Elías Pérez Borjas (1932-1993) fue el gerente cultural que con su quehacer renovó la gestión de las artes escénicas en Venezuela. El teatro y el cine formaron parte importante de su actividad profesional, pero la danza fue su pasión fundamental. El pasado mes de enero se cumplieron 30 años de su prematuro fallecimiento.
La historia lo sitúa dentro de la generación forjadora de la escena profesional venezolana surgida hacia mediados del siglo XX. Fue asistente del director teatral español Alberto de Paz y Mateos y cofundador del Nuevo Grupo, junto con Isaac Chocrón, Román Chalbaud, José Ignacio Cabrujas, John Lange y Miriam Dembo, proyecto que contribuyó al arribo a la modernidad del teatro venezolano.
En el Nuevo Grupo cumplió funciones de director, productor e iluminador en las obras Tric-Trac, Asia y el lejano oriente, O.K. y La revolución, de Chocrón; Réquiem para un eclipse, Los ángeles terribles y Ratón de ferretería, de Chalbaud; El día que me quieras, de Cabrujas y Nuestro padre Drácula, de Rodolfo Santana. De la mano de Román Chalbaud incursionó en el cine, realizando la producción ejecutiva de las películas Cangrejo II y La gata borracha.
La dinámica actividad de Elías como promotor dejó huella especialmente trascendente en el campo de la danza artística, donde realizó no solo una labor fundacional y organizativa, sino también reflexiva sobre el quehacer del arte del movimiento. La danza clásica fue su interés inicial y su razón de ser definitiva. Descubrió ese especial mundo de gestos y movimientos sofisticados a través de su acercamiento al maestro irlandés David Grey, el británico Henry Danton, el ruso-estadounidense Igor Youskevicht y el cubano Fernando Alonso, a quienes se aproximó con prudencial distancia, pero también con apasionamiento.
La danza contemporánea en momentos puntuales también formó parte de sus intereses. Particular fue su cercanía a la obra de Grishka Holguín, Sonia Sanoja y José Ledezma. Activa fue su participación en las visitas a Caracas de Merce Cunningham, figura trascendente de la danza moderna mundial y estrecha fue su vinculación con la coreógrafa estadounidense Anna Sokolov.
Los primeros pasos profesionales dentro de la danza los transitó en el Ballet Nacional de Venezuela, acompañando como director de escena la iniciativa institucional de Irma y Margot Contreras. Allí adquirió conocimientos, desarrolló destrezas y se hizo de un criterio sólido sobre el arte del ballet, que fue influyente y en muchos casos determinante. Fue también director escénico de la Fundación de Danza Contemporánea, agrupación que irrumpía vigorosa dentro del panorama de la danza experimental a principios de los años sesenta, bajo el liderazgo de Holguín y Sanoja.
Su presencia en la gestión pública de la cultura la inició como director de la escuela y la compañía de ballet del antiguo Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, a las que buscó orientar dentro de las tendencias imperantes en ese momento. Tenía plena claridad sobre la necesidad de formación de maestros y coreógrafos y de la importancia de propiciar un permanente contacto internacional.
Fundateatros y Fundarte brindaron continuidad y crecimiento a sus potencialidades como gerente. En estas instituciones le correspondió administrar los teatros Municipal y Nacional de la ciudad de Caracas en una etapa estelar de estos coliseos, e incursionar en áreas diversas de la gestión de las artes, incluyendo la acción cultural comunitaria.
La Reseña Nacional de Danza, en sus dos ediciones de 1974 y 1981, fue propuesta por Pérez Borjas como un termómetro para medir los alcances de esta disciplina en Venezuela y sus reales posibilidades de desarrollo profesional futuro. El Ballet Internacional de Caracas, a su vez, fue un visionario proyecto que contó con amplio apoyo económico y político, que encontró en el inquieto animador a un entusiasta propulsor. El prestigio mundial que ostentaban Vicente Nebreda, su amigo y cómplice de la adolescencia y Zhandra Rodríguez, rutilante figura del ballet mundial, apuntalaron hasta lo más alto esta iniciativa en sus cortos cinco años de existencia.
El modelo de gestión de Elías Pérez Borjas tuvo su máxima proyección al frente del Teatro Teresa Carreño. Allí logró establecer alianzas estratégicas de patrocinio entre los sectores público y privado, extender los alcances del gran complejo cultural hacia expresiones escénicas populares y desarrollar programas de formación y actualización para su personal.
Bajo su impulso y con la dirección artística de Nebreda, el Ballet Teresa Carreño elevó sustancialmente sus niveles de creación, interpretación, producción y difusión. Numerosos títulos configuraron una nueva y auspiciosa etapa para la compañía estable del teatro.
Importantes acontecimientos y grandes celebridades se dieron cita durante la gestión de Elías Pérez Borjas al frente del Teatro Teresa Carreño. Entre ellos, la Conferencia Internacional de Especialistas en Ballet promovida por la Organización de Estados Americanos y presidida por la primera bailarina inglesa Margot Fonteyn, el Congreso Latinoamericano de Danza Contemporánea y el Congreso Internacional de Medicina del Arte.
Su faceta de escritor, menos divulgada, aunque igualmente destacable, queda registrada en su libro La danza en Venezuela, editado en 1968 por la Oficina Central de Información, primer intento historiográfico de esta manifestación escénica en el país.
Sus agudas reflexiones publicadas en el diario El Nacional generaron opinión pública durante los años setenta y ochenta. A través de ellas dejó sentado sus radicales puntos de vista sobre los protagonistas y los acontecimientos de la danza venezolana y mundial.
Una publicación fuera de lo común, de notable belleza formal, lo constituye el libro Dime cómo vives, insospechado texto de Elías y fotografías de Olga Lucía Jordán, edición de la Fundación Neumann de 1991. En ellas los dos autores penetran en el mundo particular de afamados artistas visuales y su personal entorno.
Impartió igualmente sus conocimientos sobre historia y teoría del arte de la danza y análisis del movimiento, en el Instituto Superior de Danza y la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela.
Elías falleció el 6 de enero de 1993 dentro de las instalaciones del Teatro Teresa Carreño, un lugar que llegó a amar profundamente. Ocupaba el cargo de director de la Compañía Nacional de Teatro, la última institución a la que legó su amplia experiencia de gestor.
Elías Pérez Borjas y su obra representan una escuela de gerencia cultural esencialmente intuitiva, eficaz y aleccionadora.