La incertidumbre electoral nos remitió a releer el Manual Político Venezolano a propósito del acontecer político venezolano, pasado y presente, con miras a nuevos escenarios al que se suma la disposición del régimen para mantenerse en el poder lo que nos obliga a tomar de toda composición musical, la técnica del afinamiento en cada uno de sus instrumento por lo que comentar el Manual Político del Venezolano de Francisco Javier Yanes, nos luce la más eficiente referencia, para no repetir el legendario tropiezo con la misma piedra. Se trata de un ensayo, del cubano-venezolano Francisco Javier Yanez, escrito en 1839, a propósito de la separación venezolana de Colombia y en consecuencia la reconstrucción de la República, nacida en 1811 y al que hemos vuelto. Por supuesto, que aquel proceso se venía tejiendo a conocimiento del Libertador, y previo a su fallecimiento, el mismísimo año 1830, muere Colombia “La Grande” y renace la Venezuela republicana y la disposición de militares y civiles, plenamente convencidos de la necesidad de la separación que no resultó traumática, lo que se corrobora con la vigencia de su primera Constitución, que es una larga historia.
De la primera década de un gobierno, sin el liderazgo de Simón Bolívar, nos da cuenta el Manual Político del Venezolano que bien puede considerarse como una cartilla para fomentar una conciencia cívica, a los fines de la convivencia política y a juicio del historiador Tomas Straka se trata de “la obra cumbre de nuestra ética cívica de los primeros tiempos”. Nacido en Cuba (1777) e instalado en Caracas desde 1802 a los 25 años, hasta su muerte en 1842, dedicándose a la República con su esfuerzo intelectual, condensado en 38 volúmenes, que para sus compiladores, los académicos Inés Quintero y Rogelio Pérez Perdomo:
“Es la piedra angular para la historia de nuestro pensamiento político y constitucional” porque no se trata sólo, de los fundamentos filosóficos e ideológicos de la nueva República, sino en el desarrollo de un pacto político para social, comenzando por recomendar: “Que el gobierno civil es la suma de las fuerzas físicas y morales que la sociedad deposita en las mano de aquellos que ella elige y cree a propósitos para conducirla a su término, que es la felicidad, único objeto del ser individual y social … El gobierno pues, se ha instituido para la protección y seguridad y para la felicidad común de los miembros que componen la sociedad; y no para el beneficio, honor y utilidad de algún hombre, de alguna familia, o alguna clase de hombres en particular … todo a los efectos de la libertad política es un medio para garantizar la libertad civil… solo posible en un régimen constitucional — que no puede tener lugar en los Estados despóticos, porque bajo el despotismo una Constitución sería una incongruencia, mediante a que ella tendría que poner límites a un poder ilimitado por su naturaleza… porque los gobiernos son hechos para los gobernados y no los gobernados para el gobierno… los gobernantes en cuanto a gobernantes no tienen derechos, sino obligaciones, pues los que se llaman derechos no son en realidad otra cosa que el medio social les da para que puedan desempeñar las obligaciones que les impone».
De la inobservancia de aquel tratado la tragedia reiterativa de regímenes despóticos, nepóticos y corrompido a lo largo de más de 100 años de vida republicana y para muestra, la veintena de constituciones, confeccionadas por el sastre de las desmedidas ambiciones e intereses oscuros de cierta dirigencia política, economía y militarista y a pesar de estar escritas, su letra luce desapercibida ante las constituciones no escritas, al buen decir del intelectual venezolano Domingo Alberto Rangel “que tienen en lo económico sólo tres artículos: ¿Cuánto hay para eso? ¿Cómo quedo yo ahí? y cogiendo aunque sea fallo” por lo que estamos comprometidos a leerlo en estos tiempos en que, el sistema democrático exige repensarse, ante la muerte insepulta de las ideologías y sus viudas, izquierdas, derechas y sus mal paridas “ultras”.
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