En medio de la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de la condena que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) –a las violaciones de los derechos de participación política en Venezuela– el régimen actúa para crear diferentes planes de sobrevivencia.
Nicolás Maduro sabe muy bien que está perdido, él sabe que tiene el sol en la espalda; y por eso está actuando para buscar la forman de permanecer él mismo en el poder o dejar a una ficha suya, como en su momento hizo el finado.
El mundo se le viene encima. Por ejemplo, la extradición del Pollo Carvajal a Estados Unidos es un motivo para una profunda preocupación para él y para su círculo de poder más cercano.
Y, aunado con todo ello, la crisis de los servicios y suministros en el país se agudiza con intensidad. La falta de electricidad, agua potable y gas doméstico es una atrocidad en todo el territorio venezolano.
Son millones lo que padecen por falta de esos servicios básicos, y la crisis de la gasolina vuelve a ser un dolor de cabeza para 90% de los ciudadanos desde la Guajira venezolana hasta Delta Amacuro.
Todo este panorama totalmente tétrico empuja a Nicolás Maduro a barajar opciones y entre las alternativas que quieren sacarse –cual mago barato– debajo del sombrero está la candidatura presidencial de su hijo, Nicolasito.
Sí, Nicolás Maduro estaría sopesando dejar a su hijo como el candidato presidencial del PSUV, busca deslastrarse del rechazo que él mismo produce y tratar de reunificar la alicaída fuerza socialista frente a una segura derrota en 2024.
Maduro es consciente de que él no tiene ninguna esperanza en las presidenciales; está clarísimo que va a perder frente a María Corina Machado y, por ende, quiere “reavivar” (así entre comillas) su fuerza política.
Quieren vender a Nicolasito como si Venezuela fuera una dinastía tipo la Corea del Norte con otro Kim Jong-un en el poder; cuando en realidad ni somos coreanos, ni el padre ni el hijo tienen posibilidades algunas. Pues son millones los venezolanos que no quieren saber nada de ninguno de los dos ni de sus cómplices.
Inventen lo que inventen o hagan lo que hagan; de ninguna forma ellos ganarán las presidenciales; no hay manera que lo hagan. Ellos van para fuera y punto.
El régimen perderá el poder, y los venezolanos van a instalar un nuevo gobierno con mentalidad y espíritu liberal que le permitirá a los ciudadanos de nuestro país crecer y desarrollarse.
Vamos rumbo al final de 24 años de socialismo; vamos rumbo a un nuevo gobierno, al gobierno de María Corina Machado… Por fin, tendremos alguien capaz en Miraflores.
¡Así de claro!
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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