El segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se nos hace algo parecido a los sucesos de que le ocurrieron a Luis XVI durante los primeros años de la Revolución francesa, durante los cuales numerosos aristócratas y burgueses influidos por las ideas de Rousseau, Voltaire, Montesquieu y Diderot impulsaron ese proceso que al final desembocó en la dictadura militar y política de Napoleón Bonaparte.

El gran sociólogo e historiador Hyppolite Taine nos describe en su obra Los orígenes de la Francia contemporánea la revolución que estalló el 14 de julio de 1789:

¿Puede admitirse que con tantas buenas intenciones reunidas llegara a destruirse todo? Tanto el gobierno como la clase dirigente se imaginaron haber hecho todo lo que podían hacer. El rey toma nota que se le ha reintegrado a los protestantes su estado civil, suprimido las jornadas manuales de trabajo, establecido la libre circulación de granos, instituido las asambleas provinciales, organizado la marina, socorrido a los americanos, emancipado a sus siervos, disminuido los gastos de su casa real, se ha empleado a Malesherbes, Turgot y Necker, dejado en libertad a la prensa y escuchado a la opinión pública. Jamás gobierno alguno se había mostrado tan benigno: el 14 de julio de 1789 no había en la Bastilla más que siete prisioneros, idiota uno de ellos, detenido a petición de la familia otro y cuatro acusados de falsarios. Ningún príncipe ha habido más humano, más caritativo ni que más se preocupase de los desgraciados. En 1784, año de inundaciones y de epidemias, distribuye 3 millones de socorros. Recurren a él hasta por los accidentes privados; el 8 de junio de 1785, envía doscientas libras a la mujer de un labrador bretón, la cual, teniendo ya dos niños acaba de dar a luz a tres en un solo parto. (…)

También Carlos Andrés Pérez dio muestras de gran humanidad cuando estuvo por primera vez en el gobierno, concedió becas a miles de estudiantes para que estudiaran en el extranjero. Ayudó hasta a los enemigos, en una ocasión fletó un avión para trasladar a José Vicente Rangel a Cuba para hacerse una operación. Tampoco podía ser tildado de neoliberal o gran aficionado al capitalismo, él mismo decía que bajo ninguna razón privatizaría Pdvsa, y hasta la poderosa empresa telefónica Cantv, la cual privatizó, solo fue parcialmente porque el Estado se reservó un paquete accionario importante.

Así que cuando Rafael Caldera conspiró con un grupo de notables para sacar de la presidencia a CAP, lo hacía contra quien estaba haciendo lo imposible para evitar una hiperinflación, puesto que había recibido un Banco Central sin reservas internacionales y su gabinete económico tuvo que negociar hasta un crédito puente con el Banco de España para recurrir finalmente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial para un programa de ajuste coyuntural y cambio estructural. Da la casualidad de que el mismo día en que se firmó el Acuerdo con el FMI estalló el “Caracazo” en donde miles de habitantes de los barrios salieron a saquear, matar y destruir pequeños negocios. Y esta “rebelión” tuvo que ser conjurada enviando tropas aerotransportadas desde el interior de la República.

En el año de 1992, el 4 de febrero, regresando CAP de un viaje a Davos, le esperaba un golpe de Estado y su propio ministro de la Defensa, el general Ochoa Antich, lo combatió tibiamente. A muchas personas, incluyéndome, les pareció que Ochoa Antich jugaba un juego doble, hasta se le permitió a Chávez, gran líder del intento de golpe, salir en la televisión con una declaración denostando a la Constitución. Este intento de golpe fracasó en lo militar, pero tuvo éxito en lo político. Así Rafael Caldera, pronunció su “famoso” discurso en el Congreso y transmitido en vivo por televisión donde expresó “que no se le puede pedir al pueblo que se sacrifique por la democracia cuando no se le da de comer”. Es increíble como un expresidente de la república que formó parte del gobierno de don Rómulo Betancourt, haya pronunciado “urbi et orbi” tremendo disparate, anticonstitucional ¡dicho sea de paso!

Lo que le pasó a la segunda administración de CAP ya es conocido por todos. Triunfó la antipolítica, y luego vino el pésimo segundo gobierno de Rafael Caldera, donde se premiaron a los militares golpistas y además se le sobreseyó la causa al futuro dictador, apoyado ya por Fidel Castro.

Ahora salió publicada la ya famosa carta del vicealmirante Mario Iván Carratú Molina, en donde describe minuciosamente cómo Caldera colaboró para abatir un gobierno democrático que solo pretendía recomponer la destruida economía venezolana. También lo dijo en una ocasión el expresidente Pérez: “si el intento golpista del 4F hubiese triunfado, jamás el expresidente Caldera hubiese ocupado por segunda vez la presidencia”.

Cuando Rafael Caldera asumió la presidencia de la República por segunda vez, no había ninguna duda de que había ya comenzado la llamada V República, enseguida nombró a connotados militares golpistas para algunos cargos dentro del Ejecutivo Nacional, en especial en el PAMI. También él provocó la terrible crisis bancaria de 1994, porque creyó que acabando con el Banco Latino y persiguiendo policialmente a sus directivos sepultaría un banco donde Pedro Tinoco había sido presidente. Y lo que hizo fue abrir una caja de Pandora financiera, produciendo la caída de la mitad del sistema bancario, una fuerte devaluación cambiaria, y una altísima inflación, y dicho sea de paso, signado por una gran desconfianza hacia su gobierno en medio de una actuación errática de su equipo ministerial.

Tampoco sabíamos que: “El general de División Jorge Isaac Tagliaferro de Lima (comandante del Ejército en el gobierno de Ramón J. Velásquez), a quien Caldera propuso inicialmente el cargo de Ministro de la Defensa, fue descartado por no aceptar la imposición de apoyar la liberación de los comandantes rebeldes.”

Miguel Rodríguez, comenta sobre el “Gran Viraje” de CAP II:

“Michel Camdessus, quien era una eminencia, Director-General del Fondo Monetario Internacional, bautizó la reforma coyuntural y estructural de Venezuela como la más importante y moderna que se estaba haciendo en América latina. Logramos la mejor reestructuración de la deuda externa de América latina (feb 1990) con la que le ahorramos a la República, a valores de hoy, decenas de billones de dólares; Introdujimos la reforma tributaria y la reforma del sistema financiero. Llevamos a cabo la privatización de la CANTV, la más exitosa de América latina, con una licitación internacional que ganó, en buena lid, la GTE y AT&T. Logramos captar el interés de los inversionistas más importantes del mundo, con planes serios para invertir en el país. Liquidamos el antro de corrupción del control de cambio RECADI (creado después del Viernes Negro, feb 1983) que terminó de completar la inmensa fuga de capitales que se inició en 1980 y concluyó en 1988 (más de $200 billones, a valores de hoy, apropiados, en su mayoría, por las familias más ricas de Venezuela). Nosotros establecimos la más transparente y libre convertibilidad.”

El segundo gobierno de Caldera es uno de los peores gobiernos de toda la historia de Venezuela y uno de los más corruptos. Se termina cayendo el ingreso per cápita del país en cuatro de los cinco años de gobierno. Cayó en un 15% el producto interno bruto y el ingreso per cápita de los venezolanos, el consumo privado cayó en más de 20%, el desempleo terminó en niveles altísimos del 12-15% y el empleo en el sector informal subió a más del 50% de la fuerza de trabajo. Es decir, un empobrecimiento general del país que terminó haciéndole el terreno a la candidatura populista de Chávez.

De igual forma, la carta del vicealmirante nos revela cómo Caldera se aprovechaba de su condición de expresidente de la República para disfrutar buenas vacaciones en Kanavayén (sur de Guayana) pagado con recursos del tesoro público.  También revela públicamente cómo llamaban a Andrés Caldera Pietri —siempre soberbio como su “distinguido” progenitor— el “pimentón” porque estaba en todos los guisos.

Así mismo, nos recordamos cómo alguien que fue secretario privado de Caldera en su segundo mandato se jactaba que en los días iniciales del gobierno de Hugo Chávez seguían muchos calderistas en sus elevados cargos en la administración pública.


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