OPINIÓN

El golpe bajo de Luis Arce en Bolivia

por Verónica Ormachea Verónica Ormachea

¿Dónde se ha visto que un presidente de un país instruya a su jefe del Ejército que saque tropas y tanques y rodee el palacio de gobierno para aumentar su popularidad, pues la crisis económica es insostenible?

Hace unos días se lanzó en Bolivia una asonada golpista cívico–militar que resultó ser una comedia de mal gusto parecida a una telenovela de bajo presupuesto.

Dicha puesta en escena, habría sido un simulacro con el fin de elevar la popularidad del Presidente Luis Arce. Le salió, sin embargo, el tiro por la culata. Su popularidad está por los suelos, más aún cuando quiere presentarse como candidato a las elecciones generales del 2025.

El «supuesto» golpista, el general de ejército Juan José Zúñiga, llegó con tanques y tropas fuertemente armadas al palacio de gobierno pidiendo cambios en el gabinete, restituir la democracia y liberar a los presos políticos. No tocó, sin embargo, al presidente Luis Arce.

Un golpe de Estado –que Bolivia ha vivido muchos– es una violenta toma del poder a través de las armas, coordinado entre varias unidades militares donde lo primero que hacen es perseguir y arrestar al primer mandatario y su gabinete, acallar a la prensa y donde suelen haber muchas bajas.

Zúñiga cuando fue detenido -así como a otros involucrados- confesó que Arce fue quien le ordenó sacar los tanques a las calles. Consultado por la prensa si eso significaba un autogolpe, respondió: «Sí, es». Ambos eran amigos cercanos y solían jugar basquetbol. Estuvieron juntos el fin de semana anterior en el colegio La Salle.

Arce, rechazó el intento del excomandante Zúñiga de involucrarlo en el intento de golpe de Estado y afirmó que «no es un político que va a ganar la popularidad con la sangre del pueblo». ¿A quién le creemos? Aquí se presenta la situación de la posverdad.

Los bolivianos, que hemos sido víctimas de varios golpes de Estado, nos dimos cuenta de inmediato de que esto era un simulacro de mal gusto. Los beneficiados fueron las gasolineras, los supermercados y el mercado paralelo del dólar que subió a casi 9,50 pesos bolivianos por dólar, cuando el oficial está a 6,97. Los bolivianos quedaron indignados.

La mano de Venezuela

¿Quién habría coadyuvado a organizar esta comedia? Probablemente el gobierno venezolano. Hace unos días llegaron a Bolivia un grupo de 80 ciudadanos. Los venezolanos son expertos en armar estos show mediáticos. Recordemos que el 2002 hubo una crisis económica en Venezuela y se dio un golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Hugo Chávez. Curiosamente, fue restituido dos días después. Algo parecido ocurrió con el entonces presidente Rafael Correa del Ecuador. Todos pertenecientes al ala del socialismo del siglo XXI.

¿Qué viene como siguiente acto? El gobierno culpará a la oposición del engorroso aparente montaje y pretenderá acusarla de ser los autores intelectuales del «supuesto golpe». Y, es probable que comiencen a perseguir a los líderes de la posición.

Cuando hubo el vergonzoso fraude electoral de 2019, el Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Evo y Arce, arguyó que hubo un golpe. Jamás lo hubo.

Probablemente el presidente Arce –con la excusa de lo sucedido– pretendiera cerrar el Congreso, y gobernar por decreto, o realizar cualquier hecho antidemocrático, lo cual la oposición no lo permitiría.

Es urgente investigar y aclarar estos vergonzosos hechos.

Artículo publicado en el diario El Debate de España