Afirmo con capacidad de crédito que no se compadece con la realidad, como tampoco razonable por absoluta carencia de fundamentación cierta, la “conseja” orientada y difundida por el gobierno que hoy se encuentra presidido por Nicolás Maduro, quien lo maneja a su voluntad, conduciendo una administración impune en la que se anidan oficiales activos de la Fuerza Armada Nacional, como civiles y cazadores de oportunismos a cuyos cargos se encuentran el manejo de las más importantes industrias del desarrollo nacional, que han destruido exentos de responsabilidad; los que a la vez, imaginándose que los venezolanos somos eunucos, nos hablan de una polarización entre las fuerzas del gobierno y de la oposición, lo que entendemos como una maniobra de tenor redactado, para la subsistencia de un régimen que no es más que la parodia de un gobierno insepulto; como descarado artificio maniqueo dirigido a evitar la derrota de quienes han hecho de la burocracia en el poder una fuente de dinero. Maniobra perversa para atemorizar e impedir el ejercicio libre del voto. Todo aviesamente dirigido a los que ya han escogido mediante el proceso de competición primaria con seriedad y transparencia una candidata que cuenta con el respaldo de los otros sectores políticos que con ella concurrieron, que consumado la adherencia de las mayoría populares, por lo que duda no cabe de ser la virtual presidente de la República.
¿Qué se entiende por polarización? Es la expresión del fenómeno por el cual la opinión pública se divide en dos extremos opuestos. Como también se le atribuye a las facciones extremas de un partido donde unos dirigentes ganan espacio en esa organización: es un medio de apoyo electoral. Eso no está planteado en la actual política venezolana. ¿Por qué? Por cuanto solo oírlo nos lleva a una treta, cual la entendemos como una manera ilícita de competición, frecuente en los que usando los recursos del Estado lo emplean para mantener privilegios de rechazos colectivos por deshonestos.La polarización es frecuente en países de tradición bipartidistas respetuosos de sus Constituciones, que en muchas ocasiones se levantan, unos con la mayoría en el Poder Ejecutivo; otras en el Poder Legislativo, ejerciéndose el mayor control entre sí; pero pensar que tal situación exista en Venezuela, no es más que lo dicho por Andrés Eloy Blanco, “ Una ficción de la fantasía”.
Si en verdad el cuartelazo fracasado de Hugo Chávez, cuya libertad le fue conferida por Caldera, quien como precursor de la Revolución Bolivariana, convirtió en presente el mito heroico del pasado logró catapultar la mayorías nacionales y la necesaria para llegar al poder con amplio respaldo popular, hoy desobedecido y abandonados por los que hubieron de respaldarle, con un presidente que con claridad de encuestas goza de apenas un dígito de respaldo: la adherencia de los que respaldan a la candidata opositora abarca 90% del electorado nacional. Situación que al régimen le causa “culillo”, por eso el miedo, perturbación, angustia que hemos verificado, lo hace acusar una inhabilitación forjada. El país se encuentra en una situación distinta a la que se encontraba en el año 1999,a la que se suma la depresión económica sin precedente que causa migración mayor a siete millones de venezolanos, donde la corrupción se hace inmensurable e impune dado un sistema que le es complaciente, lo que conlleva a afirmar que después de la caída del nacionalsocialismo en Europa, llevada a cabo por las fuerzas aliadas y firmado el tratado de Paz en Berlín y Tokio los dictadores carecen de asidero permanente.
Consciente de lo precedente tenemos que significar que al infructuoso Maduro se le cumple su periodo presidencial, por lo que el elegido tomará posesión a los 10 días de enero de 2025. La oposición con gran criterio de unidad, con acogida nacional, incluyendo los venezolanos migrados: con disposición unitaria singular resuelven contarse en una competición primaria, seria y bien reglamentada. La contienda da como ganadora a una mujer a quienes los sectores aliados al gobierno no han podido amedrentar. Se llama María Corina Machado. De gran entereza, valiente y consecuente en la defensa de los derechos y garantías constitucionales, radicalmente negada a ser sucedida como aspirante al Solio Presidencial, asida al respaldo unitario, bajo promesa de ir hasta el final sin vacilar, declara: Que el pueblo la eligió, que no será Maduro a quien vamos a derrotar: quien escoja al candidato de la oposición. MCM es entendida como una manifestación de la voluntad popular. ¡Harta de la dictadura! La conducta de esta líder de oposición con todo un respaldo popular es irreversible. Conforma un sentimiento de solidaridad de gran razonabilidad del pueblo. Es institucionalmente democrático, opuesto a las triquiñuelas del régimen opositor.
¿Pero cómo actúa el que ha convertido al país en estercolero, hasta un ciego lo ve. Tiene nombre y apellido, es de carne, corazón y hueso, por lo tanto mortal. No es otro que Maduro. Con ineficiencia para ejercer la Presidencia, habiendo Chávez impuesto la reelección continúa e inmediata, este, por su ambición de poder se empeña en ejercitarla por un tercer periodo, lo cual no ha de llorar. Tiene que frenar a María Corina ya tenida como la ganadora. Para esto se opone, lo hace público a la vez que viola la Constitución que ordena que la elección del presidente de la República será mediante elecciones libres, obvia tal precepto y dispone su escogencia por la forma inusual de “cobrar y darse el vuelto”, violencia no propia de quien juró cumplir la Constitución.
Para darse por tercera vez como el candidato presidencial se vale del PSUV, partido bajo la dirección de un solo hombre, insiste en la magnificación epónima de las fuerzas armadas, y se le enfrenta sin disimulo ni guardando la discreción a la candidatura. Para ello dispone de la arbitrariedad concentrada y pretende inhabilitar al más firme ejemplo de la rectitud ciudadana. Soy de los que cree que deseos no empreñan. Que la candidatura de MCM es única e irreversible y la única que dispone de la fuerza necesaria para aventar la dictadura. Se mantiene. Las masas populares la sostienen, le prestan todo su respaldo.