y grupales, es de vital necesidad su presencia, renovarla ahora para beneficio colectivo, reacción esencial capaz de salvar lo que resta del periodismo venezolano ya casi atrapado del todo en la hegemonía comunicacional  totalitaria al estilo ruso de Pravda  y del cubano Granma, método que incluye las redes digitales sin Internet o represado bajo absoluto control. A consagrarlo como ley  ilegítima se dirige en primer lugar  la tramposa, falsa negociación oficial electoralista mediante su tradicional voto prostituido.

Es un hecho. La libertad se consigue mediante la unión estratégica consensuada para alcanzar un objetivo común, lo  que no significa unificación o uniformidad. Con totalitarios no se pacta, se los expulsa y la justa justicia que nunca prescribe se encarga de ellos.

Quien no reconozca o silencie tamañas verdades históricas, lejos de salvador es cómplice.

[email protected]

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional