¿Cómo describir la situación económica venezolana más allá de un bien o de un mal? Bueno, se pudiera ponderar como anárquica y destructiva. Pues, lo que estamos observando es la aniquilación de lo poco que aún queda en pie.
Más allá de la pantomima que oculta la frase de “Venezuela se arregló”, la realidad es que la inversión privada independiente, sin vínculos con el Estado ni con los negocios de quienes tienen el poder, está plenamente destruida.
Por un lado, vemos que a unos empresarios se les echa, se le cierran las puertas y se les humilla, mientras otros ya colocan sus bardas en remojo ante lo que pudiera venir en su detrimento en los próximos tiempos. Esta es la triste realidad.
Por ejemplo, el régimen venezolano acaba de cerrar Radio Candela en Cojedes, lo cual no solo es una violación franca de la libertad de expresión, sino que es una vulneración de los derechos de los propietarios de esta estación de radio.
Y así como Radio Candela, son incontables los medios de comunicación que han cerrado o los han cerrado por decisión de quienes usurpan el poder; y no basta con enumerar las empresas de telecomunicaciones, pues en todos los ramos y sectores vemos que este tipo de atropellos pasan permanentemente.
Por otro lado, vemos a grandes empresas como la multinacional Telefónica –propietaria de Movistar– que ya anunció el inicio de su retirada del país y lo hará sacando la televisora satelital de la nación. Esta es la situación de anarquía y aniquilación que observamos día con día.
A lo largo de estos 23 años de socialismo se han marchado de nuestra tierra grandes, medianas y pequeñas empresas, como las transnacionales droguerías (2010), las ensambladoras de vehículos (2011), Mattel (2012), Alitalia (2014), Belcorp (2014), Air Canada (2014), EFCO (2014), Lufthansa (2016), Kimberly-Clark (2016), Bridgestone Americas (2016), General Mills (2016), United Airlines (2017), Avianca (2017), General Motors (2017), Delta (2017), Kellogg’s (2018), Pirelli (2018), Good Year (2018), Colgate-Palmolive (2018), Cargill (2020) y Avon (2022).
Una lista que se queda corta, pues entre grandes, medianas y pequeñas empresas son miles las organizaciones comerciales y de consorcios que han cerrado sus puertas y se han mudado a Colombia, Brasil, Panamá y otras naciones del continente.
Sin duda, la economía creada por más de dos décadas de socialismo ha sido atroz, una economía donde la inversión es nula, donde el empleo es precario, donde el hambre abunda y las necesidades se incrementan ante la mirada inerte de aquellos que a cuestas del poder se enriquecen a pasos agigantados.
A veces cuando uno escucha a Nicolás Maduro, o a cualquiera de ellos, hablando de inversión solo se puede pensar que se refiere a movimientos económicos que los mismos enchufados hacen para darle cierta legitimidad a sus capitales, cierta legalidad a sus fortunas descomunales y mal habidas.
Eso de estar vendiendo acciones de empresas del Estado no es una rectificación del modelo económico, no es un viraje. Es sencillamente un reacomodo económico, un ajuste en las políticas de consolidación de esa hegemonía que han creado en detrimento de la calidad de vida del venezolano y de la pulverización del aparato productivo nacional.
Ellos echan a quienes producen con independencia, ellos intimidan a quienes generan bienestar a través de sus iniciativas de orden privado; y, frente a esta práctica, somos los venezolanos que sí queremos al país y sí queremos un cambio, los que tenemos que echar a estos socialistas del poder.
Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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