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El juego suma-cero en la economía

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Michel Montaigne  fue el autor de una obra famosa, que llamó Ensayos (en francés Essais), en la cual vuelca sus opiniones y es más que todo autobiográfica. Allí, en el capítulo XXII, explica que en las relaciones sociales “no se saca provecho alguno sin perjuicio para otro”, de lo cual algunos exégetas de izquierda extraen como conclusión  —algo apresurada— que toda ganancia supone, invariablemente, daño para un tercero; que nadie prospera si no es a costa ajena.

A través de este testimonio comprendemos que muchos explican los actos económicos como una conducta de acciones de suma cero. Se entiende por juego de suma cero un juego no cooperativo, en el que la ganancia del ganador es igual a la pérdida del otro jugador.  El ajedrez es un juego suma cero por excelencia, al igual que el póker.

En este aspecto, el desempeño colectivo relativo a un índice bursátil es un juego suma cero puesto, que el valor de un índice incluye todas las ganancias y pérdidas. Por ejemplo, cuando se considera el desempeño del mercado, cada alza extraordinaria implica un bajo desempeño o pérdidas en otro lado.

El comercio internacional: ¿un juego suma cero?

Esto es,  así mismo, existen muchas personas que creen erradamente  que el comercio internacional opera como un juego de suma cero. De esta forma, sería similar a una competencia internacional automovilística en donde los que van de primero son los ganadores y los últimos los perdedores. E incluso, algunos otros piensan que las exportaciones son una ganancia para los exportadores y las importaciones  unas pérdidas para el conjunto de la economía. Esta idea temeraria no es nada nueva ni ha desaparecido; prevaleció en  el pensamiento económico y político en los siglos XVI al XIX.  En efecto, Adam Smith, cuando escribió su célebre tratado de economía La riqueza de las naciones, expuso brillantemente que ganaban tanto los exportadores como los importadores. Así Inglaterra exportaba telas a Portugal e importaba de este país, vino. Ambos países ganaban al mismo tiempo. David Ricardo, otro de los genios de la escuela clásica inglesa, dictaminó que aún si una nación tenía bienes más costosos que otra nación, la primera podía exportarle bienes que relativamente en su mercado interno eran menos costosos e importar de la segunda los bienes que en su mercado eran más costosos, y ambas naciones ganaban.

En la actualidad, los economistas tienen en consideración que, teniendo en cuenta tanto a los ganadores como a los perdedores, que el comercio genera de por sí sustanciales ganancias netas para la sociedad en su totalidad. En otras palabras, las ganancias superan a las pérdidas o costos. Esto no pareciera ser evidente para muchas personas (tanto empresarios como consumidores) porque los costos son comúnmente más visibles que los beneficios. Por ejemplo, es relativamente fácil identificar empresas o industrias que han cerrado debido al comercio. Del mismo modo, es comparativamente también fácil identificar a las personas que han perdido puestos de trabajo en esas industrias. Tal vez conozca a alguien que haya perdido un empleo de esta manera. Sin embargo, es más difícil para los consumidores verificar cuánto más baratos son su automóvil, su ropa y sus alimentos gracias al comercio internacional. Al mismo tiempo, los precios más bajos que pagan los consumidores y las empresas significan que poseen más dinero para gastar en otros bienes y servicios. Como consecuencia, hay empresas que han obtenido un mayor crecimiento gracias a ese gasto, lo que no habría ocurrido sin el comercio. Pero, de nuevo, esas ganancias no son  fáciles de cuantificar.

Otro ejemplo

Dos empresas diferentes venden el mismo producto (puede ser azúcar, leche, o gasolina), en un determinado mercado. Ni el precio de venta del producto ni las ventas totales combinadas de ambas empresas varían de un año para otro. Lo que cambia es la porción del mercado que cada empresa aspira acaparar y esto depende de sus respectivos presupuestos de publicidad. Para facilitar las cosas, suponemos que cada empresa solo tiene dos escenarios o escogencia: desembolsar 6 millones o 10 millones de dólares. El monto del presupuesto de publicidad determina la parte del mercado y, en último lugar las ganancias de las empresas de la siguiente forma:

Si ambas empresas gastan 6 millones de dólares, cada una obtendrá una ganancia de 5 millones de dólares. Si una gasta 10 millones de dólares en tanto que su contraparte gasta solamente 6, su ganancia aumenta hasta 8 millones en detrimento de su competidora que pierde 2 millones. Mientras que si ambas gastan 10 millones se despilfarra el esfuerzo extraordinario de mercado puesto que el mercado es constante y la situación relativa de cada empresa es igual; como resultado cada empresa baja sus ganancias hasta un millón de dólares.  Abajo presentamos la matriz de resultados.

Del estudio de la matriz de resultados se observa que lo mejor que pueden hacer ambas empresas que dominan el mercado es gastar en publicidad US $ 6 millones cada una, así obtener una ganancia cada una de US $ 5.000 millones  y lo peor es gastar US $ 10 millones cada una porque tendrán apenas un ganancia cada una de US $ 1 millón !

Para finalizar estas líneas queremos enfatizar siempre que la pobreza no es el resultado de unos pocos millonarios, es el resultado del fracaso económico de una nación entera. Corea del Sur es un ejemplo en tal sentido, en los años cincuenta, y sesenta en especial tenía grandes masas empobrecidas, pero al despegar en los años setenta y ochenta y convertirse en uno de los más grandes exportadores asiáticos hoy por hoy tiene un nivel de pobreza parecido al de Estados Unidos. Como también tiene grandes millonarios que dirigen los principales emporios industriales que están a la cabeza en el crecimiento económico de este país del futuro.

Bibliografía

DAVIS, Morton: Teoría del juego, Madrid, Alianza Universidad, 1971.

MISES, Ludwig von: La Acción Humana, Madrid, Unión Editorial S.A, edición especial para el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, 1980

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