El 11 de octubre se estrenó acá en España el filme El aprendiz. Por cierto, en la misma fecha que lo hizo en Estados Unidos, lo que me llevó a pensar que con este biopic del joven Trump se había realizado un esfuerzo especial para lograr su lanzamiento, a nivel global, antes de la realización de las elecciones presidenciales. De esto, a presuponer una carga de intencionalidad política en esta película solo podría caber la escasa anchura de un pensamiento. A pesar de esta presunción, acudí a verla con sumo interés. Es más, creo que toda persona interesada en profundizar sobre los acontecimientos de la agitada historia en pleno desarrollo que nos ha correspondido vivir, debería hacerlo, con prescindencia de las expectativas sobre su calidad como cinta cinematográfica.
La película se centra en las andanzas del joven Trump en su vertiginoso ascenso en el mundo de los negocios inmobiliarios neoyorquinos, por allá en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado. En esta era donde lo amoral e intencionadamente perverso ha pasado a ser un eficiente mecanismo de propaganda del poder, no dudo que existirá cierto público para el cual El aprendiz le resulte un instrumento promocional de la figura de Trump. ¡Este no es mi caso! En mi opinión: los hechos que se narran en la cinta arrojan un bosquejo muy negativo de cualquier proyección que, al día de hoy, pudiera hacerse de aquel joven ambicioso recibiendo lecciones de su abogado y mentor Roy Cohn. Este controvertido personaje, quien fuese consejero principal del senador McCarthy durante las audiencias de investigación a sospechosos de profesar el comunismo en los cincuenta ˗verbigracia: las que pudimos apreciar en Oppenheimer˗, logró articular una carrera de éxito que se arruinó por continuadas denuncias en su contra de comportamiento antiético, hasta ser desincorporado de la barra de abogados en el estado de Nueva York.
Habida cuenta de la sospecha de intencionalidad política, cabe la interrogante de hasta qué punto todo lo que se nos cuenta se corresponde con la realidad de los hechos. Algunos asumirán el extremo blanco, absolutamente pro Trump, de percibir a la película como una burda manipulación. Otros preferirán el extremo negro y pensarán que, más bien, El aprendiz se queda corta al dejar por fuera muchos otros elementos más nefastos que podría haber incorporado a su relato. Por mi parte, he asumido posicionarme en un cauteloso gris. Creo, eso sí, que atendiendo al conocido proverbio “de aquellos polvos, estos lodos” he sido capaz de conferir un porcentaje de verosimilitud relativamente significante al material que inspira esta cinta. Me ha bastado para ello mi personal valoración del perfil conductual del Trump actual. No albergo duda alguna de que su joven alter ego internalizó con extrema convicción las tres lecciones que le fuesen inculcadas por Cohn en los inicios de su trepidante carrera. De ellas no les voy a hablar, en aras de no ejecutar un spoiler en esta reseña. ¡Vean la película!
Además de resultar muy interesante, está muy bien lograda desde el punto de vista cinematográfico. Sebastian Stan logra una excelente performance en la personificación del joven Trump. Y la actuación de Jeremy Strong en el papel del mentor corrupto: ¡sencillamente brutal! La buena artesanía que se despliega puede deberse a la dirección de Elias Abassi, un cineasta iraní que viene precedido por una fama que le ha llevado en cohete a la meca hollywoodense. Antes de dirigir la serie de HBO The last of us, dirigió la muy recomendable Holy spider (2022), sobre un asesino en serie de trabajadoras sexuales en una ciudad iraní ˗disponible en FILMIN˗. Su anterior Border (2018), también muy reconocida, dejé de verla a la media hora. Es algo que extrañamente hago, quizás ese día no estaba en el mood requerido para apegarme a un filme nada convencional. En ambos casos, Abassi participó en la elaboración del guion. En esta oportunidad fue contratado para trabajar sobre un material que no era suyo. El guion es de Gabriel Sherman, un periodista neoyorquino de la revista Vanity Fair, quien también es su principal productor.
Sherman es autor del libro The loudest voice in the room, una biografía del fundador de Fox News Roger Ailes, y es muy conocido por su cobertura sobre medios de comunicación y política. En una entrevista que le concediese a Business Insider, confiesa que tuvo que afrontar litigios legales con el mismísimo Trump y sus coproductores financistas quienes trataron de impedir que la cinta se estrenara ˗los estudios no quisieron saber nada sobre costearla˗. Estos antecedentes, conocidos después de ver la película, me condujeron a revisar mi previsión de El aprendiz como un instrumento de la campaña de Kamala Harris respaldado por sectores muy poderosos. Es más bien un esfuerzo de cine independiente, cuyo material original cuenta con un cierto índice de respetabilidad, aunque se hayan podido incorporar innecesarios excesos a la versión cinematográfica ˗la tentación para hacerlo me la imagino extremadamente jugosa˗.
Recomiendo la entrevista, cuyo enlace se incluye en la nota al pie. En un tramo de ella, el entrevistador le dice: <<No es una película pro-Trump. Pero también le humanizas y creas un personaje tridimensional que tiene defectos y quizá incluso algunos aspectos positivos.>>. Y, ciertamente, es así. Algunos podrán valorar el aprendizaje del joven Trump desde la perspectiva de lo que es necesario e indispensable, para ellos, en los tiempos de hoy para triunfar en la política. Debemos tomar en cuenta que nos encontramos en la “era canalla”, en la que ser malo es tendencia. “Bienvenidos a los tiempos del ‘Malismo”, dice Mauro Entrialgo en su libro: Malismo: la ostentación del mal como propaganda. En 2016 Trump presumió al expresar: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. Quizás no le faltaba razón. Nos encontramos de lleno en una época en la que la política, reconocidos los axiomas de la neuropolítica, se la ha trastocado a la psicopolítica y ahora se comienza a hablar del auge de la pospolítica. ¿Cómo la definiríamos? Me basta esta cita textual: “El bueno siempre es el tuyo y contra los otros hoy vale cualquier cosa porque la explotación del desprecio da votos”. Así pues, que la mesa está servida, no falten a la cita con la película que Trump no quiere que veas.
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