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El grito de guerra de las FARC o la vietnamización de Venezuela

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El anuncio de reestructuración de las FARC en la voz del segundo al mando de este grupo guerrillero, Iván Márquez, fue un bingo cantado.
Su paradero se desconocía desde hace más de un año, pero para nadie era un secreto su estancia de lujo en fincas estratégicas ubicadas en Venezuela, desde donde no solo son gobierno junto con cubanos, rusos, turcos e iraníes; el país le sirve además como principal oficina de operaciones para ejecutar negocios importantes dentro de los carteles del narcotráfico y el oro.
No es nuevo. Venezuela se convirtió en el centro de operaciones para las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia de forma exponencial desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999 y después que la guerrilla perdiera su refugio concedido por el gobierno colombiano en 2002. Esto coincidió con el aumento de la presión de los paramilitares y el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia (2002-2010), lo que convirtió a Venezuela en una confortable zona de aliviadero y un área crucial para la retaguardia de los guerrilleros.
Cuando Chávez anunció que Venezuela no limitaba al occidente con Colombia sino con las FARC se hizo evidente y natural su movilización por la frontera venezolana y posteriormente su invasión acordada por todo el territorio vecino de Colombia.
Ante  diversas acusaciones de vínculos entre la guerrilla y la cúpula del gobierno bolivariano y sus fuerzas armadas, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus iniciales en inglés) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a varios funcionarios de alto nivel de las FANB por presuntamente ayudar a las FARC en el tráfico de cocaína y sus vínculos con la guerrilla, entre ellos el general Henry de Jesús Rangel Silva, ministro de Defensa de Venezuela, y Ramón Rodríguez Chacín, ministro de Interior y Justicia, durante la presidencia de Chávez.
Más adelante informes de la DEA reconocieron la existencia de una facción oscura de los militares, conocida como el Cartel de los Soles, con intensos vínculos con las FARC en el intercambio de cargamentos de cocaína por armas.
En los archivos recuperados de la laptop del fallecido comandante de las FARC alias «Raúl Reyes» en 2008, se describe una supuesta reunión entre Chávez y el guerrillero en el año 2000, en la que el entonces presidente dice que prestaría dinero a los guerrilleros para la compra de armas.
El enfrentamiento político y diplomático entre los ex presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez tuvo que ver con las evidencias de campamentos de las FARC en Venezuela.
Informes de inteligencia colombianos filtrados en 2010 estimaron entonces que 1.500 guerrilleros de las FARC mantuvieron una presencia activa en 28 campamentos ubicados en los estados fronterizos venezolanos entre Apure y Zulia.
Las rutas de cocaína de las FARC que llegan a Venezuela eran controladas principalmente por el Bloque Oriental y por el Magdalena Medio. Apure era uno de los principales puntos de tránsito para la cocaína transportada por Venezuela que tenía como destino final los mercados de Europa y el Caribe, a través de la cúpula militar revolucionaria chavista.
En Miraflores Márquez no solo fue el guerrillero mimado del ex presidente Hugo Chávez, llevado de la mano por la ex senadora Piedad Córdoba; también fue una carta de poder importante para el despliegue de la guerrilla colombiana a lo ancho del territorio venezolano, luego fungió como brazo de protección del régimen de la dupla Cabello-Maduro.
Ante el cerco internacional por violaciones de los derechos humanos, narcotráfico y asesinato a opositores, al presidente en disputa de Venezuela, Nicolás Maduro, le tocó  anunciar, en el acto de clausura del Foro de Sao Paulo, que los prófugos ex dirigentes de la entonces desmovilizada guerrilla de las FARC eran bienvenidos en Venezuela cuando quisieran.
Fue la señal para organizar el levantamiento de la narcoguerrilla dispuesta a proteger al cartel de carteles. También una respuesta de quien huye hacia adelante, ante las acusaciones hechas por el canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, de lo que es un secreto a voces, que Seuxis Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, y Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, miembros de la fallida negociación de paz que tuvo lugar en Cuba, con el desprestigiado premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, no solo son protegidos por el emporio de criminales que conviven en Venezuela, sino que son una alianza importante que se cobra y se da el vuelto con el festín de saqueo de sus riquezas.
Pero el anuncio de este jueves en la madrugada, entre gallos y medianoche, fue enviado como un mensaje a García directamente a Estados Unidos, ante las amenazas de una posible intervención armada o quirúrgica contra narcotraficantes convictos y confesos, como Tareck el Aissami, acusado del envío de narcóticos de más de 1.000 kilogramos desde Venezuela en múltiples ocasiones, incluidas aquellas con destinos finales a México y Estados Unidos, desde la página oficial del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
El motivo de la segunda Marquetalia no fue ideológica, sino de protección de los negocios del inmenso cartel.
Maduro y sus aliados criminales no solo secuestraron un Estado, decretaron la miseria y motorizaron la más cruenta e histórica migración de sus ciudadanos con medidas inhumanas; también levantaron sobre las ruinas de la ex nación la más inmensa guarida capaz de contener los botines en la cueva de Alí Baba de los grupos delictivos y terroristas más peligrosos del planeta, a la vez que han demostrado hasta la saciedad su disposición de quemar “Roma” las veces que sea necesario para preservarla.
¿Qué grupo económico puede disponer de tanto dinero para mantener una banda de piratas narcomarxistas de este calibre?
Márquez también anunció el abigeato, la vacuna y la expropiación como fórmula financiera para obligar a los empresarios a pagar cuotas a los insurgentes.
Indudablemente es un levantamiento de armas contra el mundo democrático, el Estado de Derecho, las leyes y normas internacionales. Se hizo desde Venezuela bajo el amparo y el mandato de Maduro, con milicianos que no corren por hambre a la búsqueda de una caja CLAP, sino de asesinos sin escrúpulos, capaces de volar pozos y oleoductos petroleros, explotar coches bombas, matar por encargo, secuestrar cualquier ciudadano considerado objetivo militar para grabar sus últimos minutos con un collar de explosivos en el cuello, o mantener una granja perdida en la selva con despojos humanos que mueren de inanición en el olvido. Fueron más de 260.000 asesinados  en medio siglo de violencia guerrillera en Colombia
«Nunca fuimos vencidos ni derrotados ideológicamente. Por eso la lucha continúa”, alegó Márquez para romper el falso acuerdo de paz repudiado por el pueblo colombiano y redactado para manipular sus propósitos de toma de poder, que no podrán cumplir desde la democracia que le es adversa en el vecino país, pero que intentan defender a toda costa en Venezuela tratando de vietnamizar el conflicto.
Ya lo había advertido Maduro desde una de sus delirantes intervenciones: “Estados Unidos tendrá que enfrentarse a un nuevo Vietnam en caso que se le ocurra intervenir en Venezuela”.
Al fin y al cabo ser despojados del poder es el mayor temor de la cúpula del cartel que destruyó todo un país para cumplir con sus fines criminales.
La hipótesis ya sembrada por Chávez de proteger el “narcocartel” a como dé lugar, intenta mantener vivo el clima de horror de las FARC para hacer creer que mantiene un férreo control, no solo para retar a Estados Unidos, sino para iniciar importantes ataques contra el Estado colombiano.
Maduro quiere crear la idea de que con la ayuda de las FARC, el ELN y el Hezbolá puede hacer desistir a Trump de la amenaza de una guerra asimétrica de guerrillas que podría extenderse en el tiempo.
El presidente de Colombia, Iván Duque, y el ex presidente Uribe rechazaron de forma tajante el anuncio de Márquez y tildaron de desafío a la comunidad democrática internacional el ataque de Maduro, al tiempo que hicieron un llamado de perseguir a estos criminales luego de la confesión de parte y el relevo de pruebas.
Rodrigo Londoño, alias Timochenko, solitario guerrillero atrapado aún en el acuerdo de paz y líder del partido FARC en la arena política, pidió disculpas por el regreso a las armas del ex senador Iván Márquez y sus seguidores, pero no explicó el rompimiento ni el resurgimiento del brazo violento del acuerdo de paz.
@damasojimenez

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