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El liderazgo de María Corina Machado y la necesidad de construir outsiders

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Si bien un conjunto de emociones se conjugan con el incuestionable liderazgo de María Corina Machado, para generar un ambiente de confianza devenida de su línea constante de acción y coherencia, que logra verter cascadas de esperanzas de cambios del sistema político actual pálido y fracasado, pero que a su vez también representa la obligación de evaluar con especial circunspección la posibilidad subyacente de que no se produzca su habilitación política.

Tal desafío es por ahora el escenario evidente, partiendo de la coyuntura del presente, donde aparentemente se le confiere a las negociaciones internacionales (Barbados-Washington) esa posibilidad. No obstante son aseveraciones meramente especulativas, donde el único supuesto medianamente potable, es el de la realización de elecciones, en un ecosistema de quizás mayores posibilidades, en torno a las garantías, la transparencia y la observación del proceso electoral por organismos de alta talla.

Estando en esta posición debe decirse que las negociaciones internacionales han sido un campo minado para la oposición que ha fracasado en el proceso organizativo del país, y se ha obligado aterrizar en la necesidad de ceder en todos los obstáculos en cuanto a las sanciones, para alcanzar un paquete electoral teóricamente con posibilidades reales de conquistar una victoria. Pero la verdad inexorable es que ni el levantamiento de sanciones, ni la liberación de Alex Nain Saab deben suponerse como una garantía de habilitación política de María Corina, de quien deberán reconocer propios y extraños ha tenido las destrezas y las audacias para manejarse en la compleja posición de dar pasos en contra vía de sus posiciones históricas, pensando quizás en el salto cualitativo que representa la flexibilización de su carácter en el campo internacional a la hora de consolidar su liderazgo, y ser el referente de cambio y democracia en el país.

Ahora bien, las perspectivas son diversas, MCM deberá prepararse responsablemente para ceder el testigo si le correspondiese hacerlo, “estamos llegando a la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz», como sentenció el poeta cubano José Martí. El proyecto hasta el final, como bien lo ha definido debe coronar la democratización del país más allá del vehículo que soporte la misión. Soltar las amarras del personalismo y las ambiciones clásicas que caracteriza a las figuras políticas en Venezuela será el beneficio más grande que pueda asumir, porque se trata verdaderamente de la sobredimensión de su liderazgo para guiar al pueblo venezolano al gran objetivo minimizando las posibles fragmentaciones que es una de las aristas centrales del gobierno en su enfoque de evitar ser desplazados del poder.

Aclarada la intención verdadera del liderazgo que se ha acrecentado en los últimos acontecimientos, hasta llegar a las elecciones primarias, MCM tendrá que superar todas las justificaciones que establezcan su liderazgo con analogías pueriles de superpoderes y aquello de que si no es ella no será nadie más, porque lo único real es que el país transita momentos de trascendencia en lo tocante en la forma de manejar el Estado, y la sensación es de hastío general en la población, en la Venezuela recóndita y profunda, que el mismo Hugo Chávez llamó las catacumbas, pero aun con todo este corolario y diversos análisis permanentes no se genera tan fácil la categoría que deberían conferirle estos hechos a la ansiada unidad política, probablemente por el incomprensible entramado entre el gobierno y la diversa oposición, donde seguramente las voces de la desconfianza se apoderen de MCM y su círculo de asesores, creyendo la imposibilidad de producir la circunstancia ideal del consenso bajo una figura alterna, que sume y aglutine no solo las fuerzas políticas opositoras en materia de organizaciones y partidos, sino que logre con la fuerza, compromiso y pasión que le caracterizan a MCM, migrar a la gran masa decisora como la única oportunidad de salvar la nación. Porque en realidad si terminamos perdiendo por divisiones y caprichos una oportunidad electoral como se viene planteando, el día después seremos tierra arrasada.

De entrada no se podrá a culpar a MCM de todo, también se deberá reconocer que la relación perversa y cómplice de sectores del gobierno y la oposición atentan continuamente contra la posibilidad real de la habilitación de MCM, en vista de ser quien ha tenido la fuerza social arrolladora de poner a prueba la capacidad real de resiliencia de las maquinarias políticas, tanto de quienes ostentan el poder en el caso del gobierno y el partido PSUV, encontrándose perturbadoramente minimizados por la participación de la ciudadanía en las elecciones primarias y también por el estruendoso fracaso del inútil referéndum sobre el Esequibo, de igual forma quienes desde siempre han dirigido la oposición venezolana, hoy todos desplazados por el liderazgo emergente de Machado, pero aun con todas las escalofriantes realidades que orbitan en la oposición venezolana, el talante democrático, el compromiso y la responsabilidad histórica se pone a prueba en la necesidad de construir alternativas y los outsiders para llevar a la oposición al país a puerto seguro.

Algunos nombres que cobran mayor fuerza, prestigio y vigencia en estos momentos para la construcción de alternativas son:

Andrés Caleca: su ánimo de construir un liderazgo desde las bases sociales, desde el sector de los trabajadores y educadores, ha significado sin lugar a mínimas dudas, la opción de estar en presencia de un liderazgo absolutamente diferente, sin el compromiso cómplice y tradicional de los partidos, que toman decisiones partiendo de sus intereses y no de los ciudadanos, sigue Caleca construyendo una imagen de unidad, consenso y entendimiento con todos los sectores políticos del país.

Andrés Velásquez: ha demostrado un espíritu de lucha incansable, es una figura de fuerza y liderazgo intachable en los actuales momentos, posee el reconocimiento de diversos sectores partidistas y también sociales de todo el país, su coherencia y constancia, vuelven a estar de relieve en un momento donde el país requiere tolerancia, pero también coherencia y compromiso con la libertad y la democracia.

Jesús María Casal: desde el desarrollo del proceso de primarias, demostró capacidad para asumir compromisos con el país a pesar de los tantos obstáculos a lo interno de la propia oposición, como la persecución que experimento por parte del gobierno, es una figura que escala desde las academias, demostrando inteligencia práctica para conducir y habilidad para aglutinar a todos los sectores de la oposición venezolana.

Gerardo Blyde: ocupa una posición política de alto calibre, es el referente de las negociaciones internacionales, se supone que maneja los hilos de comunicación y contenido que pocos conocen, representa para el sector opositor el hombre de mayor peso a la hora de establecer acuerdos con el gobierno y para el gobierno representa el hombre de entendimiento y equilibrio en una probable transición.

Teniendo absoluta conciencia de la realidad histórica del país, se deben considerar todos los escenarios, mantenerse en uno solo sería sin sentido que se debe evitar, un error que pueden significar un gran descalabro, y de la conciencia que representa las oportunidades de cambio de la nación, ponderar que la unidad política, empuje y liderazgo nacional para tomar la mejor decisión parten en los actuales momentos de la figura de María Corina Machado, por ello se cree que es un momento de mucha conciencia nacional, oyendo una y otra vez aquello que expresaba Alí Primera, el cantor del pueblo: “La inocencia no mata al pueblo. Pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia si en eso me apuesto el alma.”

@jufraga12

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