El domingo 21 de abril será un día histórico en Colombia: por primera vez en las últimas décadas (con la excepción de la descomunal marcha contra las FARC de 2008) se moviliza toda la franja democrática del país en defensa de la democracia. Desde que existe el Foro de Sao Paulo con su objeto de hacer llegar al poder a la izquierda en Latinoamérica (y especialmente en Colombia) por la vía electoral para imponer la dictadura del socialismo del siglo XXI, todo el liderazgo democrático antisocialista se une por primera vez para defender la democracia en Colombia. El Foro de Sao Paulo no había podido imponer un candidato suyo en Colombia por la pertinaz actitud frentera de Álvaro Uribe, por eso el socialismo del siglo XXI tuvo como objetivo fundamental mermar su liderazgo y no lo pudo hacer hasta que lo acorralaron judicialmente y por ello tuvo una actitud discreta en las elecciones del 2022. Habiendo logrado el farcsantismo debilitar a Uribe y ante la actitud débil de Duque frente a la estrategia insurreccional de la izquierda con su “paro social” que no fue otra cosa que la estrategia del socialismo del siglo XXI de imponer la anarquía para atemorizar a sus adversarios y a la población y hacer así posible el triunfo de sus abanderados, como también lo hizo en Perú y Chile; junto con la indolencia del liderazgo democrático por no unirse contra el socialismo del siglo XXI, en el 2022 logró por fin su objetivo y puso a Petro en el poder.
Por eso el gigantesco triunfo de la marcha del 21 de abril, 1 millón de personas de pie por toda Colombia haciendo valer su posición de defensa de la institucionalidad democrática, de oposición a las reformas estatizantes del sector social del país, propuestas por Petro, en mayor parte avaladas por parlamentarios genocidas de los partidos Liberal y de la U, y por debajo de la mesa de tres senadores conservadores, contra quien también fueron las marchas, y cuando estos se encuentran entre la espada y la pared y no le aprueban los deseos a Petro, pues este igualmente las hace por decreto; contra la corrupción rampante de este gobierno , encabezada por la familia Petro y seguida por todos sus alfiles, sean los originarios de la izquierda o los arrimados para usufructuar el poder, como los lagartos Barreras y Benedetti; contra el decrecimiento económico, impuesta por la política económica expropiadora de Petro, a través de la reforma tributaria de Ocampo y el Plan Nacional de Desarrollo y “last but not least” su Paz Total, que no es más que a propósito dejar que el narcoterrorismo amplíe su poder territorial, con el objetivo de imponer un narcoestado en Colombia, como lo hizo el chavismo admirado por Petro en Venezuela.
Ante ese desastre que se vive en Colombia, por fin el establishment reaccionó y se movilizó este 21 de abril contra un gobierno que no tiene como finalidad sino perpetuarse en el poder, y que lo quiere hacer a través de su “proceso constituyente” ya aprobado con el ELN y que con seguridad será apoyado por los otros grupos narcoterroristas y bandas criminales que se acogerán a él; es por eso que ante el llamado unánime del liderazgo democrático el pueblo se volcó como un río interminable de gente para decirle a Petro que el único constituyente es el pueblo y que este delegó en el mismo Petro, pero también en los parlamentarios ese poder, que ellos los representan y que la separación de poderes y la institucionalidad democrática, es decir, las formas de la democracia liberal sí importan y que ese pueblo estará de pie para defenderlas.
Ante el espectáculo de patriotismo de ver desde Catherine Juvinao y Aníbal Gaviria, de la izquierda democrática, hasta María Fernanda Cabal y Enrique Gómez de la derecha, pasando por todo el espectro político, pero también a empresarios, comerciantes, periodistas, sindicalistas, los “batas blancas”, es decir, todo el gremio de la salud volcado en defensa del sistema de salud, uno de los mejores del mundo, en fin, todo el liderazgo y toda la sociedad civil como un solo hombre en defensa de la democracia liberal, obviamente la respuesta de Petro era previsible: iba a desestimar esa manifestación, acusándola de fascista y de escuálida. Pero Petro se autosuperó en esa actitud totalitaria típica de todos los líderes del socialismo del siglo XXI. Sus mensajes en X, sobrepasan todos los records de egolatría e irracionalidad propios de él.
Su primera reacción fue un video satírico con el cual se burla del pueblo colombiano que marchaba en su contra, actitud despectiva, ridícula y poco ética, pocas horas después publicó un post delirante en el cual insulta a ese pueblo, repito, que se volcó en las calles en protesta a su demencial gobierno.
En primer lugar, en ese trino lo delató el subconsciente con su fijación con Antioquia, pues los 250.000 manifestantes que según él se habían movilizado en el país, es justamente la cifra de marchantes en Medellín, en la sola Antioquia pasaron de 350.000, en Bogotá más de 100.000, y así sucesivamente hasta redondear aproximadamente 1 millón en todo el país. Luego se le fueron los cables al expresar que una manifestación pacífica es un “golpe blando”, es que en la típica inversión de la realidad que hacen los comunistas, proyectando en sus oponentes sus propias acciones, el golpe blando lo está haciendo él al saltarse a diario todas las normas de una democracia liberal.
Luego acusa a “algunos sectores de los movilizados quieren un pacto que deshaga las reformas que van a favor del pueblo para mantener la captura de enormes cantidades de dinero público, usados como ganancias de particulares”, afirmación temeraria pues está demostrado que es precisamente la cúpula de su gobierno la que ha estado en ese comportamiento. En otra típica actitud de proyección, señala que la oposición aplica una estrategia de “odio y la mentira”, cuando quien utiliza la lucha de clases y miente a diario es él.
Finalmente, en un delirio de insensatez, seguramente provocado por el café que dice tomar, señala que los manifestantes “lo que añoran es la represión abierta, las masacres paramilitares y los asesinatos de jóvenes. Ese pasado de mafiosos en el poder no debe volver”, por favor, eso sí que es insultar a un millón de colombianos y a través de ellos a la abrumadora mayoría de los colombianos que califican negativamente su labor presidencial.
Es lo lógico, Milei tuvo mucha razón en señalar a Petro como “comunista asesino”, utilizó el pasado para curarse en salud, pero Petro lo sigue siendo, en primer lugar, porque no ha renegado de su ideología y luego, porque un asesino, así se arrepienta y sea amnistiado por la justicia (cosa que no ha sucedido en su caso) pues no borra su acción, puede ser un asesino arrepentido, pero al fin asesino. Pero es que además con sus nefastas reformas, va a ser asesino en el futuro, pues está poniendo los cimientos de, como todos los gobiernos del socialismo del siglo XXI, de una política de muerte, hambre y represión.
En conclusión el Petro reflejado en su post de X, es un líder irascible, extremo, totalitario, que se radicalizará en su gobierno hasta intentar la constituyente del ELN, que tiene prevista, ya el pueblo se expresó como constituyente primario, no quiere ese camino totalitario para Colombia, falta que el liderazgo haya aprendido la lección y esa unidad manifestada en la marcha del 21, se consolide en un frente único de defensa de la democracia, que no se repita la experiencia del 2022, que por la indolencia de no unirse permitió que Petro llegara al poder, la tarea ahora es impedir que se perpetúe en él.