OPINIÓN

El intrincado camino de la mentira

por Eduardo Viloria y Díaz Eduardo Viloria y Díaz

Los derechos humanos y el interés económico parecen jamás marchar por el mismo rumbo. Imagen cortesía de Sasin Tipchai

Gracias a las enseñanzas de san Agustín podemos aproximarnos a un valioso concepto sobre la mentira. Esta está dada por dos condiciones: la duplicidad en el pensamiento, que es el pensar algo que se sabe es verdad y expresar una posición diferente sabiendo que eso es falso; la otra condición es el deseo e intención de lograr engañar. De acuerdo con estos conceptos, no es falsedad decir lo que no es cierto si ello se cree auténtico; situación distinta se presenta si se sentencia como verdadero algo que se cree o se conoce es un engaño. Al instante de evaluar el agravio que contempla la farsa debemos considerar los perjuicios que afectan a otros y, especialmente las motivaciones del tramposo.

En los próximos días se inicia la que es quizás la actividad que despierta la mayor atención universal: el mundial de fútbol de la FIFA, Qatar 2022. El acontecimiento deportivo y comercial de mayor importancia de la contemporaneidad se estima que será seguido por 5 000 millones de personas en todo el mundo. El torneo futbolístico cubre mucho más allá de los encuentros que se realizan en el campo de los multitudinarios estadios; en los aspectos económicos resaltan números que a simple vista parecen estratosféricos: el costo de este gran espectáculo es de doscientos veinte mil millones de dólares, cifra que hace ver a la anterior copa, Rusia 2018, como un encuentro de juegos intercolegiales. La competencia organizada por los rusos costó  $18 000 millones y la de Brasil en 2014 unos  $14 000 millones.

$220 000 millones es la cifra récord que ha costado la organización del Mundial de fútbol de la FIFA, Qatar 2022. La transformación de la infraestructura del pequeño país anfitrión resalta y es un hecho sin precedente

En los últimos años una serie de escándalos han expuesto una enrevesada maraña de corrupción y acciones nada transparentes que han develado una faz alejada de la nobleza que ostentaba esta competencia de balompié. La FIFA ostenta un poderío que rivaliza con los organismos de la comunidad internacional; 193 naciones integran la ONU, mientras que la FIFA está compuesta por 211 países, lo que claramente nos indica el alcance de esta institución que acumula para sí una vasta influencia a nivel global. Para ciertos especialistas, el fútbol y la política van de la mano y no pocos elementos demuestran las maniobras que desde los gobiernos se han utilizado para que el fútbol sea parte de sus agendas. El impacto mediático, social y, principalmente, económico ha generado auténticas batallas por la organización de este campeonato; se especula que la compleja operación liderada por los Estados Unidos y el FBI, que desmanteló el entramado de sobornos y contratos amañados por la dirigencia de FIFA, es consecuencia de las aspiraciones frustradas de Estados Unidos por ser la sede del torneo que está por comenzar.

Cálculos conservadores proyectan que las ganancias originadas por esta nueva edición del denominado, deporte rey, rondará los 14 500 millones de dólares; una lucrativa actividad como esta es el paradisíaco festín al que los voraces cuervos del mercado y las grandes corporaciones se arrojan hasta hinchar sus tripas. El habitual clima en el que se desarrolla el anhelado campeonato está lastrado en esta oportunidad con un nutrido arsenal de críticas, las que han elevado a la discusión mediática temas como la explotación de trabajadores, condiciones laborales infrahumanas y aspectos relacionados con los derechos humanos o posturas ante las costumbres y la religión de Qatar.

Trabajadores de países pobres fueron sistemáticamente sometidos a violaciones de sus derechos, como lo indica la CSI (Conferencia Sindical Internacional)

El lujo y la fascinación parecen desperdigados en el terreno catarí, el asombro que despierta la imponente infraestructura hecha en años recientes, convierten a este pequeño país en un destino de ensueño gracias a espléndidos inmuebles que fusionan vestigios milenarios con pinceladas de fulgurante futuro. La creación de reconocidas firmas de arquitectos como Fenwick Iribarren, Foster+Partners, Zaha Hadid, Santiago Calatrava o Dar Al-Handasahhan cambiado la geografía de este territorio. Por desgracia, el esplendor de la bonanza siempre parece opacar el brillo de los débiles y desposeídos: los datos oficiales del Ministerio del Trabajo de la nación asiática indican que luego de una ardua presión por parte de algunos medios de comunicación internacionales y de la labor de organizaciones no gubernamentales, se estableció un famélico salario mensual de $275 para cientos de miles de obreros, pago que sin duda contrasta escandalosamente con lo fastuoso del escenario. Sea Asia, América, Oceanía, Europa o África, la explotación del hombre por el hombre es la materia prima fundamental con el que se levanta el progreso.

El consorcio español ACS es el líder mundial en servicios de construcción, opera en 65 países y registra ingresos por €48 500 millones. Bechtel, grupo estadounidense, es el tercer mayor contratista a nivel global con ingresos de $39 000 millones

Miles de testimonios dan cuenta de las aberrantes condiciones laborales que han padecido más de 1 millón de individuos provenientes de la India, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal y otras naciones pobres, con lo que se expone una práctica similar a la esclavitud. Un informe de la OIT -Organización Internacional del Trabajo- refleja que 37 600 trabajadores han sufrido lesiones de leves a moderadas. El diario inglés The Guardian publicó la preocupante cifra que supera los 6 500 trabajadores fallecidos desde que se dio inicio a las obras en 2010; en carta dirigida al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, Amnistía Internacional propone que se utilicen 400 millones de dólares para indemnizar a las personas o familiares de quienes fueron vejados por el sistema opresor, sufrieron accidentes o murieron. Hasta el momento esta propuesta ha sido obviada por el órgano rector de este deporte.

Desde las naciones de mayor desarrollo se levantan, como es habitual, las voces de protesta y aguerridas críticas a los pavorosos hechos de Qatar, pero una vez más la doble moral e hipocresía de los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Corea del Sur, Japón, Australia, Alemania, España, Bélgica e Inglaterra le pone un peculiar acento a ese coro que reclama con furibunda estridencia. Mientras existan cuantiosos beneficios monetarios, la ética y el sentido de justicia del “libre mercado” estarán en entredicho.  El 40% de las 250 empresas más importantes del sector de la construcción a nivel mundial han realizado obras en el Emirato, grandes consorcios de la edificación, del diseño arquitectónico y emporios tecnológicos, precisamente de países del primer mundo, han aumentado la riqueza de las arcas públicas de sus respectivos territorios.

En Qatar 2022 gigantescas empresas estadounidenses serán parte del negocio que arrojará ganancias de aproximadamente $15 000 millones. Un claro ejemplo que demuestra que por encima del mercado nada existe

Para los amantes de este colorido pasatiempo no existe nada que despierte más pasión que los duelos futbolísticos, el desbordamiento de emociones cobra matices inusitados y con visos de desproporcionalidad para aquellos que son ajenos a este fulgurante sentir. El planeta se mueve casi por completo a los caprichos de una bola que pareciera girar como el verdadero astro que rige en la galaxia. Pese a los escándalos este encuentro es una formidable oportunidad para disfrutar de una competencia cargada de emociones.

El 10 de noviembre de 2001, en medio de un discurso en el estadio de Boca Juniors, el astro Diego Armando Maradona soltó una frase que aún resuena entre los fanáticos de este deporte: “La pelota no se mancha”, en esa lacónica sentencia de mea culpa el ídolo argentino nos invita a una reflexión en la que el juego debe estar por encima de las calamidades y oscuras miserias que han ensuciado lo noble de esta actividad. Hoy, quienes sentimos que este simple esparcimiento refleja valores y pasiones que nos distinguen como humanos, hacemos votos porque el fútbol siga uniendo y siga llevando felicidad a la gente, mientras, el balón continuará salvando obstáculos en el intrincado camino de la mentira.

 

Pese a los señalamientos de corrupción a la FIFA y las legítimas críticas al país anfitrión, Qatar 2022 es de nuevo una oportunidad para mostrar lo noble y grandioso del deporte