OPINIÓN

El Gran Escape, Leopoldo López again

por Luis Beltrán Guerra Luis Beltrán Guerra

No es extraño que si se preguntase cuáles son las diferencias de Venezuela con los German Pow Camps, más de uno contestaría que muy pocas. Y con respecto a López, los amantes del cine dirían que ha hecho como el capitán Virgil Hits (Steve McQueen), un “great escape”. Luchó antes de estar preso, estándolo y está llamado a conducir una campaña para superar esa vida miserable. Así se escucha en un café (Gran Vía), de una esposa caraqueña optimista a un marido pusilánime.

¿El destino? España, sacudida por un gobierno que no termina de agarrar el rumbo y uno de los países más afectados por el covid-19. Desde allá mirará hacia Estados Unidos, a días del fin de una reñida campaña presidencial entre Donald Trump, para unos cuántos el garante del bien y Joe Biden, para otros, portador del mal. Pero, también, por estar, quizás, convencido de que el derrocamiento de quienes mandan en Venezuela requiere la cooperación de los herederos de Abraham Lincoln.

El joven político ha debido plantearse lo que ha de hacerse con el informe de Naciones Unidas, con respecto a delitos de lesa humanidad imputables a miembros del gobierno, tema que con seguridad conversaría con su padre, miembro del Parlamento Europeo, encontrando sabios consejos, propios de un hombre reposado. Y aras de la certidumbre convendría un coloquio con Beatrice Rangel, para un resumen de las intervenciones en el foro del Interamerican Institute for Democracy (Miami), bajo el conminatorio título “Venezuela. ¿Cómo ejecutar las sanciones de la ONU?”.

La puesta en práctica de las providencias se ha convertido, por supuesto, en anhelo de los venezolanos, cuyas caras no dejan de revelar desesperanza. Más de uno, por no decir, el 99%, ya no encuentra Dios a quien pedirle que el tormentoso episodio acabe, sancionándose a los autores de la destrucción y de violación de derechos humanos, a través de “crímenes” confirmados internacionalmente. La demanda pasa por el rescate democrático y prisión de los causantes de las atrocidades. El odio es tan grande que a nivel popular se escucha, incluso, “el paredón” de Fidel Castro y “el ahorcamiento de Hussein”, en Kadhimiya, o sea “by hanging” (Diciembre de 2006).

En el contexto real, sin embargo, una serie de circunstancias alrededor, entre ellas la “burocracia internacional”, resultado de la heterogeneidad de intereses en el escenario. Otra, el papel preponderante de los conflictos internos, incluyendo la guerra, como en Kosovo y Serbia y mucho más en Siria, para 2018 ya con un número asombroso de muertes. El país está sometido a un aislamiento internacional, no obstante, es socia de Irán y Rusia. A Bashar al-Assad en informe del Consejo de Seguridad de la ONU se le ha acusado de hechos punibles, similares a los de Venezuela, pero prosigue en tan terrible faena y a pesar de que a las milicias seculares y religiosas (Ejército de Liberación Sirio) que le combaten cuentan con el apoyo estadunidense y la OTAN. Venezuela, tampoco es Irak, invadido por el gobierno del joven Bush por ser “un almacén de armas nucleares”. Otros de los factores, pareciera mentira, es “el encadenamiento de sucesos fortuitos o casuales (suerte)”, como la Primavera Árabe, cuando Sidi Bouizid se prende candela y la calles de Túnez se llenan de gente hasta que Zine el-Abidine Ben Ali desaparece, termina el régimen de varias décadas jefaturado por Hosni Mubarak en Egipto y muere en Libia Muamar Gadafi, con 40 años en el poder. Y a pesar de ello únicamente en Túnez se transita a una débil democracia. Por eso, tal vez, los italianos, en su expresiva jerga, cuando confrontan problemas expresan “Non é facile”.

No puede dejarse de lado, tampoco, que “The media” se refiere al “quinteto del mal” (Rusia, China, Irán, Cuba y ese otro símil del “Reino Animal”, “el narcotráfico”). La particularidad pareciera ser que, sin acuerdos entre ellos, tienen las pezuñas en Venezuela y son enemigos de Estados Unidos.

No pudiendo negarse que los venezolanos tienen la esperanza  en ese país, Carlos Eduardo Troconis,  de la Carlos III, recuerda a Leopoldo que para el profesor de Harvard John H. Chatsworth “las tropas y agentes de Estados Unidos se han involucrados tanto en intervenciones directas como indirectas (Cuba, Puerto Rico, Panamá, Nicaragua, México, Haití, Guatemala, República Dominicana, Granada, Bolivia Brasil, Chile, Argentina, El Salvador, Guatemala, Guyana y Honduras), sin lo cual  los actores locales no habrían podido actuar con éxito. Pareciera, por tanto, justificado admitir que el “Green go” es la pauta general, pero con la enmienda en lo concerniente a Venezuela: “Green come, you are quite welcome. Not too slow but surely”.

Es difícil aceptar que al gobierno que ha hundido a Venezuela se ponga término por vías constitucionales, ni siquiera pensando en el precedente del Chile apropiado por Augusto Pinochet, grita un venezolano famélico en el encuentro de López con paisanos a apenas horas de haber llegado a Madrid. Ese es el caso expresa una bella dama por debajo de los 50, adicionando: “Lo percibo como Steve McQueen, en The Great Escape, pero no quisiera verlo en el rol de Harrison Ford en el “El fugitivo”, pues lo perseguiríamos como el comisario del U.S. Marshals, Samuel “Big Dog” Gerard en el referido filme.

En el podio se escucha, también, que entre los de la primera fila se preguntan: ¿Será un estremezón al interinato de Guaidó o su fin? Lo ha advertido Ledezma, por cierto.

Leopoldo concluye animando a los presentes, demandándoles con recia voz y los brazos en alto: “El que se cansa pierde”. “Falta menos que hace 4 décadas”.

Del público se escucha: “Contamos contigo”.

Las máscaras por el covid se acomodan, ya andrajosas por el uso y la falta de euros para reponerlas

@LuisBGuerra