Estos tiempos de Semana Santa son propicios para reflexionar sobre nuestra fe. Los venezolanos son un pueblo creyente y luchador, que está atravesando un largo desierto que pone a prueba el ánimo de millones de compatriotas. Hoy más que nunca es necesario estar unidos en oración y mantener la convicción de que vamos a lograr emancipar a nuestra gran nación. Sabemos que el país está enfrentando su hora más oscura, un grupo de abyectos desalmados, mantienen secuestrada a la tierra de Bolívar. No pocos ciudadanos han luchado con sus fuerzas durante años para que caiga la tiranía, sin obtener el éxito merecido.
Venezuela se moviliza en estas fechas a las iglesias para conmemorar la Pasión de Cristo, es un tiempo en el que los creyentes elevan sus oraciones con la convicción de ser escuchados.
Muchas de esas plegarias son por nuestra golpeada nación, para que millones venezolanos vuelvan a reencontrarse.
Es necesario que la atroz dictadura que ejerce el control del país sea desmontada. Una nueva generación merece conocer a la democracia. No es imposible lograr el cambio, pero hay que comenzar por organizar una nueva fuerza social. Mientras eso ocurre, el pueblo se prepara para vivir otra Semana Mayor aferrado a la esperanza de un mañana mejor y esperando que ocurra un milagro que nos restituya la libertad.
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