Si es cierto, tal como hemos argumentado suficientemente, que el Estado chavista dispone de una compleja maquinaria para seguir en el poder mediante el fraude electoral y el fraude político, estamos obligados a explicar situaciones como la supuesta elección de la Asamblea Nacional en el 2015 cuando el órgano electoral chavista se la adjudicó en su mayoría a los representantes de la falsa oposición. ¿Cómo explicar esa situación si tomamos por cierto el hecho de que el chavismo dispone de todo el poder para fabricar resultados electorales? Solo basta que la sala de totalización del Consejo Electoral chavista anuncie un resultado para que este ya sea de por sí inauditable e inapelable. Entonces ¿qué pasó en 2015?
Nuestra tesis es que el Consejo Electoral chavista no hizo eficientemente su trabajo para articular el fraude electoral, como siempre lo ha hecho, y esto produjo un resultado inesperado. Digamos que el aparato para el fraude electoral del gobierno chavista tenía algunas piezas sueltas y esto produjo una suerte de cortocircuito. Esta falla interna en el mecanismo de fraude electoral chavista fue reivindicada por los partidos de la falsa oposición como la prueba casi irrefutable de que si era posible derrotar al chavismo por la vía de los votos.
No hay duda que millones de venezolanos se movilizaron a votar en 2015 aún esperanzados en los cantos de sirena de la falsa oposición. Pero, como ya lo hemos explicado en otras oportunidades, la falla del fraude electoral fue inmediatamente corregida por el fraude político al activarse los órganos del estado chavista para quitarle la mayoría calificada a la falsa oposición en esa Asamblea Nacional y luego montando una Asamblea Constituyente como órgano legislativo paralelo. Esa voluntad política de los ciudadanos expresada a través de los mecanismos del régimen chavista quedó, una vez más, burlada.
Sin renunciar a la tesis de que la falsa oposición siempre ha estado equivocada en sus mediatizadas formas de oponerse al régimen hay que reconocer que la movilización en 2015 fue inmensa porque aún había esperanza en un cambio por la vía electoral. Pero una vez más la falsa oposición hizo lo que siempre ha hecho cuando la gente le da el voto. Los falsos opositores fueron incapaces de defender el espacio que millones de venezolanos les habían entregado. Ese desgano por liderar la lucha contra el chavismo siempre ha estado presente en todas las elecciones en las que ha participado la falsa oposición donde sus voceros, desde Manuel Rosales hasta Henrique Capriles, terminan llamando a la entrega y la resignación en fiel acatamiento a los números fabricados por el consejo electoral chavista.
El entreguismo característico de la falsa oposición no es otra cosa que el mejor reconocimiento a la política real. Solo en un mundo de fantasía se podría esperar que el chavismo aceptara ser regulado por una Asamblea Nacional en manos de la falsa oposición. Pero más ilusos resultaron los parlamentarios “electos” en 2015 cuando creyeron que la gente los había apoyado para hacerle las leyes al chavismo. Y la desconexión con la realidad alcanzó su paroxismo en enero de 2019 cuando la Asamblea Nacional de 2015 crea un gobierno de caricatura llamado interino con reconocimiento protocolar de varios países pero sin apoyo real en términos de política o geopolítica.
El reconocimiento que países como Estados Unidos e Inglaterra le han dado al llamado gobierno interino no ha sido útil para recuperar ni siquiera un metro cuadrado de territorio. Ese gobierno de papelillo y serpentina, carente de territorio en el cual operar, tampoco tiene una fuerza armada para actuar como un verdadero estado. Sin embargo, su existencia solo ha servido para fomentar escandalosos casos de corrupción como el de Monómeros y la malversación de los activos de Venezuela en el exterior, solo comparables con la depredación que diariamente perpetra el chavismo en Venezuela.
Para medir el monumental fracaso de la Asamblea Nacional de 2015 y el llamado gobierno interino de Juan Guaidó hay que establecer unos parámetros. Lo que hay que establecer desde el principio es que el apoyo y el voto que la gente le dio a la falsa oposición no era para hacerle leyes al chavismo o tratar de administrar un gobierno en el aire que sólo es defendido por quienes forman parte de sus nóminas. Quienes en forma ingenua y desprevenida apoyaron a la falsa oposición lo hicieron, seguramente de buena fe, creyendo que estaban refrendando una dirección política para organizar las luchas que condujeran a sacar al chavismo del poder y no firmándoles un cheque en blanco a unos vividores de la política.
Desde el punto de vista del objetivo político real y de las expectativas creadas sin duda la falsa oposición, con su Asamblea Nacional del 2105 y su gobierno interino devenido en hamponato, ha fracasado en forma rotunda. Gracias al papel de esa Asamblea Nacional y ese gobierno interino hoy el chavismo sigue en el poder sin un contrapeso real. El tiempo y las reiteradas negociaciones entre la falsa oposición y el chavismo han demostrado que lo que ha buscado la Asamblea Nacional de 2015 y el Interinato son formas de cohabitación y convivencia con el régimen chavista.
Lo que no ha sido un fracaso es el vertiginoso y rápido enriquecimiento de quienes han vivido guindados de ese racimo de cambures y ahora vuelven a invocar la constitución chavista de 1999 para seguir saqueando los activos de Venezuela en el exterior. Apoyar la continuación de la Asamblea Nacional de 2015 y el Interinato no es otra cosa que ir hermanados con los chavistas a ofrendar en el mismo templo de la corrupción y la barbarie que hoy desangra a Venezuela.
Mientras tanto, y hasta que no se articule un verdadero eje de lucha contra el régimen chavista, millones de venezolanos instintivamente se refugiarán en la abstención electoral como la única forma digna y efectiva de castigar a los impíos de la falsa oposición y el chavismo. @humbertotweets