OPINIÓN

El lío de Edmundo

por Ana I. Sánchez Ana I. Sánchez

Edmundo González Urrutia se presentó el sábado en la Puerta del Sol, en Madrid

Edmundo González no va a ser la solución para Venezuela. Y cuanto antes lo asumamos, mejor. Sería catastrófico seguir cerrando los ojos a esa realidad y confiar en que el diplomático se presentará el 10 de enero en su país para reclamar la Presidencia porque todo apunta a que no lo hará y el golpe será el doble de duro. Maduro, desde luego, lo tiene muy claro y está esperando ese momento para que la oposición se desinfle sola, desilusionada y dividida. ¿Quiere esto decir que hay que rendirse ante el chavismo? Al contrario. Lo que quiere decir es que hay que trazar un plan B.

No se puede ser un héroe sin estar dispuesto al sacrificio. La heroicidad sale de dentro. No puede forzarse porque entonces deja de existir. En una entrevista publicada el sábado en este periódico, María Corina Machado contaba a Andrés Gerlotti el coste personal de luchar contra la tiranía desde la clandestinidad, viviendo prácticamente en una cárcel para no ser encontrada, detenida, seguramente torturada y quizás asesinada. Es una heroína. Edmundo ya no quiere. O ya no puede. O ni quiere ni puede.

Las fotos que se han venido distribuyendo hasta ahora de Edmundo han sido cuidadosamente elegidas y no permiten apreciar el estado real del opositor, pero este jueves acudió a la clausura del Campus FAES en la que hablaron Aznar, Feijóo y Roberta Metsola. Uno de los invitados lo encontró «mayor, muy desmejorado por el estrés y los compromisos. Distante. Son dos Edmundo, el embajador es distinto del presidente. Se vio sorprendido por la solidaridad de Aznar, Feijóo y el Partido Popular Europeo». Y un apunte tan importante como lo anterior: «llegó rodeado de gente cuestionada, que no eran sus amigos y que no lo quieren. Nuevos actores».

El lío, el problema, o la triste realidad –como lo queramos llamar– está sobre la mesa. Edmundo González ha puesto su situación personal por encima de la lucha política en su país. Su sacrificio llega hasta el exilio que, habiendo sido elegido por él ante la alternativa de acabar muriendo en la cárcel, no deja de ser un drama porque le ha obligado a dejar su vida, su país y sus seres queridos.

Podemos pensar si fue un error de la oposición venezolana haber encumbrado a Edmundo siendo un hombre con tantas debilidades: diplomático jubilado, 75 años, problemas de corazón… Pero precisamente ese perfil fue el que permitió sortear el veto sistemático de Nicolás Maduro a cualquier candidato mínimamente fuerte que aspirara a presentarse a las elecciones. Edmundo fue la única baza posible, el instrumento que permitió llevar a las urnas el rechazo de la población al chavismo.

Debatir si es un héroe o no, si se ha sacrificado suficiente o no, si se le debe exigir más o no, es hacerle el caldo gordo al chavismo al desviar el debate de lo fundamental: cómo echar a Maduro del poder. Es lo que hay que conseguir vuelva o no Edmundo a Venezuela el próximo día 10.

 

Artículo publicado en el diario ABC de España