OPINIÓN

El Hombre nuevo: un modelito muy viejo

por Carlos Sánchez Torrealba Carlos Sánchez Torrealba

S/T, por Ricardo Benaim

 

Una disertación críptica sobre los adelantos en robótica para este nuevo milenio. Transcrita de la conferencia magistral hecha en la Asamblea Nacional por el Dr. Hermes Polytropos. Especialista en Patafísica, Organología y Robótica Genética, discípulo directo y dilecto del Dr. Quirino con su tres. Al insigne Doctor Nigüin, in memoriam.

Este modelito no es nuevo, no. Lo que ocurre es que se le ha ido cambiando la etiqueta y nada más. Ni siquiera el empaque. Porque los componentes son los mismos, aplicados desde los primeros años. No hay duda de la convergencia que se genera, incluso en términos genéticos, al paso del tiempo. Es una genética robótica ¡hasta ese punto hemos llegado!

Ellos siguen respirando, siguen corriendo, hacen sus necesidades, duermen, no sueñan, tienen todas sus funciones, pues. Las siguen conservando porque son pulsiones, son instintos que no se tocan. No hace falta. Esos aspectos que se repiten, ni vale la pena considerarlos. No, no. Eso ni se toca, ni se pregunta, ni se consulta y si existe alguna manifestación extra que rompa los niveles estandarizados, bastará con no escucharla. Se ignora y listo. Y si la manifestación diversa persiste, se elimina al elemento de forma progresiva o tajantemente con la extirpación local o el aniquilamiento. Pero es muy raro que ocurra una falla por expresión. Porque es que la conformidad además se ha venido sofisticando con la parafernalia y el maquillaje, con la edulcoración de los mensajes y una muy sistemática cauterización, indolora, de los procesos de búsqueda, es decir, de la curiosidad.¡Tú sabes, chico, que una lentejuela dice mucho!

Es que, fíjate, una vez concebida la pieza, armada y estructurada en términos físicos, se le faculta en los primeros siete años para que vaya integrándose a través del ejercicio motor (y el modelaje, por supuesto) y una vez articulado y antes de que sigan procesos de descubrimiento y hallazgos pues ¡se le mete en la cámara! Que es un ambiente completamente artificial que a estas alturas ya está completamente naturalizado, un contexto que se prolonga, para quienes corren con buena fortuna, por mampuesto, hasta diez años y hasta más. Y quienes quedan afuera ¡que les irá tanto peor!, se les hace seguimiento sublime hasta que llegue su fin, por lo general, muy tempranamente.

Pero, vamos a hablar de un grupo importantísimo, de los primeros que te nombré, los que ingresan a la cámara. Lo que algunos llaman cámara media. Toda su corta experiencia ya no cuenta. Tenemos entonces un emisor presencial -preferiblemente XY o XX o YY o GOGO- que, a partir de una serie de normas, datos y pautas neutralizantes va generando mandatos permanentes e inhibidores hasta de deseos -y de movimientos ¡con toda seguridad!-. Entonces, a través de la negación sistemática de cualquier historia, referencia contextual, conocimiento empírico e incluso voz propia, se van introduciendo metódicamente ¡eso sí! Imágenes de un solo padre, virtual y lejano pero que está observando permanentemente. O sea, en el vacío de la bóveda ¡porque allí no hay más que vacío, sin duda! que es lo que el emisor presencial aprecia enfrente y abajo suyo, se van depositando experiencias viejas y prestadas, desechos tóxicos, cargas livianas instrumentales, nata agónica de amplio espectro, algunos restos de masa anímica inorgánica; unos cuantos aspectos sobre cálculo, copiado y dictado, y unos dos o tres puntos para el reconocimiento simbólico. ¡Dictado, copiado y repetición consiguiente! ¡Ahí está el quid de esta programación ad aeternum! ¡La clave de este experimento que hoy día nos depara un conjunto robótico casi perfecto en ambientes de confort estable! Y digo casi perfecto, porque la conjunción de teoría y práctica ha sido justísima como nunca y porque los años, los largos años así lo confirman. Digo casi perfecto, porque no han faltado saltos inesperados en este proceso de mediatización y robotización. Por fortuna, la generación de autocontroles en la población ha servido para reportar los saltos oportunamente.

¿Cómo ha sido esta generación de controles y autocontroles? Eso será motivo de una futura disertación.

Ahora, estimados colegas, todos estos aspectos, tú podrás imaginar, después de practicarse, después de difundirse durante más de veinte años consecutivos sobre unos mismos elementos, viene dando como resultado una legión robótica irremplazable y única. Solo el idioma y el tono varían de una región a otra, pero luego de la constancia mantenida por siglos, nuestros resultados ya se han venido notando, apreciándose por ejemplo en eso que llaman la voz neutra y, además y, sobre todo, en términos de la convergencia a la que me refería al principio de esta disertación, hoy aquí, en este congreso tan singular e irrepetible sobre Pasado, Presente y Futuro de la Robótica Global.

Al servicio del ser humano, pues, se ha desarrollado esta mediatización, este ejercicio de alineación y balanceo, de integración aplicada que le facilita al hombre -y digo hombre a propósito, sin agregar al género femenino que sigue sirviendo hoy por hoy sólo para la reproducción del modelito, el meti-saca por lo agujeros y para que se arrechen más las feministas que siguen creyendo que el mono es oso y que la luna es pan de horno- ¡Pero siempre tiene que distraerse uno con la mujer, caramba! Decía que, al servicio del ser humano, pues, se ha desarrollado esta mediatización, este ejercicio de integración aplicada que le facilita al hombre, decía, la posibilidad de ir por el mundo despreocupadamente, sin sentido de trascendencia y ¡lo que es más!: sin sentido común y sin sentido ¡¡Qué clase de pretenciosas pendejadas han sido esas!! ¿Ah? No le busquéis tres pies al gato ni tres bolas al perro, agárrense de las manos para viajar juntos en esta era de acuario y al carajo los enfermos ¡Viva el país unido! ¡Viva la región hoy más unida que nunca! ¡La pobreza no existe!, he dicho.

Ahora ¿por qué dije al servicio del ser humano? No lo sé, no sé, no lo sé. Ustedes sabrán disculpar o sabrán entender, no sé, no lo sé. Para buen entendedor, pocas palabras.