“Economizad las lágrimas de vuestros hijos, para que puedan regar con ellas vuestra tumba”.
Pitágoras.
En estos tiempos de confusión, desorden, miedo general o ruptura de épocas es menester volver a la casa grande a la cuna de nuestra civilización occidental, la cual parece también haberse hecha líquida, nimia e incorpórea, quizás por laxa y nimia, nuestra visión occidental se desmorona a pedazos, se cuartea bajo el desorden y la imposibilidad de insuflar orden en medio del pasticho ideológico en el cual estamos inscritos, por ello es menester volver las mirada a los griegos para quienes los conceptos informes e indeterminados les aterraban, la idea del infinito era sencillamente imposible de aceptar, quizás por ese temor al infinito es que requerimos el criterio numérico y de las matemáticas heredado desde los griegos para dotar a la realidad de orden y de estética.
Tenemos más de 2.500 años dominados por el orden de las matrices lineales, las ecuaciones diferenciales y el criterio del número, parafraseando al sabio griego Filolao, sin el numero no se puede crear conocimiento y menos pensar, igualmente Pitágoras ideó a las matemáticas para controlar al mundo, ponerle orden al caos y acotar poner limites a lo informe, a lo ausente de sentido, sin embargo a pesar de ello los griegos no nos sometieron al dominio de ecuaciones, números, símbolos y signos, sino que instrumentalizaron estas ideas para darle sentido a un interés superlativo, al ser en tal sentido las matemáticas no nos rigen nosotros las regimos, son un instrumento ontológico, para y por el ser, no al contrario.
Sin embargo y a pesar de esta sólida cuna, que se batió a duelo en Maratón y Salamina, para evitar la expansión persa y ser aplastados o anexados al dominio oriental, esa misma cuna debe ver a través de los ojos de lechuza de Palas Atenea, como Occidente esta adormecido, abatido, hecho trizas cual Heracles en la rueca de Onfalia, tosa nuestra civilización está subyugada a labores indignas, al telar de la reina de Lidia, mientras está monarca se burla con la piel del León de Nemea y el Mazo del semidiós, así se encuentra Occidente, distraída en el divertimento, en la levedad del ser, estamos absortos en realidades liquidas, lúdicas, del espectáculo y el sin sentido mientras el mundo se discurre por el infinito horror.
Así es menester que volvamos los ojos a la idea griega del orden, recordar que fue Humberto Eco quien hace referencia a la idea del número y el teorema, como paradigmas griegos, la idea de una cosa líquida era incompatible para nuestros antepasados griegos, empero ahora vemos como Occidente se hace cada vez más laxo, bajo la idea de un sincretismo cultural suicida, que tolera la brutalidad y la barbarie como vías de expresión.
Acabamos de asistir a un Mundial de Fútbol que paralizó al mundo, y en especial a Occidente, quien participó en la final, demostrando anestesia frente al horror de la Teocracia homicida de Irán, en donde se cuelgan a quienes defienden los derechos de las mujeres, los derechos humanos en general y se atreven a contravenir las ideas de los Mulás, así es como un futbolista, quien se solidarizó con la causa de la libertad para las iraníes, fue condenado a muerte, en medio del espectáculo del balompié, el llamado monarca de los deportes, acallaba la hórrida muerte por asfixia en una horca, que se producen como infinito horror en medio del bárbaro régimen iraní. ¿Cómo se puede coexistir con una sociedad en donde la mujer es menos que un objeto? En plena evolución del episteme feminista, el juego se celebró, Occidente acudió, festejó, gritó, se paralizó el mundo frente a la figura de un jugador como Messi, mientras otro futbolista olvidado está condenado a muerte y ya se encuentra torcida la verdad, como las hebras de las largas barbas de Alí Jamenei, de cuyas barbas penden muchas vidas, en una sociedad de bárbaros y misóginos en la cual la mujer es menos que un objeto, es una cosa impersonal, el recipiendario del odio. El mundo en su rueca de Onfalia, y en particular Occidente, se conforman con una copa de un torneo lúdico, en medio del horror que toca la puerta de todo el evento en sí mismo, ese Mundial antes de su inicio ya se configuraban en una afrenta a los derechos humanos, pero en fin, somos una sociedad de lotófagos dispuestos al divertimento, la distopia lúdica y el nihilismo, la nada complementa al absoluto horror, es la nada el opuesto al todo y frente a la barbarie total y el sufrimiento, la nada de la normalidad impuesta se troca en una línea tendencialmente continua hacia el horror.
Finalmente, no intento imponerme a la realidad existente, pero sí creo oportuno indicar que hay otro final de ese Mundial y que espero que no termine en el cadalso de la horca, en la anestesia de Occidente y en el hecho de que el horror se vista con las virtudes de la fuerza y la justicia, para imponer una realidad de horrores y errores, en realidad estamos lisiados de otredad, mutilados de alteridad e incapacitados de metacognición en tal sentido, así no haremos nada bien, no formaremos pensamiento ni conocimiento y haremos de nuestros paradigmas mentales unas réplicas de los establos de Augías pletóricos de inmundicias escatológicas de las bestias que rigen los destinos de este mundo, liquido, incorpóreo y sin límites, que harían temblar de horror a nuestros padres griegos.
“Escucha, serás sabio. El comienzo de la sabiduría es el silencio”
Pitágoras.