En Lublin [Polonia], a principios del siglo XX, Yasha Mazur destacaba por su habilidad para estafar de diversas formas, una de las cuales convencer a la gente que era capaz de realizar «actos de magia». Se trataba de un personaje muy conocido en Polonia Oriental.
Tenía por oficio recorrer distintas localidades para presentar sus espectáculos de magia, que incluían la acrobacia y escapismo. Sus habilidades ilusionistas no se focalizaban en escenarios. Pasaba por judío y era persuasivo. No tenía dificultades para experimentar la vida de mago y otra mundana, lo cual le permitía conocer muchas mujeres y dedicarse a trampear.
Por períodos largos, dejaba sola a su esposa [una judía auténtica] so pretexto de cumplir con programadas giras. Sin embargo, llegaría el día cuando Yasha ya no pudiera escapar a de los problemas que buscaba como hacía durante sus espectáculos ante el público. Tendría que tomar decisiones respecto al rumbo de su existencia. Era mujeriego, embarazaba irresponsablemente mujeres cuyos hijos nunca reconocería, jugaba cartas y se endeudaba con frecuencia.
En tiempos cuando el Viejo Mundo no estaba tan industrializado o desarrollado tecnológicamente, no era rara la movilización [poblacional masiva] de individuos sin «oportunidades laborales» y sometidos a enfermedades, cambios climáticos extremos, hambrunas y raterismo.
En uno de los más dramáticos episodios existencialistas de El mago de Lublin (1), ebrio, Mazur levanta su mirada hacia el cielo para gritarle a Dios que no creía en él: era imposible que existiera. Estaba decepcionado de todo, abrumado por sus vicisitudes, engaños.
En otra ocasión quiso conseguir mayor cantidad de dinero con la propuesta de lanzarse desde una edificación de varios pisos de altura, y caer de pie sin sufrir lesiones. Logró recoger una gran suma de dinero que luego, la noche antes de realizar el acto anunciado, perdería jugando cartas.
Por presión popular, Yasha Mazur se ve compelido cumplir con lo convenido y acude al encuentro con lo que sería una muerte segura. Lo hace, se lanza desde el más alto piso del edificio del lugar. Sorprendentemente, la intervención de alguna divinidad impide que su cuerpo impacte contra el piso y fallezca. Los espectadores quedan admirados, pero el «mago» se reprochará haber negado la existencia de Dios y se sumirá en un conflicto que lo empujará regresar a su lugar de procedencia, donde comienza a construir con piedras y cemento una especie de cúpula en la cual –penitente- se encerraría hasta el final. Pasaría cierto tiempo oculto en esa especie de concha donde acudían sus paisanos para pedirle consejos, platicarle sobre sus problemas, llevarle alimentos o simple curiosidad.
Su desaparición [que no muerte] sucedió luego que un pequeño grupo de hombres irrumpió en la aldea buscándolo con el propósito de asesinarlo, castigarlo con la pena capital por haber preñado y abandonado a una hermana de quienes capitaneaban el propósito de lincharlo. Con porras, se propusieron demoler ese caparazón de hormigón que Mazur se había construido para enmendar su licencioso y pasado estilo de vida. Lo hicieron con fervor e iracundos. Al culminar la tarea, buscaron, infructuosamente, el cadáver el «mago». La súbita aparición de un ave precipita la imaginación de los testigos. Yasha Mazur habría transmigrado.
En este filme lucen magníficas las tonalidades grises, el suspenso, la exaltación de los ánimos de quienes se mostraban víctimas del mediocre ilusionista tanto por sus acciones fraudulentas como sus hábitos de mujeriego. Miramos la película y nos trasmutamos, fundamentalmente, hacia la realidad y tiempo del personaje principal. Ello a pesar que el final del rodaje, su desenlace, nos presenta personajes secundarios que despiertan gran interés. La expectante música nos atrapa, agita nuestros espíritus, mantiene alerta la mente y cuerpo de quienes miran The Magician of Lublin.
NOTA
(1)
Año: 1979. Duración 114 min. País: Israel. Dirección: Menahem Golan. Guion: Menahem Golan, Irving S. White y Sheldon Patinkin. Basada en la novela de Isaac Bashevis Singer. Música: Maurice Jarre y Dov Seltzer. Fotografía: David Gurfinkel. Reparto: Alan Arkin, Louise Fletcher, Valerie Perrine, Shelley Winters, Lou Jacobi, Warren Berlinger, Shaike Ophir, Lisa Welchel, Maia Danziger y Linda Bernstein, Zachi Noy. Productora: Coproducción Israel-Alemania del Oeste; Geria III / Golan-Globus Productions. Género: «Drama»).
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