«El like imposibilita la resistencia», reza una de las frases más avasalladoras del filósofo surcoreano Byung Chull Han, en uno de sus tantos análisis críticos contra la omnipotencia de las redes sociales y la dictadura del Marketing.
Para este pensador asiático la sociedad del «like» crea una ilusión de exagerada positividad, que todo lo confunde con la euforia y el narcisismo de Instagram. Esto hace que sea cada vez más complejo denunciar realidades sociales, que aunque son evidentes para el ciudadano de a pie, pueden pasar inadvertidas en la pantalla de un teléfono.
Algunos personeros de Maduro entendieron ese efecto, y se lanzaron desbocados a agresivas campañas de payasería y simpatía fingida: Festivales de reguetón con amplia cobertura; juegos de fútbol con el sector juvenil; «apertura» de emprendimientos comerciales, en fin, un sinnúmero de estrategias de Instagram para no solo tapar la grave crisis de servicios que vive el pueblo, sino para crear una peligrosa y falsa percepción de bienestar.
Pero el pueblo no es pendejo; y es importante destacar que ese sector sin redes sociales es precisamente aquel que tiene parques cerca, pero no tiene agua limpia, luz eléctrica ni gas para cocinar. Tenemos skateparks para niños que jamás han visto una patineta, porque solo conocen de la miseria y precariedad del socialismo.
Inauguran comercios, cuyos propietarios tendrán que asumir la realidad de la falta de electricidad, combustible y seguridad que, sin duda, elevará todos sus costos. Tenemos playas con animadores y reguetón en cornetas, pero con pobladores empobrecidos por el alto costo de la vida en Venezuela.
Los centros comerciales podrán aparentar estar llenos, momentáneamente, pero mientras las aulas de clases estén vacías, por una deserción escolar con orígenes en la pobreza y la falta de oportunidades, seguiremos estando en situación de emergencia.
La crisis no se maquilla con burbujas, ni bailes en Instagram. La crisis sólo tendrá una salida si entendemos que la inversión privada y la estabilidad social solo son posibles con garantías de democracia. Que solo un cambio de gobierno a uno democrático y de respeto a los derechos humanos nos traerá la prosperidad que queremos y merecemos.
Voluntad Popular está hoy replegada toda en sus bases, legitimando sus liderazgos y consolidando sus equipos locales, de cara a cualquier compromiso político y electoral que se nos presente. Porque en el partido de los valientes ahora es que queda espíritu de libertad y cambio.
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