En 1935 fue introducida la seguridad social en Estados Unidos, la voz “seguridad” o “seguro social” se impuso sobre el vocablo “previsión social”, gracias a un truco publicitario, un autor especialista en el tema nos dice así “la adopción del término ‘seguro’ por parte de los proponentes de la previsión social fue un feliz hallazgo del genio promotor. De esta forma, la previsión aludida, capitalizando la buena voluntad del asegurador privado y mediante el establecimiento de fondos de reserva, se ha rodeado de un halo de seguridad financiera. De hecho, sin embargo, la solidez financiera de los seguros de vejez no descansa en el fondo de reserva para previsión social, sino en el poder federal para imponer contribuciones y lanzar empréstitos”. Esto es, la pensión de vejez que pagan esta clase de seguros sociales es del tipo de reparto, hoy pagan las generaciones que están trabajando a las generaciones jubiladas. Esto funciona bien, cuando la población activa va creciendo, pero cuando se presenta el envejecimiento poblacional, la cosa se torna difícil para el pago de pensiones, y tiene que actuar papá fisco suministrando los fondos para las pensiones.
El premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek nos advierte que los grandes culpables de que los trabajadores ancianos se vean necesitados de una ayuda al cesar su relación laboral se debe a los gobernantes de la mayoría de los países del mundo occidental, al permitir con sus políticas monetarias el flagelo de la inflación. Así, con sus propias palabras, nos dice el sabio Von Hayek:
La inflación siempre es el resultado de la debilidad o de la ignorancia de aquellos que tienen a su cargo la política monetaria, aunque la responsabilidad se diluya y divida tanto que resulta imposible censurar a nadie. (véase: Fundamentos de la libertad, Madrid, Unión Editorial S.A, 2008, p.394
Pareciera que estuviera hablando de Venezuela donde la inflación que comenzó en 1973 y no ha parado desde ese entonces, ha convertido la pensión de vejez del seguro social en un monto que apenas sirve para comprar un café pequeño y un dulce seco en una panadería, jamás para adquirir siquiera un remedio y muchísimo menos para pagar un almuerzo. En una conversación con un ex alto funcionario de la extinta Cordiplan, me comentaba que, en la época del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, ya el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales estaba quebrado, al punto de que el fisco tuvo que emitir 25.000 millones de bolívares en bonos de la deuda interna para solventar las deudas del seguro social con las empresas farmacéuticas y ni hablar de las reparaciones de sus hospitales.
En el segundo gobierno de Rafael Caldera se hicieron estudios para una reforma profunda de las instituciones de la seguridad social pero cuando llegó el gobierno más conservador del mundo en todos los sentidos, (el de Chávez) se detuvo ipso facto, porque es más sabroso manejar una institución sin balances auditables y serios como lo es el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, reliquia que viene del tiempo de Medina y de Rómulo Gallegos. Invito a los lectores de este prestigioso diario a que busquen datos sobre montos totales de las pensiones pagadas en cualquier época para ver si los consiguen. La opacidad informativa solo raya con los secretos de la francmasonería. Los mismos estudios sobre la seguridad en Venezuela, la gran mayoría carecen de datos cuantitativos sobre pobreza, porcentaje de la población activa que cotiza al seguro social, gastos de salud manejados por el seguro social, etc.
Terminamos esta nota, con la información ya antigua, que en el año 2018 se supo de la corrupción por desvío de 100 millones de dólares por parte del militar retirado Carlos Rotondaro, presidente del IVSS, a través de una triangulación de las compras por medio de empresas localizadas en Panamá, pertenecientes al mayor retirado Williams Hernández. Ni siquiera los dueños del poder tienen la rectitud, delicadeza hasta algo de decencia de poner en altos cargos a gente de honestidad y capacidad comprobada.
Hoy por hoy, la mayoría de las instituciones de previsión social que ofrecen pensiones jubilatorias con el sistema de reparto, tienen grandes problemas financieros, en especial en España, y otros países, e incluso en Suecia, país que siempre se ha distinguido como un Estado benefactor amplio ha tenido que complementarla con otros sistemas en el que el beneficiario ahorra parte de su sueldo para una pensión complementaria. En Chile el sistema de fondos de ahorro privado está sometido al ataque de la izquierda insólita e inclemente para sustituirla por otro seguro social que al final siempre fracasa.
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