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El lado oscuro de Marvel

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Guardianes de la galaxia: Volumen 3 de James Gunn es la despedida del director del Universo Cinematográfico de Marvel. Pero también, es una demostración casi incómoda de hasta qué punto llegar la franquicia de superhéroes en busca de una nueva madurez. 

En el futuro, probablemente se recuerde a Guardianes de la galaxia: Volumen 3 como la película más oscura del Universo Cinematográfico de Marvel. No solo por la forma en que analiza la muerte, la fugacidad de la vida y el malestar existencial de sus personajes — que es uno de sus puntos fuertes — sino por tener, varias de las secuencias más duras de la saga. El conocimiento tiene un precio y Gunn, que en las dos anteriores películas jugó a la despreocupación y la desfachatez con sus personajes, en esta ocasión se despide de ellos desde el dolor.

Se trata de una visión poco común en el mundo de superhéroes de La casa de las ideas, conocida por su optimismo, buen humor y gran corazón. Pero, aunque la épica de cierre del realizador tiene un enorme cuidado con las emociones de sus figuras principales, también explora temas y lugares que desconciertan por su dureza.

Más allá de la búsqueda del bien, la reivindicación y la redención, Guardianes de la galaxia: Volumen 3 está interesada en dejar claro que toda historia tiene una parte oscura, temible y a menudo, traumática. Que las heridas, se llevan en la piel, pero también, en el espíritu. La madurez como Gunn aborda semejante versión sobre el poder y el propósito bondadoso, es por completo distinta a cualquier otra de una película de Marvel.

El dolor con un rostro conocido 

Mucho más, cuando para hacerlo, se enfoca en una de sus figuras más representativas. Rocket Raccon (con la voz de Bradley Cooper) es una criatura que, hasta ahora, ha sido la lengua afilada y la conciencia práctica de los Guardianes, un equipo de perdedores que atraviesa la galaxia en busca de misiones y quizás, un poco de diversión. La criatura, una mezcla inclasificable entre un cuerpo biológico, partes mecánicas y una inteligencia privilegiada, siempre fue un misterio sin explicación. También, la demostración de las infinitas variaciones de la rareza en el universo Marvelita.

Pero para Guardianes de la galaxia: Volumen 3 se convierte en víctima. Y es a través de su sufrimiento, que el director relata los padecimientos de todo su equipo. Que conjura el mal, en dos villanos que van a dos lados del espectro. A un extremo, un genetista malévolo, convencido que la brutalidad de la experimentación es necesaria. Por el otro, un niño en el cuerpo de un adulto, con poderes ilimitados pero poca conciencia sobre lo que puede hacer. Entre ambos, Gunn pondera acerca de la esencia definitiva del mal, de lo siniestro, violento y brutal. Lo que convierte a la cinta en una extrañísima combinación entre entretenimiento — no deja de ser una película de la franquicia — pero, también, de una inquietante visión acerca de la crueldad.

Los antihéroes en medio de la caída en el desastre 

De hecho, la película pierde buena parte del tono brillante y levemente bobalicón de la subfranquicia, para llegar, casi de manera sorpresiva, a un estrato más adulto. Tanto, como para profundizar en el desamor, el abandono y la ruptura, con una naturalidad sorprendente. A la vez, para cuestionarse de manera sutil, acerca del sentido de la familia y lo que puede conllevar el perderla. La cinta no es fácil de digerir, porque empuja a Marvel a un lugar nuevo, a una profundidad desconocida y al mismo tiempo, a una sensibilidad que revaloriza sus historias banales y triviales.

Gunn, conocido por sus experimentos visuales y discursivos, lleva a Guardianes de la galaxia: Volumen 3 a un estrato en que nada es lo que parece. Lo que comienza como un enfrentamiento entre un ente malvado, pero en lo básico, un arma potente sin voluntad, se convierte en un recorrido a través de un sufrimiento sobrecogedor.

La audacia no siempre resulta del todo válida — el tramo central de la película tiene escenas de directo maltrato animal no aptas para sensibles y mucho menos público infantil — pero, se sostiene en la concepción del objetivo. En la cinta nada ocurre para convertir la experiencia en algo más espectacular o llamativo. En realidad, todo lo que sucede está concatenado en una despedida tan dolorosa como llena de añoranza. El adiós de Gunn a Marvel es una lección de autor y a la vez, la demostración de por qué su legado será perdurable, incluso cuando se encuentra en la calle opuesta de la poderosa franquicia de Disney.

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