La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe se redujo 7,8% en 2019 y se estima que en 2020 ¡la caída fue cercana a 50%!
Los problemas estructurales (léase antiguos y de larga data) de las economías latinoamericanas y caribeñas y los nuevos escenarios internacionales hacen necesario que la inversión extranjera directa contribuya a impulsar un desarrollo con igualdad y sostenibilidad ambiental en la región, nos alerta o recomienda la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en su informe anual sobre el tema.
América Latina y el Caribe captó 160.721 millones de dólares por concepto de inversión extranjera directa en 2019, 7,8% menos que en 2018, una caída que se agudizaría en 2020, ya que como consecuencia de la crisis derivada de la pandemia del covid-19 se ha calculado una disminución de entre 45% y 55% en la entrada de estos flujos, ha informado la Cepal al presentar su estudio anual La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2020 (disponible en el sitio web de la comisión).
A nivel mundial, los montos de inversión extranjera directa (IED) se reducirían 40% en 2020, y de 5% a 10% en 2021. De esta manera, en 2021 la IED alcanzaría su menor valor desde 2005. América Latina y el Caribe es la región que tendría la caída más estrepitosa, indica el documento de la Cepal.
Desde 2012, cuando se alcanzó el máximo histórico, la caída de los flujos de inversión extranjera ha sido casi permanente en América Latina y el Caribe, lo que ha hecho evidente, especialmente en los países de América del Sur, la relación existente en la región entre los flujos de IED, el ciclo macroeconómico y los ciclos de precios de las materias primas, advierte el informe. Pero para nada nombra el informe los problemas de hacer negocios en América Latina, el nacionalismo absurdo y creciente de países como Argentina, Venezuela, México, etc.; así como la percepción de la corrupción y el poco respeto al Estado de Derecho en casi todos los países de la región. La administración de López Obrador detuvo la construcción de un moderno aeropuerto y frena la modernización del sistema de generación de energía eléctrica.
Al igual que en años precedentes, el estudio describe una fuerte diversidad en los resultados nacionales y no se presenta un patrón subregional: en 17 países hay una caída de las entradas en 2019 respecto a 2018 y en 9 países hubo un aumento. En 2019, los 5 países que recibieron mayores inversiones fueron Brasil (43% del total), México (18%), Colombia (9%), Chile (7%) y Perú (6%). Cabe destacar que Brasil es uno de los países con las tasas de interés más elevadas del mundo; en efecto, su activa real es de 34,6% para el año 2018, mientras que la de Chile era de 1,7%, y sin embargo, sigue atrayendo inversiones extranjeras. México, quizá por su participación en el comercio internacional y no obstante las políticas antiinversión privada del actual presidente, continúa atrayendo inversiones extranjeras. Pareciera ser un efecto inercial de su economía.
En Centroamérica, las entradas de IED ascendieron únicamente en Panamá y Guatemala. En el Caribe, la IED dirigida a República Dominicana superó la caída del año anterior, Trinidad y Tobago exhibió inversiones positivas después de tres años de saldos negativos y en Guyana, al igual que en 2018, se produjo un aumento interanual muy importante, inducido por las inversiones para la explotación de hidrocarburos y sectores relacionados, capitales que colocaron al país como el segundo receptor de IED en la subregión. Mientras tanto, el gobierno venezolano que acabó con la apertura de su industria petrolera, mira con envidia lo que se está haciendo en la vecina Guyana. Se parece a la cigarra que disfrutaba en el verano mientras la hormiga trabajaba.
Al analizar el período 2010-2019, Europa se presenta como el inversionista más importante en la región, seguido de Estados Unidos. También nos extraña que la gran potencia del norte de América haya sido desplazada por Europa.
Por otra parte, el informe destaca al sector de las energías renovables como el de mayor cantidad de anuncios de proyectos en el último quinquenio.
Los contribuciones que ha hecho la IED en la región han sido cruciales, como complemento de la inversión nacional y fuente de nuevos capitales, así como para la expansión de actividades exportadoras y el desarrollo de la industria automotriz, las telecomunicaciones, algunos segmentos de la economía digital y también de sectores que hoy adquieren una importancia estratégica en el contexto de la pandemia de covid-19, como es el caso de las industrias farmacéutica y de dispositivos médicos, ha resaltado el referido estudio.
En un capítulo del informe se ha señalado que América Latina y el Caribe ha conseguido un buen posicionamiento en exportaciones de dispositivos médicos, impulsado precisamente por empresas transnacionales, destacándose el caso de México, Costa Rica y República Dominicana.
Ahora bien, contrasta este informe con un documento del Centro de Estudios Monetarios de América Latina (Cemla), en el cual se analiza el flujo de remesas que los inmigrantes latinoamericanos hacen en especial desde Estados Unidos. Así, para el año 2020, este informe señala que las remesas de los inmigrantes de América Latina habían alcanzado 101.500 millones de dólares, una cantidad casi similar a la de la inversión extranjera directa. En este sentido, nos recuerda que uno de los argumentos que durante la dictadura franquista en España se esgrimieron para facilitar la entrada de capitales extranjeros era que mejor que los trabajadores españoles se fueran a Alemania y otros países, era que los empleos se crearan en España.
Quizá, la Cepal y el Cemla deberían hacer estudios sobre la fuga impresionante de capitales que se ha producido en países como México, Brasil, Argentina y Venezuela, y con relación a este último país las cifras estimadas son gigantescas. Estas fugas de capitales revelan la inconformidad de los ciudadanos de estos países con las políticas económicas planteadas por sus respectivos gobernantes. Un estudio explica que durante el lapso 2008-2013, la fuga de Venezuela, alentada por el control de cambio, alcanzó la suma total de 104.000 millones de dólares, también se habla de que Argentina le debe al gobierno de Cristina Kirchner la salida de 70.000 millones de dólares.