La ausencia de Andrés Manuel López Obrador en la Cumbre de Líderes Mundiales del G-20 ha sido criticada por propios y extraños, y es una ausencia que en política exterior e interior no va a abonar al gobierno de la llamada 4T.
El mandatario tabasqueño insiste en que “la mejor política exterior es la interior”, un mantra que muchos pensaban dejaría de lado al sentarse en la silla presidencial; sin embargo, es fiel a su promesa de campaña por lo menos a la que se refiere a política exterior.
La cumbre del G-20 llega en el momento más complejo en lo que va del gobierno del mandatario mexicano. Andrés Manuel López Obrador acaba de sortear las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles a los productos mexicanos a cambio de firmar un acuerdo por el que México se compromete a endurecer más aún su política migratoria, algo que de algún modo pone contra las cuerdas la posición de AMLO en el sur del país, su bastión político, de ahí que ha insistido en estos últimos días en que México tratará de desarrollar un plan de desarrollo en Centroamérica para que, a falta de apoyo económico de Estados Unidos, se pueda contar con el respaldo internacional, especialmente de países europeos. Además, el nuevo tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos está pendiente de aprobación en los congresos de ambos países, porque si bien en el nuestro ya está avanzado, la situación política en Estados Unidos deja entrever que se hará una modificación a petición de los demócratas y así lo ha dejado ver el mismo Donald Trump. Y esa que un rechazo a este acuerdo supondría un duro golpe para la economía mexicana.
Estamos ante una muestra de cómo una decisión en política exterior podría debilitar la imagen de México ante el resto de naciones del G-20.
Tiempo al tiempo.