Consideramos importante ocuparnos del tema aquí propuesto. Ello en razón de la muy grave situación por la que atraviesa nuestra gran Venezuela. Bien sabemos que cuando se trata de regímenes democráticos el gobierno se legitima por el consentimiento de de los ciudadanos del país, expresado mediante el procedimiento electoral. Este proceso debe ser inmaculado –si cabe el vocablo– como una balanza no tocada por mano alguna y ajustado a las normas legales que lo rigen. Según muchas opiniones en las dos últimas elecciones presidenciales no se cumplieron esas ideales condiciones.
El término política nos viene de la antigua Grecia, del vocablo latino Polis, entendida ésta como ciudad. Según el pensamiento aristotélico, política es el arte de gobernar. Y, arte es manifestación de cultura.
Bien sabemos que el desempeño de la actividad política es exclusivo del hombre, de los seres humanos, gracias al privilegio de estar dotados de capacidad intelectual. Cabe preguntarnos, ¿cuál es la finalidad de la política? Respondemos: atender las necesidades de las personas, de las comunidades y del país en procura del bienestar general.
Acatemos el contenido y significado de los vocablos Educación, Salud y Trabajo, actividades que constituyen o forman el trípode fundamental para el desarrollo socioeconómico y cultural del país. Entonces, debemos entender la política como la ciencia del progreso social, destinada a servir y, con ello, a ser útil, razón por la cual es necesario educación técnica y trabajo para producir riquezas.
Detengámonos en educación, salud y trabajo que son esenciales; requieren atención preferente para el desarrollo socio-económico y cultural del país. Sin la debida atención de estas tres actividades se hace imposible alcanzar el aspirado progreso general y el desarrollo de nuestra Venezuela. E aquí la gran tarea que corresponde a los dirigentes políticos estén o no en funciones gubernamentales o en la oposición. Pues, indiscutiblemente, a niños y jóvenes no bien alimentados les ocasionará deficiente salud, haciéndoles imposible asimilar una educación formal satisfactoria. También, no sólo de alimentación y salud, pues el proceso de enseñanza-aprendizaje requiere de adecuado material pedagógico de fácil adquisición y bajos costos, cuyas carencias revelan, si no el desdén, al menos la antipolítica en el campo de la cultura.
La palabra política es empleada excesivamente por las personas de todos los estratos sociales. Basta mencionarla para escuchar las más diversas expresiones sobre ella. Esto obedece a razones culturales, como el bajo perfil demostrado por quienes se hacen pasar como políticos, también por no tener concepto claro sobre lo que debe ser la política. El ejercicio de la actividad política no es, ni puede ser, simple pasatiempo ni entretenimiento. El hecho de estar guiada por doctrinas tendentes al logro de determinados fines, compromete la disciplina y responsabilidad de quienes de ella se ocupan.
Debemos establecer parangones entre el ejercicio de la política como profesión y el desempeñar cargos públicos. El ejercicio de ella es delicado, necesita de inteligencia, sensibilidad social, honestidad, respeto y de otras virtudes que le irradien aura de persona correcta, de verdadero líder. Ejercer el gobierno en cualquiera de sus jerarquías requiere, ante todo, ajustar su actuación a las disposiciones legales correspondientes, y tomar conciencia de que su labor está encaminada a cumplir importantes funciones en bien de la institución a la cual sirve. Y, con su ejemplo, impartir enseñanzas de responsabilidad, de buen funcionario.