OPINIÓN

El mundo después de Colón

por Fermín Lares Fermín Lares

Estatua de Colón derribada en St. Paul, Minnesota | GETTY IMAGES

“Era un hombre malo”, me dijo sobre Cristóbal Colón mi nieta mayor (9 años), quien va a una escuela pública en Washington, D.C. Lo mismo le dijo su hijo de 6 años a un amigo mío español. El niño asiste a clases en una escuela pública de la Ciudad de Alexandria, en Virginia. Tanto en Washington como en Alexandria se conmemora la llegada de Colón a América como el Día de los Pueblos Indígenas.

El nuevo gobernador de Virginia, republicano, ganó la primera magistratura del estado centrado en una campaña por el control de lo que se enseña en las escuelas. Su mensaje fue: los padres saben más que los maestros sobre la educación de sus hijos.

El candidato demócrata, Terry McAuliffe, iba cabeza a cabeza con su oponente en las encuestas. Pero ante una pregunta durante el debate con el republicano Youngkin, sobre si se debía permitir a los padres remover libros que ellos objeten de las bibliotecas escolares y de los programas de estudio, McAuliffe contestó con franqueza: “No creo que los padres deberían decirles a las escuelas lo que ellas deban enseñar”.

Fue una frase infeliz para la campaña de McAuliffe, explotada al máximo por su contendor, en un país donde los padres generalmente se involucran en la educación académica de sus hijos, estimulados por las propias escuelas, con reuniones periódicas individuales de padres y maestros, y con las llamadas asociaciones de padres y maestros.

Ahora, a McAuliffe no le faltaba razón. Una cosa es que los padres se involucren en la educación de sus hijos, ayudándolos con sus tareas, indagando cómo les fue en el día de clases, participando en actividades escolares que los beneficien, y, opinando, por supuesto, por lo que se les enseña en el aula. Pero otra es que los expertos en enseñar, elaborar los programas y adaptarlos a las necesidades de hoy son los educadores profesionales; con el aporte de los padres, si se quiere, quienes actúan como expertos de “sus” hijos.

Youngkin sacó de contexto la afirmación de McAuliffe y la hizo viral, limitando la racionalidad con la que se debe tratar el tema a comerciales de contados segundos en la televisión y a brevísimos mensajes en las redes sociales. Es como hoy en día se practica la política, con el abarrotamiento de mensajes breves, no desarrollados, que dan lugar a la toma de posiciones extremas de lado y lado, a la polarización y a la acumulación de simpatías por líderes autoritarios.Un tema tan sensible como el de la educación está sometido ahora a las vicisitudes de un bombardeo ideológico por Internet y la televisión, en el que la libertad se confunde con el libertinaje y el comedimiento con la restricción absoluta.

Reacciones como la de que Colón era malo, sustraídas del contexto en el cual operó el navegante, se deben en parte a ese fenómeno. Ocurre también al debatir temas como el del aborto, o el de la orientación sexual de las personas, la equidad o inequidad racial, los problemas migratorios. Se va a los extremos. Los medios de comunicación electrónicos, especialmente las redes, se llenan de “influencers”, personajes que influyen en la opinión de otros y que muchísimas veces no son expertos en nada. A estos se suman líderes políticos irresponsables, que abrazan posiciones superficiales para complacer a sus audiencias y arrimarlas hacia sus propias causas.

Desde el cumplimiento de los 500 años de la llegada de Colón a América, se inició una discusión que empezó con que si se trataba de un “descubrimiento”, que es como tradicionalmente se consideró el acontecimiento. Tal discusión llevó a aceptar que hubo un encuentro de dos mundos, por respeto a los habitantes precolombinos de las Américas. A partir de allí emergieron nuevos análisis del trato que les dieron los conquistadores españoles a los indígenas. Digo nuevos, porque a mí también me enseñaron en la escuela sobre Bartolomé de las Casas, quien escribió profusamente sobre el horrible trato (torturas, violaciones, asesinatos, esclavitud) que sufrieron los indígenas durante la Conquista, de los cuales él mismo participó por décadas, hasta convertirse en fraile dominicano convertido en denunciante de estos hechos.

La diferencia en el análisis es la perspectiva con la que se ve actualmente la relación entre los conquistadores españoles y los indígenas. Igual que como se ve actualmente la relación entre los blancos anglosajones y los pueblos originarios de Estados Unidos, y la todavía no resuelta discusión de la relación del blanco y el negro norteamericano (y el latino). El análisis no debería perder de vista el contexto histórico en el que se desarrollan los hechos, pues podemos llegar al extremo de distorsionar la historia hasta el punto de menospreciar la importancia de lo acontecido.

Con respecto a Colón, yo me acojo a lo expresado por un popular astrofísico estadounidense, el afroamericano Dr. Neil deGrasse Tyson, con estudios en Harvard, Columbia y exprofesor de Princeton. Para este científico, la llegada de Colón a América representa lo más significativo que le ha ocurrido a la especie humana. Ni lo mejor ni lo peor, aclara, pero sí lo más importante.

DeGrasse Tyson relata en un video que la última glaciación en la Tierra, hace miles de años, bajó el nivel del mar lo suficiente como para exponer el “puente terrestre” del Estrecho de Bering, que actuó como una ruta migratoria hacia América del Norte y luego hacia el Sur. Como nos enseñaron en primaria y bachillerato, euroasiáticos occidentales probablemente cruzaron el puente terrestre desde Asia hasta Alaska. El derretimiento de los glaciares, al final de la glaciación,dice el profesor, aumentó el nivel del mar, sumergiendo el puente terrestre del Estrecho de Bering. “Esto puso fin a cualquier migración adicional a América del Norte y bloqueó cualquier regreso a casa. En este punto, la especie humana estuvo separada en dos grupos aislados durante al menos 10.000 años, y no tenía conocimiento de la existencia del otro grupo. Eso terminó en octubre de 1492, cuando el encuentro colombino volvió a unir a la especie humana”. (The Dr. Neil deGrasse Tyson Joe Rogan Podcast About Columbus,en Italian.Americans.com).

El resultado final es que dos grupos separados se convirtieron en uno otra vez, lo cual hizo de este el acontecimiento más significativo de la especie humana.

DeGrasse Tyson también se refiere a la transmisión de enfermedades de los europeos hacia los indígenas y dice que si bien las enfermedades del viejo mundo podrían haber sido introducidas desde el primer viaje de Colón, lo más probable es que los indígenas transmitieran también la sífilis a los europeos, una enfermedad que ha matado a decenas de millones de personas en el viejo mundo desde el “Encuentro Colombino” (otro nombre que se le da al acontecimiento en Estados Unidos). Esta enfermedad solo se volvió tratable a principios del siglo XX.

1493 es un libro escrito por un periodista científico norteamericano, Charles Mann, sobre el mundo que se destapó después de la llegada de Colón a América. Un tema que sobresale en el libro es el de los cambios en la alimentación que el intercambio de los dos mundos generó. Las papas, los tomates, el maíz, los pimientos, la yuca y otras plantas nativas de América hicieron más que alegrar las ollas de Europa, África y Asia. Transformaron culturas, reorganizaron la política y engendraron nuevos sistemas económicos que luego se arraigaron también en el Nuevo Mundo.

La papa, por ejemplo, tuvo un muy importante papel nutritivo en el desarrollo de la revolución industrial. En cierto momento hubo un grado tal de dependencia de ese alimento en el continente europeo, que una plaga que afectó las cosechas en Irlanda entre 1845 y 1849 causó la famosa hambruna de la papa en Irlanda, con 1 millón de muertos, 1 millón de emigrados y más de 100.000 muertes en otros países del viejo continente. De aquella emigración salieron los Kennedy, por cierto. En Alemania, existe una plaza con una estatua dedicada a la papa, según el libro de Charles Mann. Otro ejemplo es la planta del caucho. Muchas máquinas grandes y pequeñas no podrían funcionar sin las arandelas de caucho entre los metales que las componen.

No nos favorece en nada que la educación que reciban nuestros hijos y nietos se basen en la superficialidad con la que se debaten hoy día los temas importantes de nuestras sociedades. Se llame Día de la Raza, Día de la Hispanidad o Día de los Pueblos Indígenas, la conmemoración de hoy es de un día sumamente significativo. En los dos lados del Atlántico, somos en mucho producto de este gran acontecimiento. Nada más exagerado y fuera de la realidad que conmemorar el 12 de Octubre como el Día de la Resistencia Indígena. Valga recordarlo.

@LaresFermin