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El lobo grita que viene la chica

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«It is I. Your uncle Scrooge. I have come to dinner”* (CHARLES DICKENS)

Estos dedos bailotean sobre el teclado mínimo de mi tablet de viaje un sábado de diciembre. No es un sábado cualquiera. Es el único sábado del año en el que la familia celebra una reunión familiar de Nochebuena. Actualmente, se oye decir a la gente con frecuencia que no le encuentra el carácter religioso a estas fechas de invierno. Yo creo que estas dos semanas rinden tributo a la idea cristiana de la Navidad y creo que reúnen a la familia, pero cada cual vive estas fechas como puede. Habrá quien piense que me engaño y que el espíritu de Navidad no existe. Quienes opinan así suelen acompañar sus argumentos con críticas a la literatura navideña, al Cuento de Navidad de Dickens, a los villancicos y las luces. La gente que no cree en la Navidad deja ver su malestar con la Iglesia, los belenes, el turrón y los regalos del Día de Reyes. Sería razonable esperar de ellos una actitud contraria al disfrute de las vacaciones navideñas, las felicitaciones y los buenos deseos.

Es cierto que no todas las reuniones familiares resultan agradables, sobre todo cuando a alguien se le ocurre hablar de temas controvertidos como la política, la religión, la economía o la sexualidad. A mí particularmente me gusta hablar de todo. Entiendo, no obstante, que hay momentos adecuados y momentos inadecuados para tratar determinadas cuestiones.

Sería bueno aprender a escuchar al otro. Esta mañana, mientras pensaba en esta columna en un café, volví a observar cómo la gente escucha poco y habla mucho. Un hombre de la mesa de al lado le contaba a una mujer qué iba a hacer durante estos días. En la conversación -no puede evitar oír- el individuo pareció interesarse por la estancia en la ciudad de su interlocutora que comenzaba a compartir el plan de estos días, para olvidarse de ella y seguir con su propio relato.

Ojalá yo sea consciente de estas cosas. No quiero no darme cuenta. Quiero ser capaz de ver el cuadro desde más de un lado. Es bueno caminar como hombres y soñar como pájaros. Cada vez que uno lee un texto poético deja su naturaleza ordinaria y se convierte en gorrión, en mirlo o en halcón porque «a veces el héroe tropieza y cae, la princesa no quiere que no la salven y el dragón necesita que alguien le rescate» (…) «a veces el lobo grita que viene la chica». **

 

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Soy yo. Tu tío Scrooge. He venido a cenar» (Dickens)

**»Sometimes the wolf cries girl» (srwpoetry)

@eugenio_fouz

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