El marxismo no ha cesado, en sus medios y fines como presuponen algunos estudios y análisis, ha venido mutando en la narrativa, ha cambiado con el pasar del tiempo; de hecho esa perspectiva absolutista del control del poder sobre las personas en la historia, siempre ha existido en sus fines totalitarios, con distintos matices, narrativas y análisis; lo que ha cambiado son sus símbolos semánticos y arquetipos, los resultados siguen siendo siempre los mismos: el control total sobre la manera de pensar de las persona.
El materialismo histórico no es más que una intervención semántica y retórica propia de la época de la modernidad de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, que se centra en una narrativa globalista totalitaria de la historia moderna, sustentada en los valores semánticos de significados de control totalitario, no apegado a los principios de los valores filosóficos de la libertad, sino por el contrario, lo más lejos que pueden estar de la libertad de las personas, del libre pensamiento.
Además, que el globalismo desde su aparición estelar en el pasado siglo se sustenta en los pilares del chantaje, basados en el miedo, con tácticas y estrategias totalitarias, donde exista una narrativa sin contenido real.
En ese sentido, la filosofía moderna pretende afirmar que lo observado es subjetivo, porque va a privar la interpretación del observador; sin embargo, por muchos marcos de referencias del observador e incluso sus tendencias, eso no pudiera cambiar los resultados objetivos de lo observado.
Es precisamente esta retórica de las narrativas, las que le dan vida y justificación argumentativa a las tesis totalitarias que circundan el planeta; por otra parte, se cree que gran parte de los países son capitaneados por gobiernos socialistas, lo que se obvia, de esa visión, es que va más allá de la ideología de un partido, en un país específico; concluyendo que es la ideología del globalismo lo que realmente gobierna en los países y más propiamente en las mentes de las personas.
A todas estas, mucho se ha dicho sobre que el comunismo es igual a la ideología nazi, propiamente; sólo que es la narrativa la que hace pensar que no es así y es la narrativa posmoderna, la ideología totalitaria del presente, es decir, el globalismo, que pretende controlar la forma de pensar a través de las desideratas de la propaganda repetida cientos y miles de veces, en los medios, cubriendo la estructura de la mente humana, llenándolo todo de miedo y más miedo; para que las personas no tengan la capacidad de pensar por sí mismos, sino que sean los intereses ajenos a la naturaleza humana, los que piensen por ellos.
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