La Cumbre de Líderes del G20 está prevista para los días 18 y 19 de noviembre de 2024 en Río de Janeiro con tres temas en la agenda: inclusión, lucha contra el hambre y la transición energética en el contexto del desarrollo sostenible socioeconómico y sus aspectos ambientales, aunque, como es habitual en estos encuentros, los conflictos en desarrollo serán los protagonistas.
El G20 está integrado por 19 países miembros y la Unión Europea, que representan cerca de 90% del PIB mundial. Es el principal espacio de cooperación económica y financiera entre los países más importantes del mundo y su objetivo es coordinar políticas para lograr un crecimiento sostenible y estabilidad económica global. Cuenta con 14 organizaciones internacionales socias, como la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la OIT, la OMC y la OMS.
El 2 de septiembre del año pasado escribí un artículo titulado «El futuro del G-20″ de donde extraigo este párrafo “Este grupo adquirió relevancia en momentos del inicio de la pandemia del COVID, cuando despertó las esperanzas de convertirse en el eje de coordinación y asistencia financiera a los países más vulnerables. Sin embargo, la invasión rusa y la posición de China sobre la misma ha creado diferencias internas ostensibles que están afectando la viabilidad de los esfuerzos para los que fue creado. La tensa situación entre Estados Unidos y China no contribuye a la cohesión deseable para lograr acuerdos y consensos y por si fuera poco la actual ampliación de los BRICS va a contribuir de manera evidente en una disfuncionalidad sistémica que pudiera prever su desaparición”.
Traigo a la memoria estas líneas puesto que ahora hay más razones para pensar que el grupo puede llegar a su fin y veamos por qué.
La conformación del mismo luce mucho más heterogénea que antes. Seis economías del G-20 son también socios en el BRICS (Arabia Saudita, Brasil, Rusia, China, India y Suráfrica), que como se sabe han reafirmado sus intenciones de desdolarizar sus intercambios comerciales, crear una arquitectura financiera propia y reafirmar un sistema antineoliberal de sus economías. Difícil para un grupo que fue creado para la coordinación de sus bancos centrales pueda llegar a acuerdos sobre estas bases de relacionamiento.
Desde el punto de vista político, los acontecimientos en el Medio Oriente están provocando reajustes geopolíticos teniendo como epicentro dicho conflicto. La incorporación de Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes y Egipto al BRICS es significativa para la conformación de eventuales alianzas que determinen aún más la escisión del mundo entre autoritarios y democracias liberales y hace potenciar el alcance de los antagonismos latentes.
El regreso de Donald Trump al poder: la experiencia de su anterior mandato y sus declaraciones durante la campaña presidencial nos aproximan a una visión de su política exterior y lo digo de su manera porque también es conocida su imprevisibilidad en la materia. Sin embargo, el mundo entero ya está prevenido y van a actuar en consecuencia, entre ellos, por supuesto, los principales miembros del G-20 que asistirán a la reunión. Aunque esta será una de las últimas citas internacionales de Biden, los anuncios del presidente electo en estos momentos invalidan o anulan de hecho la política exterior de Estados Unidos hasta el 20 de enero 2025. Biden tendrá un papel deslucido en el G-20 en Brasil durante este mes.
En esta oportunidad también se debatirá la propuesta de Brasil para gravar a los superricos consiste en un impuesto que podría recaudar hasta 250.000 millones de dólares al año. El objetivo es que los multimillonarios del mundo paguen el equivalente al 2% de sus riquezas. Difícil conciliar este asunto con la propuesta de Donald Trump en bajar en 15% los impuestos corporativos en Estados Unidos, motivo por el cual las intenciones de Lula se van a encontrar en una situación difícil, por no decir frustradas.
Durante la cita, unos y otros harán sus gestiones diplomáticas teniendo presente los cambios que seguramente ocurrirán a partir de esa fecha. Esperanzas para algunos y preocupaciones para muchos. Por lo pronto Xi Jinping ha confirmado su asistencia aprovechando para hacer la visita presidencial a su mayor socio en la región y de paso asistirá a la Cumbre APEC en Perú para reforzar sus vínculos transpacíficos en el esquema de la franja y la ruta.
De no haber un documento final como ha sucedido en los últimos años, definitivamente el G-20 no seguirá siendo un elemento de la diplomacia alternativa que se consolida en el mundo, mucho menos cuando el país más poderoso debilite el multilateralismo más de lo que está.