Analistas e historiadores coincidirán, sin duda, en catalogar el tiempo que vivimos como uno de los más convulsos de la historia contemporánea. Una de las más graves inquietudes colectivas deriva de la ausencia de liderazgo, de grandes liderazgos. Alarma su vacío, pero especialmente la confusión entre liderazgo y poder, entre liderazgo que ayuda a comprender los problemas y propone salidas eficaces, creíbles, duraderas, fundadas en acuerdos, y, por el contrario, liderazgos o intentos de liderazgo que confunden influencia con imposición, lenguaje directo con amenaza, estrategias inspiradas en el respeto y el interés mutuo con tácticas al servicio de la arrogancia, la irresponsabilidad, los objetivos y las ambiciones personales.
Solo a modo de ejemplo salta a la vista la comparación entre dos esquemas de relaciones, las ejemplificadas en los encuentros Trump-Zelenski y Trump-Sheinbaum. Los juicios respecto del primer caso van de la percepción de enfrentamiento a la de fracaso, de la posibilidad de acuerdo a la radicalización de posturas, del diálogo posible a la crispación y el rompimiento, del paso de los argumentos a las amenazas.
Para el segundo encuentro, la visión más coincidente es la del acuerdo, del respeto, del diálogo con resultados. Trump, de hecho, ha suspendido, temporalmente al menos, la mayoría de los anunciados nuevos aranceles a México. “Lo hice como una adaptación y por respeto a la presidenta Sheinbaum. Nuestra relación ha sido muy buena y estamos trabajando duro, juntos» ha dicho. Y lo ha ratificado Sheinbaum: «Tuvimos una excelente y respetuosa llamada en la que coincidimos en que nuestro trabajo y colaboración han dado resultados sin precedentes, en el marco de respeto a nuestras soberanías».
La historia está llena de ejemplos de liderazgo excepcional, cada uno con lecciones únicas que trascienden su tiempo. Si algo los vincula, nada más para pensar en líderes del siglo pasado es, sin duda, la disposición a superar viejas posturas, a buscar soluciones pacíficas y duraderas, a pensar con sentido de grandeza y de humanidad, a preferir el diálogo a la confrontación, a negarse a posturas abiertamente intransigentes. Quienes desarrollaron este estilo de liderazgo ahorraron confrontaciones, abrieron caminos a la esperanza, apostaron por un mundo más vivible, más prometedor.
El mundo de hoy está urgido de un liderazgo inspirador, basado en valores, en principios, en los grandes fines de la sociedad. El liderazgo inspirador es la capacidad de motivar y guiar a un equipo hacia objetivos comunes sobre la base de la comunicación veraz, no del ocultamiento ni de la mentira. Es la capacidad de influir en las personas para alcanzar un objetivo común. Los líderes inspiradores fomentan la confianza y la colaboración, no reemplazan a la sociedad, sino que la animan a tomar el destino en sus manos. Tienen algo que exigir y algo que ofrecer, un propósito nacional, no personal ni grupal, claro y creíble, honesto, sin argumentos ni razones ocultas. El verdadero liderazgo busca inspirar y motivar hacia el cambio, la transformación, el progreso la innovación.
No es infrecuente la confusión entre liderazgo y poder. La mayor deformación, sin embargo, es la que confunde liderazgo con generación de temor. Propone objetivos, ideales, metas marcadas por una visión que no se comparte, que busca imponerse, que no persigue comprensión y entusiasmo sino sumisión y obediencia. Inspirar temor no es, de hecho, propio del buen líder. Tan perniciosas como la vinculación de liderazgo o autoridad con generación de temor son las que priorizan el provecho personal, cofunden flexibilidad con permisividad para el abuso y el quebrantamiento de la ley. Las exigencias son sinceridad, no engaño, no promesas al aire, sin fundamento, con asidero en la convicción, pero muy especialmente en la confianza de la gente, confianza en el líder y en sí misma. El verdadero liderazgo no sustituye ni trata de sustituir a la gente. Al contrario, estimula su presencia y su participación, lleva a la acción, busca el compromiso. Con un liderazgo así la sociedad se siente representada, expresada, estimulada.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional