Todo el mundo empezó a comentar, conversar y aportar sobre “proyectos” e “ideas” ante una “fiebre” del litio.
El litio será (es) importante para la matriz económica de cualquier sociedad, es indudable, pero para que sea una verdadera herramienta generadora de dinero, empleo y rentabilidad con costos razonables de operación se requieren proyectos bien pensados y planificados, inversiones multimillonarias y plazos de maduración que no son cortos.
Veamos:
El litio es, para darle una definición general, un metal muy ligero con densidad de aproximadamente la mitad del agua. Su principal propiedad es la “conducción” o “almacenamiento” de electricidad. De momento, allí radica su importancia para la emergente industria de vehículos, trenes, camiones y hasta aviones que funcionen a electricidad (con baterías de litio).
No se encuentra el litio en estado “natural”. No hay forma de ir caminando en algún páramo y “encontrar” litio y llevárselo a la casa; sino que viene “en medio” o “mezclado” en salmueras y otras rocas. Los geólogos sabrán disculpar el lenguaje coloquial de la descripción. Para su procesamiento se requiere, obviamente, máquinas que se mueven a combustibles fósiles, o electricidad y mucha agua. Es toda una industria extractiva/minera de alto uso de dinero.
Como “almacena” tan bien la energía (la electricidad), se usa actualmente para fabricar pequeñas baterías de aparatos móviles, computadoras, marcapasos y ahora vehículos eléctricos.
Pero faltan los dos factores que harían del litio menos costoso y más accesible: escala en las inversiones y volumen en la explotación.
Como el litio empezó a ser demandado, su precio se disparó a la nube, vean tabla comparativa: precio del litio por tonelada y su evolución anual desde 2012: (Fuente: World Of Statistics).
No faltan aquellos que dicen que el litio es el «nuevo petróleo» o el nuevo “oro blanco”. Es posible que el litio, conceptualmente hablando, tenga un valor importante para la economía de la sociedad, pero nunca será tan importante como el petróleo (que para tristeza de los fundamentalistas verdes aún no se terminará, al menos no en esta generación); ni será tan importante como el oro. Pregunten a cualquier banquero o economista: el oro seguirá dominando como patrón en la economía, aunque emerjan las monedas digitales, etc.
De momento, el oro es insustituible; entonces las afirmaciones de que el litio es “un nuevo petróleo” o un “nuevo oro” pecan en algo de excesivas. Porque adicionalmente sucede que para que el litio tenga la importancia y peso debido en la economía, primero debe ser explotado y eso requiere, como anticipamos líneas arriba, de muchísima inversión a escala y uso de recursos para su explotación (petróleo, electricidad, agua). De manera que no quisiera pensar en que estamos ante el surgimiento de nuevos fundamentalistas del litio.
Argentina, Bolivia y Chile cuentan con cerca de 65% de los recursos mundiales de litio. Y curiosamente es un recurso que no precisamente está en lugares conocidos, hoy, por ser políticamente muy estables o que tengan mucha fuerza de atracción de inversiones privadas por sus modelos estatistas que dirigen la economía.
Coincido con el investigador Víctor Delbuono, que afirma, sobre el potencial del litio, que “es un sector que requiere de mucha inversión de capital”. Coincido con él en que el litio es «un vector energético» que «almacena, pero no genera energía» y que este no será el nuevo petróleo. De forma que el litio es rico por “transportar” o “conducir” la energía, pero no es energía.
Así que de todas maneras el mundo seguirá: 1) consumiendo petróleo, con mejores tecnologías de reducción de emisiones; 2) consumiendo gas natural, como puente de transición de fósiles a renovables; 3) generando electricidad vía solar y eólica para reemplazar, en lo que se pueda y a pasos concretos, el uso de fósiles; 4) utilizando energía atómica, quizá con nuevos modelos tecnológicos y que brinden seguridad; 5) generando electricidad vía agua (hidroeléctricas) con mejores políticas de respeto al medio ambiente; y 6) se continuará en la búsqueda de nuevos elementos que puedan almacenar energía. El litio entra en este concepto.
Adicionalmente al alto volumen de dinero que se necesita para la industria del litio, para consolidarla, los académicos y expertos están trabajando ya en lo que se denomina: baterías “post-lithium”.
La era del post-lithium va a llegar de la mano de baterías de sodio (Na), potasio (K), magnesio (Mg), calcio (Ca), cinc (Zn); todo por el avance de la tecnología.
En forma paralela a explotar el litio, comercializarlo e integrarlo a la matriz económica de la sociedad, en la misma forma se está trabajando en otras alternativas para, precisamente, no “anclar” a la sociedad a un solo elemento. Sino tener varios a disposición.
Solo un detalle que los expertos mencionan: algunos de esas nuevas baterías (aún desarrollo e investigación), incluso producir dos y hasta tres electrones por átomo, mientras que cada átomo de litio solo es capaz de producir uno.
De forma paralela al litio se están desarrollando programas tecnológicos para construir baterías tipo metal-aire (O2) o metal-azufre enfocadas en tener mayor capacidad de almacenamiento.
Ciertamente, el par de ejemplos aquí citados se queda corto. En tanto estamos enfrascados en densas legislaciones (en países latinoamericanos) de burocracia y de pesadez estatal, el mundo está buscando, el primer mundo, soluciones tecnológicas para que el litio no sea única fuente de almacenamiento de electricidad.
La industria de la electricidad y su almacenamiento está moviendo fórmulas para: 1) generar electricidad a menor coste; 2) tener herramientas e almacenaje que sean de alta eficiencia y construidas a bajo coste; 3) mejorar la tecnología para hacerla más accesible a la gente.
La conclusión general: el litio es importante y será siempre un elemento de la economía de la sociedad, pero con obsesiones y sin capital a escala su incorporación a la rueda económica será complicada, como ahora, que hay inmensas reservas de litio sin actividad y sin estar en la economía global.
@BorisSGomezU