Se puede precisar como crisis política, todo proceso en el cual los gobernantes de un país no saben cómo reaccionar ante diversos acontecimientos y que regularmente trae consigo desconfianza y diversos conflictos. Un claro ejemplo de una crisis política son las continuas protestas que hay actualmente en Venezuela, esto es una manifestación que conecta directamente con el gobierno de Maduro que está actuando de forma ineficiente ante los problemas económicos y sociales que más afectan a todos los venezolanos, sin distingo de color e ideología política.
Venezuela marcha por una realidad incoherente desde un análisis lógico, se habla de una economía socialista, que no es más que en la práctica un capitalismo salvaje. Pero la contradicción dentro del paradigma marxista es que el gobierno de Maduro ha utilizado abiertamente sus propias fuerzas de dominación para afianzar una poderosa y pequeña clase social emergente, dueña de las grandes decisiones económicas en el país.
La compleja crisis política según nuestros análisis ha activado la incertidumbre, angustias, bravura, desesperación y tensiones entre los miles de venezolanos, además, estos análisis reflejan que 85% de la población venezolana aspira a un cambio político ya, incluso un grupo significativo de chavistas desea que se vaya Maduro del poder central, no obstante, es fácil decirlo, difícil es creerlo.
Los resultados en los comicios presidenciales del año 14 / abril de 2013, es el germen del cuestionamiento del origen de la usurpación en el poder de Nicolás; si aplicamos la razón, con todo el control del poder del Estado ganar por menos de 300.000 sufragios es para que emerjan fundadas sospechas de fraude electoral, que se vincularía de inmediato con la ilegitimidad del nuevo mandatario nacional. Su victoria no fue aceptada por una parte del pueblo de forma consensual. Es decir, se es legítimo cuando existe un consenso en la población para aceptar la autoridad. Cuando un gobierno carece de legitimidad ocurre una situación social inconveniente. Coincido con los estudiosos del tema en legitimidad política, que aseguran existen situaciones complejas en el país, un desánimo colectivo por parte de los ciudadanos en obedecer los actos de gobierno dictados por la autoridad ilegítima. En este mismo orden de ideas, la usurpación en el poder termina de fraguar con el devenir del tiempo el 20 de mayo de 2018. La revolución bolivariana, con su triunfo electoral muy cuestionado y golpeado por la crisis económica, aseguraba 6 años en Miraflores. Según el CNE hubo una participación de 45%, un “respaldo” de 68% de los votos a favor de Maduro, estos comicios presidenciales fueron todo un traje a la medida para preservar el socialismo del siglo XXI, votaciones que valieron para reforzar la sustancia de la crisis política en Venezuela.
La crisis política se ha configurado como un riguroso problema de ingobernabilidad y éxodo, movido por posturas antidemocráticas y complejidades para gobernar. Nicolás Maduro, ante las crisis política, económica y social, no se da por vencido, mueve sus mejores piezas del ajedrez apuntalado con un discurso estratégico en el que lo significativo para su proyecto y aliados exógenos es lo económico; se radicaliza y construye entramados de todo tipo que le permiten sacar más tiempo extra a la oposición venezolana. Lo que se veía cerca en el contexto de cambio político en beneficio democrático del país, pareciera que se ha puesto lejos, y no debemos olvidar que los errores en política los pagan fundamentalmente los ciudadanos en sus modos de vida.
Transitamos un momento histórico que convoca urgentes cambios en la política. Las estrategias de la oposición no se han podido articular en estos tiempos para dar resultados en positivo ante las diversas fisuras que muestra un interpelado gobierno madurista, que finge miopía, olvida de manera interesada y se aferra al poder. Todo gobierno democrático que se mantenga mucho tiempo al frente de una gestión, más si tiene sustancia de dictadura, se desgasta y corrompe. La variable rechazo toma un valor cuantitativo muy significativo, muchas veces hasta devastador y más si es una gestión gubernamental que está en nivel “tóxico” e ineficiente en sus diversas respuestas a las exigencias de un pueblo sometido de manera continua al hambre, a las colas, a las violaciones de sus derechos humanos.
IG: @hercon44
hernándezhercon@gmail.com
Síguenos en Twitter: @Hercon44 / @Herconsultores