Pensé titular “El gran cretino útil”. Vean por qué: “Lula, flamante presidente del G20, afirmó que la guerra en Ucrania (invasión rusa) no debe formar parte de la agenda”. Y fue más lejos aún en su genuflexión: “Aseguró que Putin será invitado a la cumbre de Río de Janeiro del G20 prevista para noviembre de 2024, y que no será detenido, pese a la orden de arresto en su contra emitida por la Corte Penal Internacional en marzo pasado por crímenes de guerra”.
Por estos lares Putin ya tiene quien le sirva, pero nadie mejor que Brasil y Lula con sus ínfulas de líder planetario para “abrirles las puertas” del continente. Hace más de un año el presidente Alberto Fernández se ofreció a Putin para que Argentina fuera la puerta en Latinoamérica para los rusos. No es lo mismo: ¿quién da crédito a lo que Fernández diga? Ni en el mundo ni en Argentina: se trata de un caso claro de “cretino inútil”.
A Putin, y eventualmente también a los chinos, le viene de perlas el afán imperial con rango de virreinato de los brasileños y el narcisismo de Lula, que para eso está ahí. Bolsonaro era más díscolo. Qué mejor que el obrero de izquierda, incluso, para mojarle la oreja a Estados Unidos que hace un buen tiempo que los tiene olvidados. ¡Qué épocas aquellas en que Kissinger los había señalado “como filial”! Cuando se decía que en la Subsecretaría para América Latina del Departamento de Estado se iba a sustituir el español por el portugués. Que los brasileños se hicieran cargo. De todo, incluso del Plan Cóndor.
El “nexo oriental” para Brasil se hace más necesario por cuanto las relaciones con Europa no son las mejores, sobre todo a partir de que Lula declaró que la invasión rusa era una respuesta a provocaciones de Occidente y de la OTAN, palabras más, palabras menos.
Después se desdijo y trató de arreglarla. Metió la pata, como también lo ha hecho repetidamente en la propia región: su reivindicación del “Maduro democrático” no funcionó. De poco le sirve, además, su amistad fraterna con Alberto Fernández. Lo único concreto que ha conseguido es frustrar unas negociaciones por libre comercio entre Uruguay y China, que iban bien. Habló con los chinos y conocidos los intereses, ambiciones e intenciones y forma de operar de estos, como que la cosa se enfrió.
A Lula se le va la mano y se toma atribuciones que no tiene, lo que disgusta a militares y a Itamaratí. Es lo que se ha visto ahora respecto a esta “invitación” con inmunidad para Putin. Lula tuvo que recular y de ahí el cambio de título. Un día después de sus dichos debió salir a aclarar y dar marcha atrás. Sobre la invitación y la eventualidad de que Putin pise Brasil, dijo en una conferencia de prensa: “No sé si la justicia brasileña lo va a detener, es la justicia la que va a decidir, no es el gobierno”. Sin duda fue amonestado, por transgredir.
El hecho es que Putin cada vez tiene más opciones para poner sus “picas” en Latinoamérica. Quizás se le escape Argentina, pero en el caso de que gane el hoy kirchnerista Sergio Massa -lo que no hay que descartar- seguramente se entregará de pies y manos a rusos y chinos. No tienen otra, como el favorito Javier Milei no tiene otra que entregarse a los fondos “buitres”, piratas o “corsarios del capitalismo salvaje”. Aunque, llegado el caso, también éste puede recular, desdecirse y contradecirse, que para todo eso es especialista.
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