OPINIÓN

El martes pasado

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

El martes pasado habló, pero a decir verdad habría que descifrar más de un giro de su discurso. Quizás lo más simple sea constatar que en Caracas y algunas ciudades del interior hubo movimiento, bastante más del acostumbrado en los últimos inermes tiempos. Hasta represión hubo. Y el liderazgo, básicamente diputados, estuvo poniendo el pecho en medio de la multitud, para empezar Juan Guaidó. En síntesis no fue el pueblo retomando sus calles, pero sí hubo un despertar de la energía y la ira popular que no es, cuantitativa y cualitativamente, insignificante. Que  sea el inicio de un continuado y creciente ascenso de la rebeldía popular contra aquello que la humilla y le roba el pan y la vida está por verse. Creo que agregar más al respecto es cuestión de consignas políticas.

No se puede dejar de señalar que el gobierno repitió sus abusos dictatoriales ya permanentes. La contramarcha amenazadora, el veto a la capital de la República que hace rato decidieron que es propiedad privada el PSUV y sus bandas asociadas, la suspensión del Metro, la militarización de la ciudad, las estupideces cínicas de sus líderes de pacotilla. Es ya un rito sistemático de la antidemocracia. No vieron necesidad de herir y matar. Es algo.

Se trataba de aprobar un documento, el Pliego Nacional de Conflicto, lo cual se hizo, que además de ser un resumen de los atropellos a los derechos políticos y sociales de los venezolanos y la impostergable necesidad de unificar nuestros esfuerzos para restituirlos, dejaba muy claro el principio de que es impostergable una elección presidencial, en condiciones dignas y confiables, que nos libere del tirano (Acuerdo 2). Dicho, de otra forma, que no vale la pura elección parlamentaria y tampoco las maneras en que se está confeccionando ya que lo está instrumentando el gobierno consigo mismo, es decir, con la mesita. Es bastante.

Pero no deja de ser una interrogante mayor y a lo mejor una variante moderada del famoso mantra, ya que el cese de la usurpación sería con el usurpador en el poder y, quién quita que como candidato. Lo cual no lo veo tan conflictivo, lo importante es que se vaya y no vuelva, cuanto que esas condiciones de sanidad electoral exigidas que supuestamente habría que transarlas con sujetos tan poco pulcros como los que se ha de derrotar, a la cabeza Maduro.

Ya vimos que la unanimidad para elegir a los postulantes de candidatos que se topa ahora con cuál de las dos asambleas va a continuar el procedimiento, la de Guaidó o la de los asaltantes con la Guardia Nacional. No es fácil de resolver. No olvidar que a la Asamblea desde que nació se la declaró impotente. Todo parece que va a terminar en las no muy torcidas manos del TSJ. Y a partir de allí es de imaginar la de dificultades que va a haber para arreglar todo lo que hay que arreglar institucionalmente. Desde invitar gente de bien para observar, «observar» dijimos, el proceso en su integridad. Darle su derecho al voto a todos los compatriotas, también a los migrantes que ya son millones. Rehabilitar a partidos y personas inhabilitadas, presas y perseguidas por razones políticas. Asear el TSJ y disolver ese engendro que es la constituyente. Más poner al día y limpiar tecnologías, auditorías, padrón…Y, dígame ahora, con el cuantiosísimo incendio.

Y yo le hago una pregunta a los votófilos, sin muchos prejuicios: qué va a pasar cuando, luchando contra esos gigantes que no son molinos, obtengamos un resultado al menos ganador, no olvidemos que las garras del adversario y sus cortesanos van a sacar su tajada, diferencia que seguramente nos van a mermar a punta de represión permanente de los más y una que otra compra de almas, como ahora. Y Maduro seguirá mandando sin fecha de caducidad y relegitimado. Y Guaidó, ¿qué pasará con Guaidó? Y como quiera que Maduro va a seguir en Miraflores, en el más idílico de los casos hasta el revocatorio, que ya driblaron una vez, a lo mejor vamos a tener que apelar al modelo chino de Lorencito y los Vollmer para no desaparecernos por falta de alimentación y remedios (por cierto el coronavirus…). Y vamos a tener que pelearnos con los amigos extranjeros para que quiten las sanciones, cuestión de sobrevivencia. Total que sería un jaleo las tales parlamentarias para las que nos invitó Ramos Allup, con condiciones aclaremos.